Tras la resaca de los Goya, el cine vuelve al trabajo
- Los protagonistas de los Goya 2015 retoman su actividad tras la gala
- El equipo de La Isla mínima regresa a Sevilla "porque el lunes hay trabajo"
- Antonio Banderas vuelve a casa con el Goya de honor: "¡Misión cumplida!"
"A las tres y media de la mañana estábamos todavía con entrevistas", comenta a RTVE.es Gervasio Iglesias, uno de los productores de La Isla mínima, película triunfadora en los Goya 2015, para explicar que la alegría fue de la mano de la obligación. Pero, aclara el productor, "luego fuimos a celebrarlo"; un merecido fin de fiesta tras los 10 galardones conseguidos. "Tengo ganas de llorar, de reír, de saltar", exclamaba en esos momentos Javier Gutiérrez, Goya al mejor actor por su papel en la cinta.
Y si la alegría se apoderó de lo que quedaba de noche, -"hemos dormido poco", confiesa Iglesias-, no han dejado de lado las obligaciones. "El equipo vuelve a Sevilla ya, enseguida, porque el lunes hay trabajo por delante". Subraya así la actitud del director de la película, Alberto Rodríguez, expresada a TVE minutos después de recoger el galardón: "Asumo la responsabilidad que me da este premio. Esto no hace más que decirme que tengo que seguir y esforzarme más". A bordo del AVE, la excitación da paso a los proyectos en marcha, varios documentales y la actividad de la productora.
Un Goya de honor, en la mochila
Mochila al hombro, Antonio Banderas pone un punto, que no es final, a la fiesta de los Goya 2015. Nos deja un discurso lleno de emoción y sustancia y se lleva en el equipaje uno de los famosos "cabezones", el Goya de honor.
Con el premio aún caliente en sus manos, Banderas adelantaba a TVE convicciones sobre sus planes inmediatos como director: "Quiero contar el mundo como yo lo veo, el que me ha tocado vivir", y aquilata la dimensión del premio recibido: "Los grandes de la cultura son los que nos representan y dicen la verdad sobre nuestro país. Goya era uno de esos grandes".
La gala de 2015 se ha celebrado en sábado, como solía hacerse años atrás, y el día después ha caído en domingo. Con los protagonistas encerrados en un reposo del guerrero, vigilado a hachazos por sus jefes de prensa, y las ciudades en la calma del festivo, el panorama tras la noche de fiesta se dibuja lentamente.
Pero el trabajo es sagrado. Por la responsabilidad y por la posibilidad intrínseca de poder hacerlo, algo en lo que insistió mucho Karra Elejalde, tras recoger su Goya al mejor actor de reparto por Ocho apellidos vascos: "La cosa está muy mal en esta profesión, por mucho que lo hayamos maquillado con cifras nuestra situación es paupérrima, estoy colaborando en cuatro proyectos, y trabajar ya es un lujo".