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'El León Blanco', el origen de Israel a través del thriller histórico

  • El periodista Ángel Ceña presenta su primera novela, ambientada en Israel
  • Un thriller en busca de las huellas del mandato británico en Palestina
  • Ángel Ceña: "Poca gente en Europa conoce cómo y por qué se creó Israel"

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Llegada a una conferencia en El Cairo de representantes ingleses, árabes y judíos
Llegada a una conferencia en El Cairo de representantes ingleses, árabes y judíos.

Israel no fue siempre Israel, durante siglos, los territorios que conforman este Estado formaron parte del Imperio otomano; el mundo en un pedazo de tierra, una región con una compleja amalgama étnica y un lugar de graves conflictos políticos que llevó, tras la Segunda Guerra Mundial, a que la Sociedad de Naciones (germen de lo que hoy es la ONU) a emitir un mandato para que el gobierno británico se hiciese cargo del territorio.

En este momento se desarrolla El León Blanco. La primera novela del periodista Ángel Ceña que retrata, por primera vez en español, estos años mediante una gran labor de investigación que se plasma en un intenso thriller histórico.

Editado por Funambulista, el libro narra dos historias en paralelo: la del capitán del servicio de inteligencia británico Nigel Cole y la del terrorista Ariel Hakim, que se cruzan cuando aparece en escena un misterioso militar inglés que filtra información clasificada al sionismo.

“¿A quién teme más, a mí o a los judíos?”

“Nunca pretendí contar la historia de Israel, sino la de los personajes”, explica a RTVE.es el propio Ceña, que no se declara especialmente interesado por este periodo histórico.

“Los escritores tenemos mucha imaginación. Una tarde, paseando por Jerusalén, me imaginé a una mujer enamorada de un oficial británico que le preguntaba: ‘¿A quién teme más, a mí o a los judíos?’. Ese fue el germen y la escena aparece en el libro tal cual la imaginé hace años, arropada por otras muchas historias”, explica.

Unas historias que, pese a vivir en la era de internet, ha encontrado viajando en varias ocasiones a Jerusalén en busca de las huellas de la presencia británica.

“Del mandato queda bastante en Jerusalén: la arquitectura de los edificios oficiales y de los barrios residenciales o los parques de la zona Oeste”, cuenta el escritor, que apunta que en las noticias aparece casi exclusivamente la Ciudad Vieja. “El viajero se sorprende al encontrar una ciudad muy colonial”, explica.

El ocaso del colonialismo

El “colonialismo” vivía su ocaso en 1945, cuando está ambientada la novela, y no fue tal en la región. “Gran Bretaña administró Palestina por mandato de las Naciones Unidas; no era parte del Reino Unido ni era ‘explotada’ económicamente”, aclara el autor, que explica que los británicos aceptaron el encargo de las Naciones Unidas por “la alianza de Gran Bretaña con los ‘árabes de Lawrence’, las tribus beduinas y la dinastía Hachemita que habían derrotado a los turcos en la Primera Guerra Mundial”.

Los intereses en realidad eran pocos, reconoce Ceña. “Irak, Egipto, Grecia cualquier otra zona de Oriente Medio o el Mediterráneo les interesaba más geoestratégica o económicamente”, explica.

Su idea era que Palestina se integraría en Jordania y eso hubiese ocurrido, de no haberse producido la llegada masiva de judíos tras el Holocausto” pese a las cuotas establecidas por los británicos, puntualiza.

Dos maneras de ver el mundo

Otro momento que aparece reflejado en la novela es el atentado en el hotel King David, que aceleró la salida británica del territorio y acabó con la vida de 91 personas, o 92 si se utilizan las cifras que maneja Israel.

“Hasta ese momento, el gobierno británico no se había tomado en serio el terrorismo sionista. En cuanto llegaron los problemas serios, Gran Bretaña se largó lo antes que pudo”, explica Ceña.

La novela tiene muy presentes los contrastes. El clasismo de la sociedad británica, la vida castrense o las diferencias entre los espacios militares, la élite aristocrática y la clandestinidad del sionismo, son otros de los asuntos que mejor expone Ceña en la obra.

El libro está estructurado en forma de binomios” que sirven para reflejar estos choques, explica el autor. Miriam y Grace forman uno de ellos.

Miriam es judía y su forma de ver la realidad es muy hebrea: Dios tiene sus propios planes y lo único que ella puede hacer es intentar comprenderlos; por eso se esfuerza por dan sentido a su relación con Ari. Grace, por su parte, es católica y cree que dios actuará en su beneficio si ella hace algo para merecerlo; de ahí, su idea de sacrificio”, explica el escritor, que reconoce que, aunque las mujeres no intervienen en la trama de acción, “son de vital importancia en el conjunto de la historia”.

“Poca gente conoce cómo y por qué se creó Israel”

En la novela aparece también la vida cotidiana de una familia judía cuyo hijo está encarcelado en un campo de detención en África. “Allí trasladaron los británicos a muchos presos sionistas ante la incapacidad de tenerlos en las pequeñas cárceles palestinas”, apunta Ceña, pero “todos los presos políticos fueron amnistiados tras la salida británica. Eran los héroes del nuevo Estado”.

Un Estado que “poca gente en Europa conoce cómo se creó y por qué” indica el escritor, que establece cierto paralelismo entre la historia y los años de mayor crueldad del terrorismo de ETA.

“Me refiero a la ambigüedad de algunas formaciones políticas”, especifica. “En un contexto más amplio, quizá el libro recuerde que algunos Estados modernos surgieron a consecuencia del terrorismo. Irlanda, por ejemplo”, prosigue.

En la novela, el sionismo aparece representado por tres facciones: el Irgun, el Stern y el Haganah. Sin embargo, explica Ceña, el sionismo no está hoy en día más dividido que cualquier otra sociedad occidental. “La diferencia, si acaso, es que en Israel los ricos votan a la izquierda y los pobres a la derecha”, puntualiza.

En definitiva, El León Blanco mezcla ficción y realidad por partes iguales para retratar el conflicto por un pedazo de tierra que, extrapolado a gran escala, sirve para dibujar casi todos los enfrentamientos del mundo.

Una historia de espías en la que el fundamentalismo ideológico y el pragmatismo político confluyen con la religión y las pasiones paganas para hablar, en definitiva, de la pérdida. La pérdida de un hijo, de una identidad, de un amor, la pérdida de un Estado, de una identidad o, simplemente, la pérdida de la propia vida.