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"En Cuba existe el riesgo de que se mezcle lo peor del socialismo y del capitalismo"

  • El periodista Fernando García del Río presenta su libro La isla de los ingenios
  • Fue corresponsal de La Vanguardia en Cuba entre 2007 y 2011

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Fotografía de archivo que muestra a un conductor mientras espera pasajeros en su coche en La Habana.
Fotografía de archivo que muestra a un conductor mientras espera pasajeros en su coche en La Habana.

Algunos la llaman ya la Cumbre del deshielo. Panamá será el escenario del histórico reencuentro entre Cuba y EE.UU., cuatro meses después del anuncio del diálogo político entre los ‘eternos enemigos’. Muchas son las expectativas que el proceso ha despertado, pero Fernando García del Río, que vivió como corresponsal para La Vanguardia el relevo de Fidel Castro a su hermano Raúl, prefiere observarlo entre la esperanza y la cautela. Y aunque insiste en que “la profecía no es un género periodístico”, cree que los cambios que este proceso pueda traer serán, más que nada, económicos. "¿En la política? Yo no me atrevo a decir nada...Mira a China, ¿no?”, señala en una entrevista con RTVE.es.

El anuncio de Barack Obama de la flexibilización de las restricciones comerciales sobre Cuba y la reanudación de las relaciones diplomáticas cogió a la mayoría por sorpresa. Desde entonces, los avances han sido muy significativos y muchos se preguntan qué camino seguirá ahora La Habana.

Al excorresponsal de La Vanguardia y autor del libro La isla de los ingenios (ediciones península), señala que existe un riesgo: “Que haya una época en la que se mezcle lo peor del socialismo con lo peor del capitalismo. Eso ya lo hemos visto en Rusia".

Las esperanzas ya se despertaron cuando el Gobierno de Raúl Castro comenzó a marcar un rumbo distinto a la Revolución. No en vano, cree, Raúl "en realidad, está desmontando una parte muy notable, a lo mejor no tan sustancial pero muy notable, de las decisiones que tomó el Gobierno bajo el liderazgo total, abrumador, a veces exagerado, de Fidel Castro".

Pero una cosa es la política y otra la sociedad, recuerda. "El cambio sociocultural no puede llegar de la noche a la mañana, aunque la gente joven está muy deseosa de otras cosas…¡No sabes el movimiento de pen drives que hay en La Habana!”, señala.

El bloqueo y la economía

El día a día parece sobrevivir al margen de la realidad política. “En Cuba casi nunca hay lo que uno quiere, así que lo mejor es querer lo que hay en cada momento”, señala en su libro La isla de los ingenios. Para el periodista, "el mayor problema de Cuba no es el embargo, es que la economía no produce".

Fernando García del Río recuerda que las liberalizaciones de Raúl también despertaron esperanzas de cambio pero que, si bien han supuesto avances importantes, no han sido sustanciales. Al final, señala el periodista, lo que se ha impuesto ha sido el ingenio.

"¿Cambios? Sí. ¿Importantes? Sí. Las calles de La Habana ahora están llenas de chiringuitos, hay más restaurantes, pero un médico no puede ejercer por su cuenta... Al final lo hace, porque la economía cubana real es la economía clandestina en un 80%”, comenta.

El régimen, sobre todo el de Fidel Castro, ha encontrado siempre una explicación para sus penurias económicas: el embargo de EE.UU. Pero el bloqueo, asegura Fernando García, no explica por sí mismo la situación económica.

Y la industria del azúcar, señala el periodista, es un paradigma. La isla ha pasado de ser el mayor productor de azúcar del mundo a tener que importar. "Es verdad que la maquinara desapareció al caer el bloque socialista, es verdad que el embargo impide comprar herramientas, pero hoy es el día en que Cuba tiene que recurrir a la inversión extrajera, en una cosa que es simbólica de su soberanía, porque no queda más remedio", apunta refiriéndose a esa industria azucarera.

Los éxitos de la revolución

Cuando llegó a la isla, narra en su libro, “estaba persuadido de los logros cubanos en cuestión de formación, sanidad, protección social y seguridad alimentaria”.

No en vano, esos han sido siempre los grandes logros exhibidos por el régimen cubano, respaldados en parte, por datos de algunos organismos de la ONU. Sobre el terreno, precisa, "hay algo de cierto pero hay algo de exagerado”.

"Un país que tiene su mayor fuente de ingresos externos en los médicos que exporta a Venezuela, pero también a todo el área del ALBA de América Latina, a África e incluso China, hasta un total de 50.000 profesionales de la sanidad, tiene unas carencias de infraestructura enormes en la sanidad. Le faltan medicamentos e instrumentos, unos días esto, otros días los otros… Por diferentes razones, unas por el bloqueo, otras por el robo…", advierte.

La sombra de Fidel Castro

Sus cuatro años trabajando en Cuba le han servido, entre otras cosas, para transformar su visión sobre la isla. "Esa mirada ha cambiado porque quizá es menos benévola que lo que personalmente era la mía antes de conocer el país, aunque tampoco es tremendamente negativa", apunta.

Para el periodista, "hay una visión un poco maniquea y demasiado pasional sobre Cuba, muy centrada en la figura de Fidel Castro y muy a favor o muy en contra”. Y de hecho, señala, a la gente en Cuba ya no le preocupa Fidel.

"Sigue siendo el líder histórico, pero es como el abuelo que esta en la silla y que de vez en cuando dice cosas sabias, otras veces se le va la cabeza y otras veces intercala la sabiduría con el cansancio senil. Fidel Castro pesa más en la mentalidad de Occidente y en la historia que en el día a día cubano. Con mucha diferencia", señala.

Cuando el teléfono te hace ruido

Trabajar en Cuba como periodista, asegura, ha sido a veces una tarea de funambulista. “Te controlan pero, además, te hacen ver que te controlan”, señala Fernando García del Río. “El teléfono te hace ruido…Pero no te hace ruido porque ellos sean unos chapuceros. Yo entiendo - y a lo mejor es paranoia aunque creo que no porque en eso he coincidido con muchos compañeros- que ellos quieren que tú notes el ruido”, apunta el periodista.

Cuatro años después de llegar a la isla para cubrir, cuando llegase el momento, la muerte de Fidel, fue "invitado a marcharse a la mayor brevedad” sin que eso hubiera ocurrido. Resulta obvio que su trabajo no gustó a las autoridades cubanas, aunque nunca tuvo muy claro exactamente por qué. “Yo creo que fue el ‘premio’ a toda una obra”, dice con ironía el excorresponsal de La Vanguardia.

Ahora, en su libro recuerda aquella sociedad de “rareza inolvidable” que si ha podido conservar su revolución, asegura, ha sido gracias a una mezcla del buen clima y, sobre todo, de su ingenio.