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Observan una protuberancia en Marte que alcanzó hasta 250 kilómetros de altura

  • Es el penacho más alto observado hasta ahora en la superficie del planeta
  • En Marte se forman nubes de cristalitos de hielo y dióxido de carbono
  • Barajan si el penacho es una inusual nube o una emisión luminosa

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El penacho marciano en rotación en el terminador día-noche
El penacho marciano en rotación en el terminador día-noche

En marzo de 2012, astrónomos aficionados tomaron desde diferentes rincones del mundo imágenes de una protuberancia que emergía al amanecer en el borde del disco de Marte y que llegó a alcanzar más de 200 kilómetros desde su superficie.

El penacho, cuyo estudio publica la revista Nature, se pudo ver durante unos diez días. Los investigadores del Grupo de Ciencias Planetarias de la UPV/EHU, con el conocimiento actual de la alta atmósfera de Marte, no han podido explicar el fenómeno, que podría suponer un riesgo para futuras misiones en órbita baja en Marte, informa la UPV.

Nubes de hielo y CO2

En la tenue, fría y seca atmósfera de Marte, los vientos arrastran y elevan el polvo desde la superficie hasta los 50 kilómetros de altura.

En su seno se forman delgadas nubes de cristalitos de hielo y dióxido de carbono, el principal componente de la atmósfera marciana, que en ocasiones alcanzan, como máximo, alturas de unos 100 kilómetros.

Las naves espaciales que orbitan a Marte han tomado imágenes tanto del polvo en suspensión como de las nubes altas sobre el limbo o borde del planeta, proyectadas en el fondo negro del cielo.

Penacho extraordinario en 2012

En marzo y abril de 2012 astrónomos aficionados aprovecharon la aproximación de Marte a la Tierra para tomar imágenes detalladas del planeta.

La sorpresa surgió cuando en el borde del disco, emergiendo en el limbo durante el amanecer marciano, detectaron la presencia de un alto penacho.

La protuberancia fue observada rotando con el planeta sobre el limbo durante unos diez días de marzo, confirmando inequívocamente su presencia. Curiosamente, tras unas jornadas sin ser detectado, se pudo volver a observar varios días en abril.

Medición de la protuberancia

Analizando una selección de las mejores imágenes, el equipo de la Universidad del País Vasco y sus colaboradores han medido este penacho que apareció en la región marciana de Terra Cimmeria, en las latitudes medias del hemisferio Sur, y han desarrollado un modelo geométrico para explicar su visibilidad.

Los investigadores han comprobado que el penacho, de unos 500 kilómetros de extensión horizontal, alcanzó los días 20 y 21 de marzo una altura excepcional, de entre 200 y 250 kilómetros sobre la superficie de Marte.

Nunca antes se había observado un fenómeno que alcanzara tal altura en el planeta. El equipo investigador también pudo determinar su brillo en diferentes longitudes de onda.

Paralelamente, buscando en el archivo de imágenes tomadas por el telescopio espacial Hubble, encontraron imágenes de mayo de 1997 en las que se observa la presencia de un penacho semejante al estudiado en latitudes ecuatoriales.

En este caso, no pudieron determinar su altura con precisión, pero sí medir con más detalle su reflectividad, lo cual les ha servido para indagar en la naturaleza del fenómeno.

Naturaleza de la protuberancia

Con estos datos, los investigadores han "explorado dos posibles escenarios para interpretar el fenómeno: podría tratarse bien de una nube, bien de una emisión auroral”, indica el profesor Agustín Sánchez-Lavega.

Es decir, podría, por un lado, tratarse de una inusual nube, que, de acuerdo con su brillo, estaría formada por cristalitos de 0,1 micras de tamaño (una diezmilésima de milímetro).

Sin embargo, para que se pudieran formar cristalitos de agua a 200 kilómetros de altura la temperatura debería caer más de 50 grados (100 grados si fueran de dióxido de carbono) respecto a lo que predicen los modelos actuales de Marte.

Otra posibilidad sería que el penacho fuera producido por una emisión luminosa, tipo aurora, ya que en la región de Cimmeria existe una intensa anomalía magnética que podría canalizar las partículas cargadas provenientes del exterior y excitar la emisión.

Sin embargo, esto implicaría una emisión unas 1.000 veces más potente que la de las auroras terrestres, lo que es inviable. “Ambas hipótesis, aun siendo las más plausibles, parecen imposibles por cuanto desafían nuestro conocimiento actual de la atmósfera marciana”, indica Sánchez-Lavega.

Dado el riesgo que la presencia de estos impredecibles altos penachos podría entrañar en futuras misiones en baja órbita o en entrada al planeta, se proseguirá su búsqueda y estudio con observaciones desde Tierra y desde las naves en órbita.