Las exrehenes de Boko Haram cuentan las atrocidades de su cautiverio
- 275 mujeres y niños traumatizados y enfermos son internados para tratarles
- Más de 200 niñas liberadas de Boko Haram están embarazadas
- Fueron esclavizadas o forzadas a casarse con los milicianos islamistas
- Según los testimonios, algunas murieron en el asalto del Ejército nigeriano
Algunas de las rehenes liberadas por el Ejército de Nigeria han comenzado a relatar los abusos de todo tipo y privaciones sufridos durante los meses en los que han estado en manos de los islamistas de Boko Haram en el noreste del país.
Casi 700 mujeres y niños fueron liberados la semana pasada en uno de los feudos del grupo terrorista, el bosque de Sambisa. Según el Fondo de Población de Naciones Unidas (FPNU) un número "considerable" de las niñas liberadas están claramente embarazadas. Citando fuentes no oficiales, el diario nigeriano Vanguard ha elevado la cifra a 214 niñas encintas en uno de los campamentos.
Desde Lagos (Nigeria), el director ejecutivo del FPNU, Babatunde Osotimehin, ha explicado que en 2014 su organización se hizo cargo de más de 16.000 embarazos de mujeres en el noreste de Nigeria, la zona en la que Boko Haram concentra sus ataques. Osotimehin ha afirmado que el FPNU ha puesto en marcha un equipo para colaborar con las autoridades nigerianas para apoyar a las niñas violadas por Boko Haram y que afrontan un grave trauma psicosocial tras el final de su secuestro.
Traumatizados y desnutridos
El domingo, las autoridades han informado de que 275 mujeres y niños, traumatizados y desnutridos en algunos casos, han sido trasladados a un campo de desplazados en Yola, capital del estado de Adamawa, para ser atendidos por la Agencia Nacional de Gestión de Emergencias (NEMA).
"Ocho mujeres y 15 niños han sido hospitalizados por heridas sufridas durante su rescate", ha declarado un portavoz de la agencia, Sani Datti. Según Sa'ad Bello, coordinador de NEMA en Adamawa, muchas mujeres sufren una profunda depresión. "Algunas mostraban síntomas de estar verdaderamente traumatizadas e intentamos que vean que no es el final de sus vidas”, ha explicado.
Al llegar a la instalación les han repartido alimentos, mantas, mosquiteras o jabón, y además han realizado pruebas de detección de enfermedades de transmisión sexual a las mujeres, según Manzo Ezekiel, otro portavoz de la NEMA.
Una de las rehenes, Binta Abdullahi, de 18 años, fue secuestrada en su pueblo, cerca de Madagali, en el norte de Adamawa, hace más de un año. Ha recuperado la libertad, pero otras compañeros de cautivieron no tuvieron esa suerte.
Imagen facilitada por el Ejército del asalto al bosque de Sambisa.
"Cuando los militares entraron en el campamento donde nos tenían, los secuestradores nos dijeron que nos refugiáramos bajo los árboles y matorrales para sobrevivir a los bombardeos del Ejército”, ha declarado la joven a los periodistas a su llegada a Yola.
"Algunas mujeres que se habían escondido entre la vegetación fueron arrolladas por los carros de los militares que avanzaban sin saber que estaban ahí”, ha contado Binta.
Y cuando abandonaron el lugar, otras tres mujeres y algunos soldados murieron por la explosión de una mina, según si relato.
Antes de su llegada al bosque de Sambisa hace un mes, Binta ha explicado que pasó por el “cuartel general” de Boko Haram en Gwoza, una ciudad del noreste del país donde el grupo que se reivindica fiel al Estado Islámico proclamó un califato el año pasado.
Niños separados de sus madres
Sus dos hermanas, igualmente secuestradas, consiguieron huir, pero ella decidió quedarse porque se había hecho cargo de tres niños de menos de cuatro años a los que habían separado de sus madres. “No podía abandonarlos”.
“No podía abandonarlos“
Su testimonio es parecido al de otras rehenes que han denunciado matrimonios forzosos, abusos sexuales, amenazas por parte de los secuestradores de todo tipo y en particular para combatir en el frente.
Según ella, a las que rechazaban matrimonio con combatientes de Boko Haram porque ya estaban casadas les decían que acabarían siendo vendido como esclavas.
Lami Musa con su bebé nacido hace cinco días en el campo de Yola. AP Photo/Sunday Alamba
Otra mujer, Lami Musa, estaba embarazada de cuatro meses cuando, a finales de 2014, los yihadistas se hicieron con el control de su localidad cerca de Chibok.
En es Chibok donde la secta secuestró a más de 200 estudiantes el año pasado, una acción que conmocionó a Nigeria y gran parte del mundo. Este secuestro se convirtió en un símbolo de los raptos que han cometido este grupo insurgente y que asciende a unas 2.000 en poco más de un año, según Amnistía Internacional.
Los secuestradores prometieron que la casarían a la fuerza una vez que diera a luz. “Por suerte, nos salvaron el día siguiente a mi alumbramiento”, ha contado.
Las exrehenes “tienen hambres, están enfermas”, ha reconocido Turai Kadir, trabajador social de este campo de desplazados.
"Una mujer me ha contado que fue secuestrado en el mercado donde trabajaba con su marido. (Los islamistas) les llevaron a la sabana y mataron al hombre. Antes les habían dicho que ella sería casada a la fuerza con un miliciano. No hay nada más traumático”, ha lamentado.