Solos ante el espejo, autorretratos magistrales en el Thyssen
- Autorretratos es la décima entrega de la serie Miradas cruzadas
- La exposición podrá visitarse entre el 2 de marzo y el 7 de junio
- El acceso a la muestra será gratuito
"Rembrandt, en sus autorretratos de más jóven presenta una componente narcisista mayor que evoluciona en su madurez hasta diluirse, mostrándose como un anciano decrépito y malvestido, transmitiéndonos así a través de su propia imagen una autobiografía íntima", explica a RTVE.es Dolores Delgado, comisaria de la exposición Autorretratos. El artista y su imagen.
La muestra es la décima entrega de la serie Miradas cruzadas, ofrecida por el Museo Thyssen-Bornemisza. Puede visitarse de modo gratuito entre el 2 de marzo y el 7 de junio y propone un recorrido en la evolución del autorretrato sobre una selección de nueve piezas pertenecientes a la colección de la institución.
Delgado hace hincapié en el autor especialista de referencia, el maestro holandés Rembrandt, para establecer la distancia pictórica recorrida: "La cabecera de la exposición está presidida por los autorretratos de Beckmann (1908), y el de Rembrandt (1642). Se ven los dos juntos, y se ven de diferente manera. Muestra las conexiones que existen entre autores tan distintos y tan separados en el tiempo".
Narciso y el espejo necesario
Una vez ejecutada y lanzada al mundo, la obra del artista consagrado inicia una vida autónoma a la que se añade la vida del propio artista. Ambas se cruzan como apéndices mútuos y bidireccionales que alimentan los mitos del creador en si y los que surgen en torno a su trabajo.
Tarde o temprano el objeto de interés pasa por el espejo, "un elemento fundamental en la historia del arte", comenta la comisaria. El mencionado y conspicuo autorretratista Rembrandt, Lucian Freud, Steen o Egon Schiele, "quizás entre ellos exista una componente narcisista, pero el artista no interpreta únicamente lo que ve, sino que incluye sus vivencias".
En el autorretrato subyace siempre un componente psicológico, a veces incluso algo narcisista, motivado por el deseo de conocerse a sí mismo y de mostrarse en sus múltiples facetas y con infinidad de matices. Se trata de una acción reflexiva en la que artista y modelo se identifican y en la que el espejo juega un papel importante, como instrumento necesario en el proceso de elaboración del cuadro, y en simbiosis también con la propia obra de arte y con la idea del rostro como espejo del alma.
La personalidad narrada, a través del tiempo
"A partir del siglo XX se establece una distinción tras la ruptura con las reglas de tipo académico", apunta la responsable. "Lucian Freud y Bacon, por ejemplo, dejan de usar el espejo en posición vertical y lo pegan al suelo, incluyendo otros elementos".
Aunque existen precedentes en el arte antiguo, en la Edad Media es cuando los artistas empiezan a incluir sus propios rasgos personales en alguno de los personajes representados en sus obras, convirtiéndose en una forma velada de autorretrato.
No obstante, el género no se populariza hasta el siglo XV, en Italia y Flandes en primer lugar, cuando muchos comienzan a pintarse a sí mismos junto a los símbolos de su oficio, una tradición que se ha mantenido sin interrupción hasta nuestros días.