María Dueñas, receta de una superventas: "No hay ingredientes secretos, solo mucho trabajo"
- Para la autora, el sector "está en crisis, pero se acabará revitalizando"
- El tiempo entre costuras ha vendido 3 millones de ejemplares en 30 países
- La templanza se sitúa en un mes a la cabeza de los rankings de ventas
- En 6 años y 3 libros, Dueñas se ha convertido en un fenómeno de ventas
Seis años no son un gran recorrido en el tiempo para un escritor. Pero si hablamos de María Dueñas (Puertollano, 1964), la perspectiva pasa por un dato: un sorprendente volumen de ventas de millones de ejemplares en todo el mundo; solo por El tiempo entre costuras (2009) han sido tres millones, 46 ediciones y 30 países, según su editorial, Planeta. Un fenómeno singular en un tiempo de aparente zozobra para el relato en papel.
Tras ese primer título llegaron en sistemático parto, Misión olvido y La templanza, en 2012 y 2015 respectivamente. "No tengo ningún ingrediente secreto. Mi único secreto es mucho trabajo. Muchas horas de trabajo, de reflexión, muchas horas encerrada en tu burbuja, conviviendo con los personajes, conviviendo con las tramas, te acuestas con ellos, te levantas con ellos, se sientan a la mesa cuando te sientas a comer. No tiene más truco", confiesa a RTVE.es la autora.
Para Planeta, el arranque de La templanza ha sido el más potente de la temporada y se remiten a las listas confeccionadas por Nielsen y Cegal, solventes empresas en la elaboración de estadísticas sobre este sector. Desde Nielsen se apunta también a este título como el motor del repunte en un mercado que por primera vez experimenta subidas importantes tras años de caídas encadenadas. Además, señalan en la editorial, "el libro ha entrado en todas las listas de periódicos en las primeras posiciones, tanto en España, como en América Latina".
Un éxito inesperado
"Yo nunca había tenido la ambición de convertirme en escritora, nunca había pensado cambiar de profesión a los 45 años. Era una profesora universitaria que decidió un día escribir una novela, no tiene más", aclara la docente convertida en novelista. Y continúa dando cuenta de lo que para muchos aspirantes es un objetivo imposible: "Tuve la suerte de que se publicara y luego vino el gran éxito de lectores. Realmente todo fue un poco insospechado".
"Lo mío fue llegar y besar el santo, pero entiendo que es una anomalía; normalmente las carreras son más largas, más progresivas, son carreras más de fondo, más azarosas -admite con prudencia- mi carrera ha sido encumbrada desde el principio pero también entiendo que no puedes bajar la guardia y vivir de las rentas. No me quiero quedar agarrada al éxito de mi primera novela de por vida".
Para María Dueñas, la industria editorial "actualmente está regular. La crisis le ha afectado bastante, la piratería también, son momentos cambiantes pero creo que sigue habiendo una enorme ilusión por parte de los editores y de los escritores para lanzar cosas nuevas e interesantes y, desde luego, lo que hay es una gran masa de lectores deseando recibirlas. Creo que dentro de los momentos complicados, es un sector que se terminará revitalizando o que se reinventará o reconfigurará de una manera distinta, pero que no está abocado a una crisis sin remedio".
La autora reconoce la singularidad de su caso: "Yo tengo la suerte de vivir de esto y vivir muy bien, tener una acogida excelente y no tener ningún problema. Pero entiendo que no es lo común, que hay muchos casos mucho más complicados y más inciertos que el mío. Solo te puedo dar una percepción positiva, pero entiendo que es una visión muy particular".
El lector
"Los lectores son los grandes compañeros de viaje, de ellos depende todo", afirma a RTVE.es María Dueñas. Sin embargo, la escritora admite una distancia de salubridad creativa: "Cuando escribo no pienso en ellos, no puedo trabajar con esa preocupación constante. Yo me abstraigo, escribo lo que creo que debo escribir y ya está. Después, son fundamentales, son el banco de pruebas, y de vez en cuando te sorprenden porque ven cosas que tú no has sido capaz de interpretar o intencionalidades que no has considerado".
Pero inevitablemente el cliente manda y también es una distancia racionalizada: "yo escribo lo que quiero escribir, pero también intento volcar en mis libros lo que anticipo que a los lectores les puede seducir. Hay una especie de equilibrio entre las dos cosas y además hay un punto en común entre lo que a mi me gusta escribir y lo que creo que los lectores quieren que escriba, por lo cual no creo que me tenga que vender o traicionar mis intereses para lograr unas buenas ventas".
Y la conclusión es sencilla e ineludible: "Puedes hacer tu trabajo y quedarte satisfecho, que hasta que los lectores no vienen y te devuelven el feedback de lo que les has dado no puedes quedarte tranquilo. Para mí son la referencia, la razón por la que escribo. No escribo para guardar las cosas en un cajón, escribo para que me lean".
La templanza
Mauro Larrea es el personaje principal de La templanza (Planeta, 530 páginas, 21,90 euros). Un español emigrante en el México del siglo XIX sin más patrimonio que sus manos desnudas y su fuerza vital. Desde su condición de minero raso construye un imperio inmenso pero, cercano a la cincuentena, un golpe de mala fortuna lo arruina todo.
El armazón narrativo de la aventura del minero Mauro para reconstruir su vida cultivando la tierra es una odisea que pasa por el Caribe y llega hasta una España decadente pero definitiva para el protagonista. Un punto final que para la autora fue el inicio de todo: "Yo en principio queria volver la mirada hacia un Jerez bodeguero del XIX, aquel Jerez espléndido con 500 bodegas y un comercio internacional muy potente, unas relaciones comerciales riquísimas con Inglaterra. Me pareció un escenario que daba para una nueva novela".
El resto fue construir hacia atrás, explica: "Supe que algunas bodegas fueron establecidas con capitales indianos, con capitales de retorno de españoles que habían hecho fortuna en América y volvían a invertir en un sector próspero en España como el del vino de Jerez entonces. De ahí tuve la idea de que mi protagonista adaptara ese perfil".
Narrativa y agilidad
Más allá de los matices, las fórmulas narrativas eficaces se revelan en resultados. Las páginas de esta novela son una cuesta abajo irresistible para la atención del lector. El milagro de la expresión puede ser un don de talentos privilegiados, pero someter sin fisuras el mecanismo de la atención es sobre todo un oficio depurado a fuerza de horas y meticulosidad.
"Me documento muchísimo y después voy triturando esa información, -explica la escritora-, aprendo mucho, me parece apasionante y después es lo que aplico para poner en pie los escenarios, el telón de fondo en las ciudades que aparecen en cada una de mis novelas. Luego está la construcción de los personajes, que es algo más intimista y ya no necesita documentación de ningún tipo, sino que eres tú y tu propia cabeza quien los va creando".
A juzgar por los datos de ventas y la diversidad de público, el patrón ideal para tejer tales mimbres es un secreto que María Dueñas ha aprendido con claridad: "La capacidad para dejarnos envolver por unas tramas, personjes y escenarios ajenos a nuestra propia realidad, desprendernos de nuestra piel y meternos en otras distintas. Eso siempre permanecerá".
Y apela al animal curioso que es el homo sapiens para augurar futuro a la narración escrita en un porvenir tecnológico: "Es un placer absoluto descubrir un libro y sumergirte dentro. Esa fascinación ha pervivido a lo largo de los siglos y diría muy poco de los humanos que nos la cargáramos a estas alturas".