'A esmorga', la parranda trágica que busca romper fronteras culturales
- La adaptación del clásico de Blanco Amor se estrena en toda España
- Triunfó en las salas de Galicia con más de 40.000 espectadores
FICHA TÉCNICA
Título original: A Esmorga
Año: 2014
Duración: 111 min.
País: España
Director: Ignacio Vilar
Guion: Carlos Asorey, Ignacio Vilar (Novela: Eduardo Blanco Amor)
Reparto: Karra Elejalde, Miguel de Lira, Antonio Durán 'Morris', Ledicia Sola
Las fronteras culturales han confinado a A esmorga, la novela de Eduardo Blanco Amor (1897-1979), al estatus de clásico de la lengua gallega, es decir, una obra casi desconocida para el resto de España. Censurada en el franquismo, fue un hit de la clandestinidad que llegaba en maletas desde Argentina y, ya en democracia, fue elevada a lectura obligatoria en el sistema educativo.
Ahora, la película A esmorga de Ignacio Vilar, adaptación ya estrenada en Galicia el pasado otoño con gran éxito, aspira a romper esas fronteras culturales con un doble aval: el material de partida y la calidad del resultado final. Miguel de Lira, Antonio Durán 'Morris' y Karra Elejalde (como invitado a esta parranda gallega) protagonizan la trágica y etílica huida hacia delante de tres hombres en el Ourense rural y profundo. Con la participación de TVE, se estrena en toda España (en gallego y doblada al castellano) el 8 de mayo.
“Enfrentarte al imaginario de miles de gallegos que leyeron la novela es duro”, explica el director sobre sus temores iniciales. Su primera decisión fue la fidelidad al texto salvo en un detalle: envejecer la edad de los tres protagonistas. Todo por Karra Elejalde. “Su papelón en La madre muerta, de Juanma Bajo Ulloa, tiene que ver con el personaje del Bocas. Le llamé y me dijo: «no tengo ni puta idea de galego», pero le convencí.”
40.000 espectadores solo Galicia confirman que A esmorga activo algo en el público. “Ya se han hecho mil versiones en teatro, pero hay algo en la película que llegó de la misma forma al intelectual, a la tendera de la calle, al profesor y al estudiante”, describe Antonio Durán 'Morris' que interpreta el papel de amanerado Milhomes. “La gente no se levanta al final del pase, parece un tanatorio”,
A esmorga, o La parranda, como el propio Eduardo Blanco Amor tradujo en su versión en castellano, es la confesión de Cibrán (Miguel de Lira) sobre la juerga sin control que, junto a Milhomes y Bocas, deja un rastro de destrucción absurdo, pero inevitable. Inscrita dentro de la corriente tremendista de la posguerra, la narración transciende lo local para formar una tragedia universal sobre el determinismo.
“Toda la película es un juicio donde no existe juez”, explica Miguel de Lira. “Cibrán está toda la película intentando determinar su salvación. La progresión de la historia toca porque es densa y el trío funciona bien, da ritmo dramático. La novela es casi un guion de cine. Una historia pequeña, casi documental, que tiene el atrevimiento de poner encima cosas de las que casi no se hablaba”.
La Galicia autodestructiva
“'Esmorga' tiene también la acepción de una juerga límite, entre la vida y la muerte, no solo la noche”, añade 'Morris'. “Tiene que ver también con la relación que Galicia tiene con la autodestrucción. Casi todos los de aquí, como Valle-Inclán, reflejan esa relación. Blanco Amor era un homosexual republicano en aquel Ourense fascista. Maltratado, murió sin un duro, con un pequeño apoyo de los intelectuales y no encontró su sitio en la literatura gallega”.
“Blanco Amor hace una trampa e intenta ubicar la novela en una época pretérita a la Guerra Civil para burlar la censura”, cuenta Karra Elejalde. “Habla de cómo éramos, cómo se gestionaban las relaciones sexuales. En aquel entonces, en un interrogatorio podían quedarse tus sesos en el suelo. Con el pánico de esa gente, solo queda huir hacia delante rompiendo lo que sea”.
El durísimo invierno de 2014 en la provincia de Ourense, con ocho ciclogénesis explosivas, jugó a favor de la atmósfera de la película que padecen los tres protagonistas (y los tres actores, con 10 horas diarias de chapuzón a lo largo de 10 semanas). Tres interpretaciones, físicas y emocionales, perfectamente ecualizadas. “Fue un trabajo muy duro, una película perra, desabrida. También muy duro en lo creativo”, recuerda Elejalde.
Una huida al callejón de la que Vilar busca una salida interpelando directamente al espectador. “Los personajes no son dueños de su destino, por eso es clásico y por eso tiene que ver son el presente. ¿A cuántos los gobiernos y el sistema les están marcando su destino?
Manuel Rivas: “A esmorga es un paradigma de lo local universal"
Coincidiendo con la película, la editorial Mar Maior (Galaxia) reedita A Esmorga con un epílogo de Manuel Rivas que contextualiza y analiza autor y obra. “Es una obra que nos sacude, carnavalesca en el sentido más profundo: el intento de una segunda vida que no esté marcada o predestinada por las convecciones” cuenta el escritor a RTVE.es.
Rivas conoció la novela cuando todavía llegaba desde Buenos Aires, donde fue publicada por primera vez en 1959. “La vida de la novela tiene una novela. Primero llegó la edición en castellano, que tradujo el propio Blanco Amor. Pertenecía al espacio de lo clandestino”, recuerda. “A esmorga es un paradigma de lo local universal. Realmente es una obra, hoy en día, de vanguardia y también tiene una cierta intemporalidad”
Pese a su inclusión en el canon literario gallego, la censura que Blanco Amor padeció en viva de alguna manera ha perdurado. “Es uno de las cuestiones pendientes de la Transición. La mirada inconformista hace la Transición se justifica cuando se comprueban estas zonas de sombra, esta falta de intercambios”.
Al autor de El lápiz del carpintero le gustaría que algo de “la rebeldía de Blanco Amor” se haya transferido a su propia obra y reivindica su vigencia y valentía. “Uno puede ser cobarde en la vida, pero lo decisivo es si a la hora de escribir eres capaz de viajar contra la estupideces, incluida la propia: poner en cuestión las convecciones ya establecidas”.