Enlaces accesibilidad
Premios Oscar 2015: Mejor película de habla no inglesa

La teoría de una parte

Por
Imagen de 'Leviatán', de Andrey Zvyagintsev.
Imagen de 'Leviatán', de Andrey Zvyagintsev.

La verdad es que no debiera escribir una sola palabra sobre un aspecto o una faceta del cine que nada me importa y que tan sólo, año tras año, no hace otra cosa que mostrar al séptimo arte como una pasarela, como un mercado y como una traducción perversa del cine. Y además desde todas sus caras.

Creado, como casi todo desde el negocio y el objeto, por la industria hollywodiense con el afán de seguir haciendo business, el resto de los países satélites han seguido esa línea de alfombra roja, glamour de naftalina y tarjetas de crédito en los bolsillos de los que siempre han entendido el cine como negocio, como transacción y como industria lacrimógena y taquillera.

El cine, les aseguro, nada tiene que ver con esto y el cine que se relaciona con este escaparate o con estos escaparates está muy lejos del cine relacionado con las vanguardias artísticas o con los territorios de la cultura.

Año tras año hemos ido viendo cómo los organizadores de estos eventos conceden algunas migajas a los que ellos denominan, con cierta chanza y cachondeo, “el cine de autor”, incluso dependiendo de elementos que no vienen ahora al caso, pueden hasta llevarse el premio gordo porque saben, cual tahúr del Mississippi, que detrás de ese reconocimiento puede haber una transacción económica parecida a cuando sale un sólo ganador en el boleto o para transmitir una idea democratizadora de sus respectivas instituciones.

La denuncia de Sissako

Desde ese punto de vista, y, exclusivamente desde ese punto de vista, podría decirse que los Goya tuvieron en títulos como Edificio España, de Victor Moreno o Loreak, de Jon Garaño y de Jose María Goenaga, ese mensaje tranquilizador y benevolente desde las alturas del cine industrial español. De la misma manera y en el mismo caso están algunas películas o candidaturas en la feria del mercado cinematográfico gringo que este año ha llegado el frenesí de su democracia, al proponer una película africana cuyo mensaje golpea a un mundo Occidental que lleva años dejando en el abandono, en la pobreza y ofreciendo a la población civil a la bestia (no es otra cosa el tráfico de armas).

Y me estoy refiriendo a la película mauritana Timbuktu, de Abderraman Sissako, uno de los grandes poetas del cine africano que con su obra anterior (Bamako) construyó un proceso civil y popular sobre las instituciones internacionales que como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la propia Organización de las Naciones Unidas mantienen la asfixia sobre África. Timbuktú ha sido llamada por la industria norteamericana para competir en la subcategoría de mejor película de habla no inglesa, ese espacio o cul de sac por donde entran las migajas del patio trasero, sea cine iraní o cine camboyano.

En 2012, una joven pareja fue brutalmente lapidada por islamistas ante centenares de personas en la ciudad maliense de Aguelhok, acusados del delito de no estar casados. La repercusión que tuvo el suceso empujó a Abderrahmane Sissako, director de "Timbuktu", a hacerse eco de la historia y rodar una película inspirada en la misma. Candidata a mejor película de habla no inglesa en los Oscar, es la primera cinta de Mauritania que accede a los premios de la Academia.

No, no me hablen mucho de los premios y las galas, de los modelitos, smokings y discursos, maldita sea, pedigüeños. Hablenme de un circuito cinematográfico con interés para el ciudadano y no para el mercado, díganme por qué Víctor Erice no hace cine en España y por qué las películas de Basilio Martín Patino nunca fueron reconocidas por vuestro estilo Coco Chanel. Expliquen por qué penalizan con sus cuentas al cine pequeño y por qué hablan de cultura cuando hacen mercado.

¿Qué escriba sobre los Oscars? Sólo podría hablar de Ida, de como este ya no tan joven director ruso, Andrey Zvyagintsev lleva varios años denunciando a su país, a su gobierno y a su presidente de ir construyendo una sociedad rusa en manos de los bandidos.

Los Oscars, las decenas de cadenas de todo el mundo transmitiendo el ideario del gran modelo perfecto de sociedad y mercado.

No, este año va a ser que no.