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La sonda Rosetta hará su máximo acercamiento al cometa el 14 de febrero

  • Obtendrá datos de alta resolución para estudiar su atmósfera
  • También se esperan imágenes detalladas del polvo de la superficie
  • La sonda Rosetta de la ESA acompaña al cometa en su viaje al Sol

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Imagen del cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko obtenida a 8 kilómetros de distancia.
Imagen del cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko obtenida a 8 kilómetros de distancia.

La sonda Rosetta se está preparando para realizar su mayor acercamiento al cometa 67/Churymov-Gerasimenko, que continúa su viaje para alcanzar el perihelio del Sol, en agosto de 2015.

El próximo sábado 14 de febrero la sonda orbitadora tiene previsto acercarse a seis kilómetros de la superficie del 67P, sobre la región llamada Imhotep, según informa la ESA, que ha presentado en París el programa para esta fase de la aproximación.

Esta operación permitirá hacer nuevas y precisas observaciones científicas a través de mediciones de alta resolución de la superficie y de la atmósfera del cometa, según ha comentado el científico de la misión Rosetta, Matt Taylor.

Maniobras de acercamiento

El pasado martes Rosetta se encontraba a 26 kilómetros del cometa, lo que marcó el final de un periodo orbital y el comienzo de la nueva fase.

Está previsto que la sonda se encuentre a 142 kilómetros del 67P este sábado, el punto más alejado. Hará un giro y se irá aproximando hasta situarse a seis kilómetros. El máximo acercamiento ocurrirá a las 13.41 hora peninsular española del próximo 14 de febrero.

Calendario de la aproximación de Rosetta al commeta 67P. Imagen: ESA/C. Carreau

Tras esta maniobra, y dado que el cometa se está aproximando cada vez más hacia el Sol, Rosetta se alejará para evitar el posible impacto de piedras que se desprendan de él. Y es que el 67P, formado por hielo y rocas, se irá descomponiendo a medida que reciba el calor solar.

Ciclo de polvo del cometa

En esta fase científica de la misión los investigadores buscan zonas en las que el flujo de gas y polvo se acelera desde la superficie y estudiarán, así, cómo estos componentes evolucionan a gran distancia del cometa.

Por otra parte, la superficie de este cuerpo celeste es muy oscura, por lo que refleja solo un 6% de la luz que le llega. Durante el sobrevuelo, Rosetta pasará por el punto en el que llega la luz directa del sol, por lo que los instrumentos de la sonda podrán captar imágenes sin sombras.

Los científicos esperan obtener imágenes más detalladas de los granos de polvo de la superficie.

Precisamente a final de enero se conocieron los resultados científicos publicados en Nature del análisis de la composición de las partículas de polvo que obtuvo el instrumento COSIMA poco después de la llegada de la nave al cometa, en agosto de 2014.

Los científicos observaron cómo se fracturaban muchos granos grandes de polvo cuando eran recogidos y dispuestos sobre el platillo del instrumento, normalmente a velocidades bajas (entre 1 y 10 m/s). Los granos, de al menos 0,05 mm de diámetro, se rompían fácilmente al ser recogidos.

Según afirma la ESA, esto indica que están formados por partes no bien cohesionadas y que si hubieran contenido hielo no se habrían roto. Asimismo detectaron que las partículas de polvo son ricas en sodio, al igual que el polvo interplanetario presente en las lluvias de meteoros o estrellas fugaces que proceden de cometas.

La misión Rosetta

La misión Rosetta de la ESA lleva más de diez años activa. Desde que se lanzaron las sondas Rosetta y Philae en 2004 han realizado un viaje a través del Sistema Solar para ir al encuentro del cometa 67/Churymov-Gerasimenko, en el que aterrizó en noviembre de 2014.

Antes, Rosetta -la sonda orbitadora en cuyo interior se encontraba la sonda aterrizadora Philae- pasó un par de años en hibernación, entre 2012 y 2014, de los que se despertó con éxito.

Se hizo así para ahorrar energía en la parte más oscura de su viaje, ya que la luz del sol que llegaba a sus paneles solares de 32 metros no era suficiente para generar la energía necesaria para los sistemas de a bordo.

Sin embargo, la parte crucial de la misión llegó en 2014, con las maniobras para acercar Rosetta al cometa y la complicada operación para que el módulo Philae aterrizara sobre la superficie del cometa. 

Aunque esto se consiguió, la pequeña sonda rebotó hasta situarse a un kilómetro del punto de aterrizaje, en paradero todavía desconocido. Antes de apagarse por el agotamiento de su combustible, consiguió enviar algunas imágenes y datos que recabó.

El gran objetivo científico de esta misión es estudiar la estructura y composición del núcleo del cometa -formado por hielo y polvo- para confirmar si son las mismas características de los bloques que formaron los planetas hace 4.000 millones de años y, por tanto, el origen del Sistema Solar.