Ian Gibson: "Buñuel se fue a la tumba pensando en el fusilamiento de Lorca"
- La Academia de Cine premia con el Muñoz Suay a Gibson y a Rafael Nieto
- El hispanista de origen irlandés gana el premio con una biografía de Buñuel
"Hasta la muerte, me consta que no hubo un día en que Buñuel no pensara en los últimos momentos de Lorca ante un pelotón de fascistas en Granada, en su Granada, que él había cantado como nadie. Yo sé que Buñuel se fue a la tumba pensando en el fusilamiento de Lorca". Así lo afirma con rotundidad a RTVE.es el hispanista Ian Gibson.
"Y Dalí también -continúa el historiador-, dicen que cuando Dalí se moría, se le oía decir 'Lorca, Lorca'. Fue una amistad hasta la muerte y quién sabe si no más allá". Lorca, Dalí y Buñuel, tres amigos dispares unidos por la condición genial y por la coincidencia en el tiempo y en el espacio de su estancia en la Residencia de Estudiantes. "Es un triángulo amistoso-amoroso con momentos estupendos pero también con envidias, rupturas y reconciliaciones", apunta el hispanista.
El escritor ha recibido este martes el Premio Muñoz Suay por su obra biográfica Luís Buñuel. La forja de un cineasta. Se trata de un galardón concedido por la Academia de Cine que ha compartido con Rafael Nieto Jiménez, autor de la obra Juan de Orduña. Cincuenta años de cine español.
Asesinado por orden oficial
Sobre estos tres hombres se han vertido ríos de tinta, incluso un cómic evoca su leyenda. Pero el asesinato de Lorca marcaría como un hierro candente la memoria de los dos que continuaron viviendo. Recientemente ha salido a la luz un informe de 1965 de la Jefatura Superior de Policía de Granada que revela que Federico García Lorca fue asesinado junto a otra persona y define al poeta como "socialista y masón", a la vez que le atribuye "prácticas de homosexualismo".
Gibson da cuenta de su origen: "Lo que pasó es que ellos (el gobierno franquista) pidieron un informe a la policía de Granada para saber qué había pasado con Lorca, y el informe fue tremendo porque demostraba que todo se hizo oficialmente. Cuando el gobierno recibe esto, habiendo mentido durante décadas, tiene en sus manos un informe de su propia gente que certificaba la intención (...) Si se publica en aquel momento hubiera sido una bomba".
Y el biógrafo reivindica la búsqueda del original: "A raíz de esto varios periodistas han llamado al archivo histórico nacional pidiéndolo, pero dicen que no lo tienen. Yo no sé, porque desde luego lo tenían: la copia que yo tengo pone 'archivo histórico nacional' con la signatura del documento".
Tres genios unidos por la amistad y por la muerte
No solo fue un motivo mezquino que incitó a sus verdugos a apretar el gatillo. Entre el vendaval de tres talentos creativos tan potentes, Salvador, Luis y Federico, la homosexualidad de Lorca se deslizó como un catalizador de afectos irrompibles, de pasiones y odios extraños de los que el historiador irlandés nacionalizado español también da cuenta en la biografía del cineasta.
"A Buñuel le produce angustia todo el tema gay, pero es amigo íntimo de Lorca", explica Gibson, y rememora la intensidad de la confesión del tercer amigo: "Dalí me contó todo eso de su relación, que él no era gay, que hubiera querido, que Lorca sí quería pero él no se podía entregar, que aquello fue un sufrimiento y un dolor imposible. Tenía lágrimas en los ojos hablando de Lorca". El entrevistado describe su encuentro con Dalí como "un momento intensísimo".
"Seguro que Buñuel y Dalí en sus últimas horas se sintieron en deuda con Lorca", asiente el escritor, y trae a colación un argumento: "Un perro andaluz es una especie de sátira hacia Lorca. Buñuel estuvo rumiando y lamentando eso durante mucho tiempo. La correspondencia escrita de entonces no tiene mucho que ver con la autobiografía que dictó años después. Son documentos bastante contundentes que reflejan insultos y envidias".
"La autobiografía de Luis Buñuel Mi último suspiro se lee muy bien, pero no es un libro fiable, es un libro dictado; no es fiable, ninguna autobiografía lo es. No menciona para nada la homosexualidad de su hermano Alfonso, por ejemplo (...) La homosexualidad era un problema entonces. Era difícil para todo el mundo", concluye.
Mejor un biógrafo que una autobiografía
En este sentido, Gibson es contundente: "Por eso hacen falta los biógrafos, para añadir matices y corregir un poco el cuento. Ni Buñuel, ni Dali, ni Lorca pondrían jamás los pies en una hemeroteca para comprobar un dato. El trabajo de un biógrafo es imprescindible, y ellos no lo eran; eran creadores.
Luís Buñuel. La forja de un cineasta ha costado siete años de esfuerzos al historiador: "Es un libro que no se podía haber hecho sin mucho trabajo previo. El biógrafo debe leer todo lo que se ha escrito previamente (...) Me siento muy en deuda con otros investigadores como José Francisco Aranda, que hizo la primera biografía, un trabajo complicado bajo el franquismo, pero que fue un punto de partida”, y menciona a autores que le inspiraron "como Román Gubern y Javier Espada".
Y, aunque nacionalizado español, Gibson hace un guiño docto, sin perder la sonrisa socarrona, en favor de un compatriota irlandés, inmortal en las letras: "Luis Buñuel es discípulo de jesuitas, y James Joyce, mi paisano, también es discípulo de jesuitas. El director conocía el libro de mi paisano Retrato del artista adolescente, traducido por Dámaso Alonso. Yo tengo el ejemplar de Luis, me lo regaló Pedro Christian García Buñuel. Él no solía subrayar, pero contiene algunas pequeñas marcas que me hacen pensar que Joyce influyó en él, que le reconoció como hermano condiscípulo de jesuitas".
Un pequeño apunte, erudito sin perder el buen humor. Pues aunque lo mencionemos para cerrar este texto, Ian Gibson comenzó hablando de Buñuel diciendo: "Sin su sentido del humor, Luis Buñuel no es Luis Buñuel".