Las auroras de la mayor luna de Júpiter sugieren que tiene un océano subterráneo
- El balanceo de las auroras de Ganímedes sugiere que hay un océano
- Las observaciones del telescopio Hubble han posibilitado la investigación
Las observaciones del telescopio espacial Hubble han ofrecido pruebas de que en el subsuelo de Ganímedes, la mayor luna del planeta Júpiter, podría haber un océano salado.
Ganímedes es la luna más grande de nuestro sistema solar y la única luna con su propio campo magnético. Este hecho produce auroras, que son una especie de cintas de gas brillante y caliente electrificado que se dan en las regiones que circundan los polos norte y sur de un planeta.
Debido a que Ganímedes se encuentra cerca de Júpiter, está ligada a su campo magnético y cuando este experimenta cambios, las auroras de Ganímedes también cambian.
Tras observar el balanceo de las dos auroras, los investigadores pudieron determinar que existe una gran cantidad de agua salada bajo la corteza de Ganímedes que afecta a su campo magnético.
La NASA cree, además, que podría tener más agua que todo el conjunto de agua que tiene la Tierra, según revela en una nota. Y es que identificar agua es crucial en la búsqueda de mundos habitables, aparte de la Tierra y para buscar vida tal y como la conocemos.
Nuevas observaciones con Hubble
Un equipo de científicos dirigido por el profesor de la Universidad de Colonia (Alemania), Joachim Saur, pensó en usar el telescopio Hubble para obtener más información sobre el interior de esta luna de Júpiter.
Los científicos sospecharon por primera vez que podía haber un océano subterráneo en Ganímedes en la década de los 70, basándose en los modelos de la gran luna.
En la actual investigación consideraron que si existiera un océano de agua salada, el campo magnético de Júpiter crearía un campo magnético secundario en el océano que contrarrestaría el campo del planeta. Esta 'fricción magnética' eliminaría el balanceo de las auroras.
El océano, así, combatiría el campo magnético de Júpiter con tal fuerza que reduciría el balanceo de las auroras a 2 grados, en lugar de a los 6 grados en los que lo haría si el océano no existiera.
Los científicos estiman que el océano podría tener un grosor de 100 kilómetros -10 veces más profundo que los océanos de la Tierra- y que estaría enterrado bajo una corteza, formada principalmente de hielo, de 150 kilómetros.
Estas nuevas observaciones se han realizado con luz ultravioleta y solo pueden lograrse con un telescopio espacial como el Hubble, que está muy por encima de la atmósfera terrestre, la cual bloquea la luz más ultravioleta.