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Objetos cotidianos como obras de arte, 'Art déco' en la Fundación Juan March

  • Una exposición reivindica la condición artística del art déco
  • Podrá visitarse entre el 26 de marzo y el 28 de junio
  • Más de 350 piezas firmadas por 122 autores, entre ellos Picasso y Juan Gris

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Transatlántico Normandie, vista interior del gran salón. Expert y Bouwens van der Boijen (1933-34)
Transatlántico Normandie, vista interior del gran salón. Expert y Bouwens van der Boijen (1933-34)

Matisse asumió la función decorativa de su obra entendiéndola como una mediación para habitar poéticamente; decora su propia casa y sitúa el Arte con mayúsculas en lo cotidiano. Lo que en el maestro es contemplado como genialidad, o una simple deferencia si no entramos en profundidades, pudiera ser visto como una inaceptable intromisión si se da en la dirección inversa. Otros teóricos defienden la ausencia de funcionalidad del arte. Frente a esto, ¿puede lo funcional y cotidiano atreverse a pasar por arte sin ser juzgado por la osadía? Esta es la hazaña del art déco, palabra que deriva de "decorativo".

Paradigma estético de los felices años 20, el art déco nació en el París de 1910 como un capítulo del diseño industrial con la vocación de instalar el buen arte en el estilo de los objetos cotidianos y funcionales. Su calidad lo hizo inmune a la fugacidad de las modas, pero estas piezas han debido atravesar el tiempo para añadir prestigio definitivo a su valor material, así como un lugar junto a los nombres inmortales. "El art déco tiene una relación directa con el cubismo, que ahora es integrante de la historia del arte pero entonces era un movimiento de vanguardia, nuevo y no del gusto de todos, como el impresionismo, que triunfaba en ese tiempo".

Así lo expresa a RTVE.es Manuel Fontán del Junco, director de exposiciones de la Fundación Juan March y parte del comisariado de El gusto moderno. Art déco en París, 1910-1935, la muestra con la que esta institución, aclara Fontán, pretende "contar el 'déco' como parte integrante de la historia canónica del arte moderno" y conjurar su consideración "como arte decorativa, incluso el paradigma de lo kistch, que lo ha alejado del discurso que explica las vanguardias históricas como germen del arte moderno de la primera mitad del siglo XX".

El arte de vivir en el buen gusto

La colección podrá visitarse entre el 26 de marzo y el 28 de junio. Ofrece un recorrido por más de 350 piezas firmadas por 122 autores: Cuadros de Léger, Juan Gris, Picasso, vestidos de Chanel, complementos de Cartier, mobiliario de Le Corbusier, alejan el apellido y dan relieve a la tendencia. "Lo que resalta realmente es la mezcla, la riqueza absoluta de la exposición", añade el responsable.

Poder adquisitivo de los usuarios aparte, tomar café en tazas de Puiforçat, sobre una mesa Dufrêne, un traje de Jeanne Paquin sobre la piel o un gorro de algodón estilo aviador de Suzanne Talbot cubriendo el cabello, bajo una lámpara de Raymond Subes, puede convertir un momento cotidiano en una obra de arte esfumada y repetida al día siguiente. Otra forma de entender la belleza, más cercana al progreso industrial y menos etérea que la inmersión en la piscina que Matisse dibujó en su salón, pero también exquisita.

Cualquier accesorio, artículo o ámbito susceptible de poseer estética tuvo una impronta art déco. Desde estilizados tapones de cristal para radiadores de automóvil firmados por René Lalique, que también creó frascos de perfume, hasta los enormes salones del transatlántico Normandie, decorados y amueblados para unir Nueva York y Europa sobre las olas sin perder compostura y sin despeinarse, por supuesto. Una forma de entender el equilibro entre la función y el gusto que también ha atravesado el tiempo.

La belleza siempre, y el progreso aún hoy

"El art déco aún está vigente. En los años 20 y 30 es el arte típico de la sociedad de consumo del capitalismo industrial. Si se le añade el acento de la globalización, es el mundo en el que occidente está viviendo hoy”, añade Manuel Fontán, e insiste aclarando que “todo lo contemporáneo tiende a convertirse en moderno y el art déco no está caduco, está presente, transformado, reeditado en buena parte de las artes decorativas y los objetos funcionales del siglo XX y lo va a seguir siendo.”

Según el director de exposiciones, "se había trazado una línea demasiado higiénica para ser real entre las bellas artes, o la obra de arte moderno, y las artes aplicadas o las artes decorativas (...) si uno excluye al déco de esa historia perdemos una belleza indescriptible y por otro lado una complejidad cultural que pertenece a la realidad de la historia de las mentalidades, la historia del estilo, la historia de la mujer, la historia social de la Europa del siglo XX".

Reivindicando la excepcionalidad de las piezas, el recorrido que propone la Fundación Juan March no olvida la condición esencial de objetos procedentes de un proceso de diseño industrial. "Algunos han considerado al progreso como un enemigo, pero gente como los maestros de la Bauhaus lo consideraron un aliado".

Considerado como una reacción al art nouveau, en realidad el art déco prolonga su espíritu a lomos "del advenimiento de las vanguardias, que usa como una fuente, y en la línea de las artes aplicadas europeas desde 1850. También, algo que crece paralelo al déco es la importancia cada vez mayor que adquieren las nuevas tecnologías y los nuevos materiales".

Para Fontán, "La belleza se consume de todas las maneras posibles. El consumo material desaparece, pero hay un consumo espiritual que nunca acaba con la pieza consumida, pero es también consumo. Por eso conviene conviene no clarificar tanto las distancias entre el museo y el mundo del mercado, el consumo y la contemplación, entre piezas hechas para seducir y piezas hechas para representar o expresar realidades".