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Carl Andre, el lugar es la escultura

  • El Reina Sofía organiza la primera gran retrospectiva del artista en España
  • La muestra incluye 400 piezas entre esculturas y series de poesía visual
  • El escultor y poeta desarrolló un revolucionario concepto de composición
  • La exposición podrá visitarse entre el 6 de mayo y el 28 de septiembre

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Carl Andre 1958-2010, Vista de la exposición en el Palacio de Velázquez
Carl Andre 1958-2010, Vista de la exposición en el Palacio de Velázquez

Un escultor, en el sentido clásico del término, redistribuye la materia, la talla o la modela y arranca una obra de ella. Es el uso convencional. Pero en los años 50, el artista minimalista norteamericano Carl Andre (Massachusetts, 1935), aisla la esencia de esta idea y deja de utilizar la materia como sustancia para dedicarse a esculpir con el espacio. Relaciona al observador con determinados elementos evocadores y crea un lugar en su mente; su escultura es un lugar.

"En 1988, tomó planchas de acero fabricadas en España y las dispuso en hileras creando un camino. Es un lugar que evoca al espectador la fabricación de barcos y las factorías de acero en un momento de reconversión industrial muy importante para la población" explica Yasmil Raymond a RTVE.es el planteamiento de la obra 46 Roaring Forties.

Raymond es comisaria de la la exposición Carl Andre: Escultura como lugar, 1958-2010. Organizada por el Museo Reina Sofía, es la primera gran retrospectiva celebrada hasta la fecha en España del escultor y poeta. Entre el 6 de mayo y el 28 de septiembre, podrán admirarse 400 piezas entre esculturas y sus series de poesía visual y concreta. La muestra incluye además la obra mencionada, expuesta en el museo la misma fecha que su autor la creó hace 27 años.

La materia es la relación con el lugar

"La gran pregunta para Andre es la relación del hombre con el espacio y los materiales que saca de la tierra, busca la definición de un lugar en el cosmos", añade Raymond. "Estos materiales y su uso también implican una relación con la economía y la política", apunta la comisaria resaltando que los lugares no solo tienen condición geográfica o geométrica. También importa el vínculo con la memoria, y con las emociones de la existencia.

La comisaria nos relata como, en 1973, "el escultor no pudo encontrar en Nueva Delhi los materiales que necesitaba para sus piezas, ni maderas ni metales. Tan solo en una tienda de arte -explica- halló un bloque de masilla con el que hizo una obra efímera, que destruyó en el transcurso de la exposición", plasmando así un espíritu de lo transitorio en un momento de grandes cambios en el país y supervivencia de clases muy desfavorecidas.

Degradando los principios de verticalidad y autonomía en el espacio, Andre dotó a sus obras de una doble condición como “incisiones en el espacio” y como “lugares”, sintetizando así la historia de la evolución humana en la escultura en tres etapas que aplicó a su propia evolución: “escultura como forma, escultura como estructura, escultura como lugar”.

Esta última fase fue desarrollada por el artista al crear algunas de sus obras más importantes, como es el caso de Lever (Nueva York, 1966), una hilera de 137 ladrillos refractarios dispuesta a ras de suelo que sale desde la pared. También, y aunque la obra fue desmantelada en 1966, Andre rehízo en 1995 una copia de Sand-Lime Instar, (Nueva York) compuesta por los mismos ladrillos de arena y cal de la versión original.

Esculturas de palabras

En Carl Andre la expresión artística es diversa, aunque sus manifestaciones se reúnan en un solo camino hacia el espectador. El escultor practicó la poesía, y si Andre dio forma de escultura a la capacidad evocadora de los lugares, también hizo lo mismo con la materialidad del texto escrito, añadiendo un plano expresivo más al estricto contenido.

En 1975, el propio artista señaló: “Mi interés en los elementos o partículas en la escultura es paralela a mi interés en las palabras como partículas del lenguaje”. Durante los años 60 Andre daría a luz más de mil trescientas páginas de poemas; una voluminosa reflexión centrada en la sutil interrelación de los materiales y la lengua inglesa. Una parte importante de este trabajo puede contemplarse ahora en el edificio Sabatini del Museo Reina Sofía.

La obra del autor no podría comprenderse plenamente sin sus textos: poemas libres y collages textuales directos y herméticos, programáticos y epigramáticos. Yasmil Raymond señala que “la máquina de escribir era su estudio”. Junto al belga Marcel Broodthaers, Andre es quizás el único artista que también ha convertido la poesía en una parte integral de su obra.

Experiencia igualitaria

La exposición presenta por primera vez en 20 años, un grupo excepcional de objetos titulados Dada Forgeries, que manifiestan la vinculación del artista con los ready-made de Marcel Duchamp, un autor que le influiría tanto como Constatin Brancusi.

Esta antológica se distribuye en tres secciones: una, dedicada a la escultura, está ubicada en su mayoría en el Palacio de Velázquez; las otras dos, que agrupan, por un lado, las creaciones inclasificables de Andre -como sus objetos efímeros y postales o la ya mencionada y enigmática serie de ensamblajes Dada Forgeries- y, por otro, la poesía visual, se presentan en la tercera planta del edificio Sabatini.

Para Yasmil Raymond, un rasgo fundamental del artista es su peculiar modo de entender el trato igualitario hacia el público: "Carl Andre emplea la experiencia del visitante como elemento. El espectador debe ser valiente para completar la entidad de la obra. La pieza de Andre que se encuentre en un almacén, no existe".