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Jean-Jacques Annaud: "Yo creé la moda del 3D"

  • RTVE.es entrevista al cineasta francés, que estrena El último lobo
  • Rodada en 3D, el director critica la "sobreexplotación" de la técnica
  • Se han criado lobos durante tres años y rodado durante año y medio
  • Annaud asegura no haber recibido presiones por parte de China

Por
Jean-Jacques Annaud: "Yo creé la moda del 3D"

FICHA TÉCNICA

Título original: Wolf Totem (Le dernier loup)

Año: 2015

Duración: 118 minutos

País: China

Director: Jean-Jacques Annaud

Guion: John Collee, Lu Wei, Jean-Jacques Annaud (basado en la novela de Jiang Rong)

Reparto: Feng Shaofeng, Shawn Dou, Ankhnyam Ragchaa, Yin Zhusheng, Basen Zhabu, Baoyingexige

El cineasta que probablemente mejor haya llevado la vida de los animales a la ficción, Jean-Jacques Annaud, vuelve a hacer caso omiso a las recomendaciones de Alfred Hitchcock -"nunca ruedes con niños o con animales"-. Tras El oso (1988) y los tigres de Dos hermanos (2004), ahora le llega el turno a los lobos de la estepa mongola en El último lobo, rodada en 3D y que se estrena en España este viernes 10 de abril.

Basada en la novela autobiográfica de Jiang Rong Wolf Totem (2004) -el libro más vendido en China después del Libro Rojo de Mao-, para el cineasta francés esa "experiencia en películas donde los animales tienen una importancia extrema" ha sido determinante para que desde el país asiático le propusieran dirigir la adaptación cinematográfica, además del factor de que sus filmes son "muy conocidos" allí, explica en una entrevista con RTVE.es. Queda ya superado el conflitcto que generó con China su película Siete años en el Tíbet (1997), que narraba la historia del montañero austriaco Heinrich Harrer (Brad Pitt) que se hacía amigo del Dalai Lama en la época que el país asiático invadió ese territorio, y que llevó a Pekín a incluir a Annaud en su lista de 'ciudadanos no deseados'.

Aunque admite que le sorprendió la propuesta, el director de 71 años la aceptó "muy contento" por poder rodar una "hermosa historia de hombres y lobos" en una región "excepcionalmente bella", la Mongolia Interior. Allí transcurre la historia de Chen Zhen, un joven estudiante de Pekín que en plena Revolución Cultural china en 1967 es enviado a vivir con los pastores nómadas para educarles. También deberá adaptarse a una vida hostil y rodeado de una de las criaturas más temidas y reverenciadas de la tierra, el lobo, que le acabará seduciendo de tal modo que captura un lobezno para domesticarlo.

Rodaje con libertad, y en 3D

El último lobo refleja las sutiles críticas del libro original al régimen chino, y Annaud defiende que no recibió "presiones de ningún tipo" durante el año y medio de rodaje por parte de la productora china. "Hice mi película con total libertad. Nadie intervino. Tuve la alegría de trabajar con mis actores y mis lobos con total tranquilidad", asegura el afable cineasta francés.

Fue el propio Jiang Rong (pseudónimo de Lü Jiamin) quien le descubrió al realizador la región donde transcurrió la historia real, en la que pasaron tres semanas juntos y forjaron una relación "muy amistosa" que han mantenido a lo largo de todo el proyecto, y que se ha intensificado aún más tras la crítica que el escritor hizo tras ver la película: "Es la crítica más hermosa que he recibido en mi vida. Es extraordinaria y completamente emotiva. Aunque tenía muy buenas relaciones con Margarite Duras, por El amante, y con Umberto Eco, por El nombre de la rosa, esto ha sido increíble".

El poderío económico chino permitió el rodaje en la estepa asiática durante un año y medio -el adiestramiento de los animales llevó otro tanto más- con un despliegue de 480 técnicos, 200 caballos, 1.000 ovejas, 25 lobos y 50 entrenadores, con operadores chinos, pero franceses en los puestos principales y anglosajones en el adiestramiento de animales. Y con técnica 3D -supone alrededor de un tercio del presupuesto-, cuya implantación en el cine de ficción reivindica sin complejos Jean-Jacques Annaud, que en 1995 rodó en IMAX tres dimensiones el cortometraje Las alas del coraje -James Cameron se estrenó en 2003 con el documental Misterios del Titanic, seis años antes de Avatar-.

"Yo rodé la primera película de ficción de la nueva era y creé la moda. A partir de esa película, muchos colegas míos tuvieron ganas de rodar en 3D", afirma orgulloso Annaud, que matiza que, "aunque hay películas muy buenas" que usan esta técnica, "hay muchas que han desanimado al público porque solo hay efectos especiales".

