Las elecciones británicas, sin un claro favorito
- Están en juego 650 escaños de la Cámara de los Comunes
- Conservadores y laboristas están separados por tres o cuatro puntos
En las elecciones generales del próximo 7 de mayo en el Reino Unido están en juego 650 escaños de la Cámara de los Comunes que representan a otras tantas circunscripciones divididas de la siguiente manera: 533 en Inglaterra, 59 en Escocia, 40 en Gales y 18 en Irlanda del Norte.
El candidato que aspire a ocupar un escaño en el Parlamento deberá ganar en su respectiva comunidad, lo que obliga a los aspirantes a buscar el voto puerta a puerta, a llevar una campaña centrada en las necesidades de los vecinos y no tanto en los grandes mítines con líderes nacionales.
Estas elecciones generales se presentan como las más inciertas de los últimos años. Las encuestas dan resultados muy igualados a los dos principales partidos: conservadores y laboristas, según quien elabore los sondeos, estarían separados por tan solo tres o cuatro puntos y rondarían el 33% de los votos. Lo que parece claro es que ninguna de las dos formaciones, históricamente más importantes, obtendría mayoría suficiente como para gobernar en solitario.
El decisivo papel de Escocia
Como en el sistema electoral británico quien gana en su circunscripción se lleva la victoria completa, todas las apuestas apuntan al decisivo papel que pueden jugar los partidos pequeños en la formación del nuevo gobierno. Especialmente los nacionalistas escoceses del SNP. Las encuestas les otorgan 50 de los 59 escaños de Escocia, algo que podrían obtener con cerca del 6% del total de los votos del país. Lo que supondría el descalabro laborista en un feudo histórico.
Por lo pronto los nacionalistas escoceses de Nicola Sturgeon ya han anunciado que apoyarán al laborista Ed Miliband en la formación de gobierno para desplazar así a los conservadores del número 10 de Downing Street. Sin embargo, el líder laborista ha mostrado su intención de gobernar en solitario y, en todo caso, llegar a acuerdos puntuales con el SNP.
Otra fuerza que aspira a ser la llave del Gobierno es el eurófobo UKIP, con un respaldo cercano al 14%. Pero el hecho de presentarse a nivel nacional le impedirá, casi con toda seguridad, hacerse con un elevado número de escaños. Su líder, Nigel Farage, inclinaría su apoyo hacia el gobierno conservador.
El partido liberal-demócrata de Nick Clegg, actualmente en el gobierno de coalición con David Cameron, no afronta estas elecciones con las mejores perspectivas. Las encuestas le auguran en torno a un 8%. La caída podría ser tan fuerte que incluso peligraría el escaño del propio Clegg.
Y si los nacionalistas escoceses se postulan como el futuro apoyo de los laboristas, los conservadores podrían tener como socio al DUP, el Partido Democrático Unionista de Irlanda del Norte, cercano ideológicamente al partido de David Cameron. Los sondeos más favorables les otorgan 10 escaños. Una cifra reducida pero que se antoja puede ser determinante si finalmente los resultados son muy ajustados. En cualquier caso el DUP ya ha anunciado que no es su intención formar gobierno con los tories.
Recuperación económica
Entre sus puntos fuertes, el Partido Conservador de David Cameron presenta en esta campaña electoral una incontestable recuperación económica durante su mandato. El crecimiento del PIB en 2014 fue del 2,8%, y este año será mayor del previsto (2,5% frente al 2,4% anunciado). Y la tasa de paro, que está ya en un 5,7%, caerá al 5,3%.
Así que en plena campaña el Gobierno anuncia rebajas fiscales en el impuesto de la renta, en las tasas universitarias y en seguir con su plan para acabar con el déficit. También se reducirían, entre un 1% y un 2% artículos tan populares como la cerveza, el whisky y la sidra.
El Partido Laborista, sin embargo, acusa al gobierno de Cameron de legislar para los ricos y de haberse olvidado de las familias trabajadoras británicas. Le recuerdan que hay más de dos millones de niños en situación de pobreza que viven en hogares con ingresos más bajos que el 60% de la media nacional. Los laboristas proponen aumentar el salario mínimo hasta las 8 libras por hora (11 euros) y erradicar los llamados contratos de "cero horas", que permiten a las empresas llamar a los trabajadores cuando los necesitan sin garantizar un número determinado de horas al mes.
Aunque el Partido Conservador basa su discurso en la fortaleza de la economía y el liderazgo de Cameron, la oposición le recuerda al gobierno el alto precio de las políticas de recortes y ajuste y lo que en su opinión es una falta de apoyo al sistema nacional de salud. En contra de los laboristas juega sin duda la escasa valoración que en las encuestas públicas obtiene su líder, Ed Miliband.
Unión Europea e inmigración
Pero sin duda una de las cuestiones centrales de esta campaña es el compromiso de David Cameron de celebrar un referéndum, en 2017, para la continuidad del Reino Unido en la Unión Europea si gana las elecciones.
Acuciado por los sectores más euroescépticos de su partido, el primer ministro británico ha querido cerrar con este anuncio una posible fuga de votos conservadores hacia el eurófobo UKIP de Nigel Farage, contrario siempre a toda política económica y migratoria procedente de Bruselas.
Y es que para muchos británicos, y buena parte de la prensa, claramente euroescéptica, la adhesión europea tiene como objetivo la prosperidad económica, pero no a cambio de la integridad política. Un sentimiento que ha ido en aumento en los últimos años, cuando la crisis económica ha generado en la zona euro un alto nivel de paro que ha tenido como consecuencia la llegada de miles de inmigrantes al Reino Unido.
De hecho, el Gobierno de David Cameron ha endurecido en los últimos meses las medidas hacia los inmigrantes que llegan en busca de trabajo, a la vez que espera renegociar con Bruselas las leyes comunitarias sobre el tránsito de ciudadanos en la Unión.
Para el Partido Laborista, plantearse la salida de la UE en un referéndum sería la ruina del país. Por eso, al igual que el Partido Liberaldemócrata, defiende una mayor implicación británica en Europa para una mejor defensa de sus intereses.
Si en algo están de acuerdo las principales fuerzas políticas del Reino Unido es en endurecer la lucha contra el terrorismo y los grupos extremistas.