'Bitácora a la deriva': hacia una literatura transmedia que se expande fuera del libro
- Jaime Miñana publica los relatos Bitácora a la deriva
- Los textos se expandena través de redes sociales y entornos virtuales
- Códigos QR permiten salir de las páginas de papel y navegar la historia
- La literatura transmedia propone una nueva forma de narrativa
El nombre de Jaime Miñana firma una llamativa recopilación de relatos bajo el título de ‘Bitácora a la deriva’, editado por Esto no es Berlín. A priori, podría parecer un libro de relatos convencional. Pero en este caso estamos ante algo más: es una de las muchas puertas de acceso a un universo de narrativa transmedia.
Se entiende por transmedia aquella forma de contar una historia que utiliza varios soportes y formatos, sean analógicos o digitales. Y, como característica principal, cada uno de estos soportes y formatos cuenta una parte única de la historia, de manera que el relato completo solo se obtiene navegando la totalidad. Sin embargo, cada uno de esos elementos es autocompletado. Es decir: la parte de la historia que le corresponde está completa y se puede consumir de forma aislada. Los elementos narrativos que componen el universo de la historia pueden ser vídeos, webs, juegos, foros, blogs, cómics o, como es el caso que nos ocupa, libros. Una última –y fundamental- pata del esquema es la participación del público. Sin una comunidad consumiendo, compartiendo y generando contenidos, no se puede hablar de una experiencia transmedia completa.
Con esto en mente, Miñana presenta entonces un libro muy particular. Forma parte de Plot28, que es una de las principales apuestas españolas por la narrativa transmedia. Apoyada sobre un sólido entramado intelectual y académico, la propuesta de Plot28 cuenta una suerte de thriller que se vincula a la Expo del Agua de Zaragoza. El eje de la historia es un falso documental, pero la navegación lleva al lector/usuario a través de blogs, redes sociales, aplicaciones…
Bautizado como “universo de ficción total”, Plot28 se desgaja ahora en una publicación de apariencia tradicional, un libro de papel que penetra en algunos de los rincones más turbios de nuestra sociedad. Y lo hace con intención de poner el dedo en la llaga y señalar así esa línea de continuidad que enlaza los señoríos medievales con las sombras del actual régimen nacido en 1978.
Esa espina dorsal del lado oscuro es perfectamente modelada por los relatos de Miñana, que pasa sus dedos por ella para subrayar con un escalofrío cómo las estructuras de poder siempre saben organizarse para que la fortuna sonría a los mismos. Los entresijos de la Expo del Agua, desvelados en parte por el falso documental de Plot28, se amplían en esta ‘Bitácora a la deriva’ que levanta acta de cómo el “milagro español” también iba dejando un rastro agrio que prefiguraba ya el fin de fiesta que supuso la crisis económica.
No esquiva temas el libro. Desde la iglesia al cine, pasando por la ciencia, la político o la propia literatura. Todo se aborda en estos fragmentos de historias que, tendiendo puentes con el universo de Plot, componen un coro de voces sin aparente punto de vista único, pero muy armónicas en su tono enérgico y afilado.
Con todo, el libro no se queda en contar esas historias de ambición y miseria. También nos permite vivirlas de una forma más intensa gracias a las herramientas de ‘engagement’ que incluye. Muchas de las páginas de ‘Bitácora a la deriva’ llevan un código QR o alguna otra marca digital. Leídos con un teléfono inteligente o una tableta, estos códigos y marcas permiten al lector abandonar las páginas de papel y avanzar por entornos virtuales que amplían, ilustran y contextualizan mejor los relatos. Así, se pueden ver fotos, vídeos, tuits, que completan de una forma más visual e interactiva lo que Miñana va contando en las páginas de papel.
Por último, el libro cuenta con fotografías que ilustran buena parte de los relatos y que son de Eva Amaral, la líder del grupo Amaral.
Narrativas sin fin (ni principio)
La técnica de literatura expandida (y expansiva) que utiliza Miñana entronca firmemente con lo que la academia entiende por transmedia. Televisión, cine, periodismo, publicidad y otros géneros utilizan cada vez más las lógicas transmediáticas para generar esas narrativas (o storytellings) que están muy de moda.
En la televisión, RTVE destaca con casos como Águila Roja, cuyo universo transmedia va de la serie al videojuego pasando por las salas de cine o el cómic. Y, más reciente y celebrado, el caso de El Ministerio del Tiempo, donde una entusiasta comunidad ha hecho propio el contenido y construido el mejor ejemplo de ‘fandom’ que se ha visto en España.
En el prólogo de ‘Bitácora a la deriva’, Domingo Sánchez-Mesa, catedrático de Literatura de la Universidad de Granada, explica el transmedia como uno “de los fenómenos más característicos de la cibercultura”. Apunta, además, que “no existen los medios puros” y recuerda que que la intermedialidad siempre fue la condición de posibilidad de existencia, tanto creativa como receptiva, no solo de los géneros y medios de la cultura de masas en transición hacia la cibercultura, sino también de las llamadas artes tradicionales.
A pesar del tirón que las propuestas transmedia tienen en otros soportes (cine, televisión…) en la literatura todavía no hay demasiados ejemplos. Al menos, no hay muchos que, como en ‘Bitácora a la deriva’, tomen un libro de papel como punto de partida.
La literatura transmedia tiene algunos hitos reseñables, como el trabajo pionero de Fernando Marías titulado ‘El silencio se mueve’, que ya en 2010 apostaba por el multiformato y el despliegue digital.
Más cercanos, hay que apuntar libros como ‘Endgame’, una sorprendente apuesta que Planeta lanzó en 2014 y que salió de la mente del estadounidense James Frey. Planteado como una novela, este experimento salta los límites del medio y avanza incluso en terrenos tan innovadores como el de la realidad virtual. La trama planteaba un enigma que se resolvía consumiendo todo el ecosistema y que ofrecía un millonario premio a quien lo resolviera.
De vuelta a España, Nacho Villoch publicó también en 2014 una novela titulada ‘La aventura de Diana’ en la que la acción navega entre el papel, la web, las redes sociales… También de 2014 es ‘Odio el rosa’, un trabajo de Ana Alonso, Javier Pelegrín, e ilustrado por Miguel Navia y diseñada por Felipe Samper. Cuenta dos historias paralelas que se complementan con los contenidos ofrecidos en webs y también bajo el formato de un juego de rol.
Más reciente es ‘Dating Dalí’, una idea que combina una webserie de ocho capítulos con una novela llena de humor y fantasía. En esta historia, Alfonso Laporta y Gon Alonso cuentan cómo sería traer a Salvador Dalí al siglo XXI.