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La bella muerte de la pintura académica en un salón de París

  • La Fundación Mapfre expone la pintura de los académicos del siglo XIX
  • Cuenta con más de 80 obras de la colección del Museo d'Orsay
  • Gérôme, Cabanel o Bouguereau plasman el ideal eterno de belleza

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Alexandre Cabanel 'Tamar' (1875). París, Musée d'Orsay
Alexandre Cabanel 'Tamar' (1875). París, Musée d'Orsay

La Historia parece haber encasillado a los pintores académicos del siglo XIX en París únicamente como el contrapunto necesario para la reacción del impresionismo. Sin embargo, a pesar de que murió con ellos, este tipo de pintura marca una de las páginas más brillantes de la Historia del Arte.

El canto del cisne. Pinturas académicas del Salón de París. Colecciones Musée d'Orsay, es el nombre de la muestra que recorre esta época con más de 80 obras de la colección del museo parisino, y que pueden visitarse desde este sábado y hasta el 3 de mayo en la Fundación Mapfre en Madrid.

En palabras de Pablo Jiménez Burillo, director del Área de Cultura de la Fundación Mapfre y uno de los comisarios de la muestra, podría decirse que hacen una recreación del Salón parisino del siglo XIX, algo que, asegura a RTVE.es, nunca antes se ha hecho.

Pueden verse obras de Ingres, Gérôme, Cabanel, Bouguereau, Laurens, Henner, Meissonier, o Baudry, además de otros pintores, una generación que, según Jiménez Burillo, trató de "retomar la historia de la pintura desde el renacimiento" con el reto de modernizar una tradición basada en el ideal de belleza eterno. "Y al final es una tradición que muere con ellos", explica el comisario.

Historia, mitología, religión o retratos

La historia, la mitología, la religión o el retrato son algunos de los géneros que centran las pinturas de los 62 artistas expuestos, un conjunto heterogéneo bajo una misma norma: la del buen gusto artístico.

A lo largo del Siglo XIX, el Salón de París exponía de manera preferente estas obras, que estudiaban desnudos, cuidaban la correción estilística, el dominio del dibujo sobre el color y el equilibrio de las composiciones. "Es esa idea de algo muy bello, muy refinado, realmente único, pero que va hacia la muerte", señala Jiménez Burillo.

La exposición es un recorrido de la pintura del Salón en dos de las plantas del edificio, haciendo hincapié en el diálogo, las ambivalencias y los encuentros entre sus protagonistas.

Así, la exaltación de la libertad en una obra como El Manantial de Ingres, evoluciona hacia escenas cotidianas de la Antiguedad, como La pelea de gallos, de Gérôme.

También en esta época el desnudo se seguía considerando como un ideal de belleza, utilizándose el cuerpo para narrar historias. Así el cuerpo voluptuoso y carnal de El manatial de Courbet, se enfrenta a la superficie aporcelanada de los cuerpos de Cabanel en obras tan emblemáticas como El nacimiento de Venus.

Las oréades, final de una tradición

En lo referente a la historia, estos artistas abarcaron tanto las historias sacras como las mitológicas y profanas, tal y como se aprecia en los Romanos de la decadencia de Thomas Couture.

El retrato también adquirió gran popularidad entre los artistas académicos a pesar de que la crítica lo consideraba comercial y burgués. Uno de los más famosos es el que Jacques-Émile Blanche hizo de Marcel Proust en 1892.

La pintura religiosa, como Virgen de la consolación, de William Adolphe Bouguereau; los orientalismos y el desierto, como El Sáhara (también llamado El desierto), de Gustave Guillaumet, los paisajes soñados tras los habitualies viajes de los artistas a Italia o la eternidad de lo humano también son temas de estas pinturas.

El cuadro de William Bouguereau, Las oréades, marca el final de una tradición, un verdadero canto del cisne de una manera de entender el arte y la vida tal y como lo hacía la gran tradición de la pintura. "Es el final de una historia, pero es un final tremendamente refinado, tremendamente bello, como se supone que es el canto del cisne cuando va a morir", afirmaba el comisario a RTVE.es.