"Te pasas el tiempo lanzando cosas a la gente y esta se cansa, y al final se quitan las gafas porque les molesta y les da dolor de cabeza. Es 3D sobreexplotado", dice el director, que justifica que en El último lobo esta técnica permite "dar una mayor proximidad a los lobos" y que parezca que "están a tu lado y que casi los puedes tocar y besar".

El apasionado 'french kiss' del lobo

Para poder rodar con lobos, un animal "súper prudente", y que adquiriesen la "confianza" necesaria, la solución fue criarlos desde el principio, con biberón. "Hemos pasado tres años viéndoles crecer y rodando durante un año y medio, y, a pesar de todo, no podíamos acercarnos a menos de cuatro o cinco metros", revela.

La única excepción fue la del líder de la manada, Cloudy, "el rey de los lobos", que decidió desde el primer momento que Annaud iba a ser "su amigo". "Durante el rodaje no podía arrancar ningún día sin que viniera a lavarme la cara durante diez minutos. Diez minutos de pasión de lobo son muy largos, ¡eh!, y además me cogía la oreja, la mejilla... y al final inventó el french kiss, el beso con lengua. Era muy curioso y al mismo tiempo inexplicable. Según mi adiestrador quizás había visto mis películas, El oso o El amante", ríe el director francés.

Pese a esa relación idílica entre el jefe de los lobos y el de los bípedos, el rodaje no estuvo exento de riesgos, aunque las medidas de precaución y seguridad eran muy altas.

Especialmente complicada fue la secuencia en la que la manada de lobos persigue a otra de caballos para cazarla en plena noche, una escena con la que Annaud tuvo pesadillas durante dos años: "Me despertaba sudando y diciendo 'estoy loco por hacer una escena así'. Porque rodar con animales es difícil, rodar con animales salvajes es aún más difícil... Y rodar de noche, con frío, a 25 grados bajo cero, con viento, con una tempestad de nieve, y en mitad de ninguna parte... Pero me decía 'estoy loco, pero es mi oficio, así que está bien'; y volvía a dormirme".

"Tardamos seis meses en prepararla y rodamos durante seis semanas para seis minutos de pantalla, con el añadido de que trabajaran juntos animales que se odian, caballos y lobos, pero tomamos todas las medidas de precaución para que no hubiera accidentes y estoy contento de poder decir que bendecimos al cielo por haber tenido cero accidentes, y les doy las gracias todos los días a los adiestradores", concluye Annaud.

Tampoco tuvo problemas para entenderse con sus actores chinos, que encabezan Shaofeng Feng, Shawn Dou y Ankhnyam Ragchaa. Para Annaud, el idioma no supone ninguna barrera porque en la dirección de actores "lo importante no es la sutilidad de la pronunciación, sino el comportamiento", señala el director, que añade que la "belleza" de su oficio es que se habla "el único idioma internacional, el cine".

La concienciación medioambiental

El último lobo esgrime un discurso medioambiental sobre el necesario equilibrio entre hombre y naturaleza, una "toma de conciencia" que Annaud cree que "no es específica de ninguna región del mundo, sino que debe ser algo universal". En este sentido, argumenta que no solo China, sino "la mayor parte de los países del mundo tienen problemas medioambientales", y pone el ejemplo de la contaminación en París que hace unos días le impedía divisar la Torre Eiffel desde su balcón situado a dos kilómetros de distancia.

El cineasta admite también que su película no presenta solo la cara agradable de la vida de los lobos, sino que cuenta "una verdad que no siempre es amable, porque son animales feroces y ellos también luchan por sobrevivir".

"Para mí rodar son vacaciones"

Con su primera película, Blanco y negro en color (1976), obtuvo el Oscar a mejor cinta de habla no inglesa, y desde entonces -e incluso antes-, ha hecho lo que ha querido en el mundo del cine, un oficio "formidable" que ama profundamente y en que siempre ha gozado "de una gran libertad", incluso cuando ha hecho anuncios publicitarios. "Siempre he sido completamente libre, porque cuando no me gusta, me voy. Es muy sencillo. '¿No os gusta lo que hago o los actores que he elegido? Pues buscad a otro director…'. Y me voy de verdad", revela a RTVE.es. El también director de Enemigo a las puertas (2001) reconoce que su trabajo es "extraordinario" porque da la posibilidad de "pasarte el día por la mañana con criadores de caballos y por la noche con estrellas de Hollywood, aunque esto no sea lo que más me gusta". Confiesa disfrutar de cada faceta de la dirección, desde la búsqueda de localizaciones, a la escritura del guion o al casting de los actores... "Es tan variada y alegre la jornada de un director; nada es mejor. Para mí son vacaciones", afirma rotundo.