El SNP escocés aspira a un resultado histórico y ser la llave de Gobierno en Reino Unido
- En seis meses largos ha cuadruplicado su militancia
- Una sondeo de IPSOS/Mori otorga a los nacionalistas todos los escaños escoceses
Los fans de Star Wars pueden estar tranquilos: Nicola Sturgeon no sustituirá a Carrie Fisher en el Episodio VII, pero el 7 de mayo tendrá la fuerza para ganar las elecciones generales británicas en Escocia por obra y gracia del The Scottish Sun. El diario propiedad de Rupert Murdoch pide el voto para el Partido Nacionalista Escocés (SNP en sus siglas en inglés), y el magnate de la prensa nunca da su apoyo a la ligera. Siempre juega a ganar.
Aunque en este caso el caballo por el que ha apostado va camino de arrasar, si hacemos caso a la encuesta de IPSOS/Mori para la televisión pública escocesa que les otorga todos y cada uno de los 59 escaños escoceses. Si ese vaticinio hace arquear las cejas de incredulidad, vamos a las encuestas más prudentes, que les dan 41 asientos. Son diputados más que suficientes para ser el tercer partido en Westminster y tener la llave de Downing Street.
Un panorama que hubiera hecho reír de incredulidad a muchos el 19 de septiembre de 2014. Esa mañana, David Cameron y buena parte del Reino Unido respiraban con alivio al confirmarse que los escoceses decidían en referéndum por un margen más estrecho del esperado (45%-55%) seguir formando parte de la unión. El debate independentista, aseguraba el primer ministro, había quedado cerrado “por una generación, puede que para toda la vida”.
Escocia puede cambiar su futuro
Pero la campaña del Sí ha continuado movilizada hacia un nuevo objetivo, garantizar que los partidos de Westminster cumplen sus promesas durante la campaña de más competencias para Escocia. Y la mejor manera de garantizarlo es encargando que les vigile el SNP, que en estos 6 meses largos ha cuadruplicado su militancia. Uno de cada 5 miembros es ahora menor de 30 años, jóvenes implicados en política gracias al referéndum.
Son jóvenes que perdieron la batalla de la independencia pero van camino de ganar la guerra de la democracia tras comprobar que un país a menudo ignorado en Westminster puede cambiar su futuro y ponerse en el mapa yendo a las urnas. “Escocia es un país distinto y lleva siéndolo desde 1999, cuando comenzó el proceso de devolución –asegura el profesor de la London School of Economics Tony Travers-. La diferencia con ese momento es que ahora está más preparada que nunca para servirse del sistema electoral británico para ganar poder para sí misma”.
Es una ciudadanía politizada y “radicalizada”, un adjetivo que Owen Jones utiliza sin rubor y en positivo. El columnista del Guardian y autor de The Establishment, uno de los libros de cabecera de Pablo Iglesias, cree que, bajo esa presión, el SNP no ha tenido más remedio que virar a la izquierda.
Sturgeon, líder mejor valorada
“El SNP es un partido políticamente amorfo y transversal cuyos miembros provienen del socialismo tanto como de las filas de los conservadores escoceses –subraya Jones-. De hecho recibe más donaciones de las 100 mayores fortunas del Reino Unido que el Labour”. Ahora bien, matiza que “Nicola Sturgeon está claramente a la izquierda de lo que representaba Alex Salmond”.
Durante la campaña, el SNP ha alejado de los focos a Salmond y evita hablar de la independencia, un objetivo, dicen, que queda aparcado para más adelante. Ahora es el momento de llevar al resto del Reino Unido el estado del bienestar escocés, con matrículas universitarias y medicamentos gratuitos. Y la cara amable de ese estado del bienestar es Nicola Sturgeon
Sturgeon se ha convertido en la líder que necesitaba el movimiento independentista para consumar ese viraje a la izquierda. La ministra principal escocesa ha disipado las dudas que surgieron al sustituir a un personaje con tanto carisma como Salmond. Sin ser siquiera candidata a las elecciones, Sturgeon ha sido la revelación de esta campaña con sus maneras amables y su verbo contundente contra los tories y la austeridad.
Una contundencia que ha llevado a los debates electorales, de los que ha salido como la líder mejor valorada no sólo por los escoceses sino por el conjunto de los británicos. No resulta raro escuchar a ingleses afirmando que votarían al SNP si pudieran. En esos debates, y con el respaldo de las encuestas, Sturgeon ha propuesto al candidato laborista Ed Miliband, una alianza antiausteridad o, si se prefiere, un “todos contra Cameron”.
Por tanto, Miliband podría ser primer ministro gracias al mismo SNP que le podría convertir en una fuerza residual en Escocia, su patio trasero durante décadas, el país del que salieron Tony Blair y Gordon Brown para cambiar la historia del Reino Unido. Cameron ha atacado ese flanco débil laborista toda la campaña, llegando a acusar al candidato del Labour de entregar el Reino Unido a aquellos que quieren romperlo.
SNP, llave de Gobierno en Reino Unido
El SNP tiene la llave del futuro del Reino Unido. Puede hacer primer ministro a Ed Miliband sin mancharse las manos, apoyando al gobierno laborista en minoría con acuerdos puntuales y evitando el desgaste de engorrosas coaliciones –que se lo digan a Nick Clegg y sus liberal demócratas - y pactos de legislatura. A cambio reclamaría más poder para Escocia con el objetivo de la independencia a medio y largo plazo.
Y si Cameron sigue en Downing Street el SNP jugará a la contra, dejando que en una Escocia de izquierdas y europeísta cueza a fuego lento el resentimiento hacia un gobierno conservador sin ningún interés en cultivar la amistad escocesa y, además, euroescéptico. Y es que el referéndum sobre la pertenencia del Reino Unido a la Unión Europea anunciado por Cameron también es clave para el futuro mismo del país.
La Escocia independiente quería ser miembro de la Unión Europea, y los escoceses se cuentan entre los británicos más europeístas. Ante ese eventual referéndum, Sturgeon ya ha pedido poder de veto para Escocia. De no obtenerlo, el SNP forzará un segundo referéndum de independencia.
Sea con un gobierno rojo o con un ejecutivo azul, Escocia parece abocada a volver tarde o temprano a las urnas a decidir su futuro como parte del Reino Unido o como un estado independiente, y el resultado puede ser, esta vez, completamente diferente. En las elecciones del 7 de mayo las costuras del Reino Unido volverán a tensarse.