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'El universo de Orson Welles': dónde empieza el hombre, dónde acaba el mito

  • Un genio poliédrico visto a través de la pluma de 23 expertos y críticos de cine
  • 400 páginas y una gran colección de imágenes para conmemorar su centenario
  • Prologado por Garci, con participación de los periodistas de TVE Gerardo Sánchez y Moisés Rodríguez

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Imagen de archivo de Orson Welles.
Imagen de archivo de Orson Welles.

Niño prodigio, incomprendido y repudiado por Hollywood, mente pragmática que supo aprovecharse del mismo sistema al que permitió que le devorara… Es difícil definir la personalidad y la obra de Orson Welles, un genio poliédrico que rompió los moldes de todos los medios a los que se acercó.

Para intentarlo, y con motivo del centenario de su nacimiento, El universo de Orson Welles (Notorious Ediciones, 2015) reúne en más de 400 páginas aderezadas con una gran colección de imágenes a 23 plumas que diseccionan de una forma amena y asequible la filmografía del director de Ciudadano Kane o El cuarto mandamiento.

Prologado por el cineasta José Luis Garci, el libro cuenta con la colaboración de estudiosos y académicos como Alejandro Melero, Diego Moldes e Israel Paredes; críticos como Quim Casas, Luis Alberto de Cuenca y Miguel Marías; el ex fiscal general del Estado, Eduardo Torres-Dulce, o los periodistas Fernando R. Lafuente, David Felipe Arranz, Víctor Arribas, Moisés Rodríguez y Gerardo Sánchez.

El hombre, el mito

"Welles podría ser muchas cosas, entre otras, Quijote, mentiroso o fabulador, pero, desde luego, nunca convencional”, escribe el periodista de TVE y director del programa Días de Cine, Gerardo Sánchez, al analizar El cuarto mandamiento (1942) y preguntarse qué hay de verdad en la biografía del director.

Historias cruzadas, mitos y entrevistas que se contradicen, alimentan la figura de, en palabras de Torres-Dulce, “un romántico oblicuo y valedor libertario de los rebeldes con causas cuestionables (…) fiel a sus contradicciones y conforme con sus consecuencias”.

De sobra conocidas son sus luchas por su ópera prima, Ciudadano Kane (1941), una película que Moldes califica como la Capilla Sixtina del séptimo arte. Welles, junto a RKO, tuvo que enfrentarse primero a los intentos del magnate de la prensa William Randolph Hearst por frenar el estreno y después a su coguionista, Herman J. Mankiewicz, al que más tarde reconocería gran parte del mérito de la película.

Considerada por muchos la mejor película de la Historia del cine y la mejor obra del cineasta, algo con lo que Moldes no está de acuerdo, lo que es innegable es que Ciudadano Kane hizo grandes “aportaciones al cine como narrativa y como lenguaje” en manos del “mayor genio” de la Historia del celuloide.

Días de Cine tambnién analiza las claves de Orson Welles, las señas de identidad del genio y aquellas constantes de su personalidad que se repiten una y otra vez en su obra.

Trasgresor de las reglas de género

Como señala Garci en el prólogo, Welles supo imprimir su voz a todos los aspectos de las películas en su obsesión por retratar los cambios de época, el ocaso de las clases sociales y, como apunta el ex fiscal general del Estado, la inocencia, la perseverancia, el poder y la corrupción con “profundas raíces shakespearianas”.

“Elegancia pareja a su conmensurada técnica”, resume el letrado en su descripción del plano-secuencia inicial en Sed de mal (1958). Una película marcadamente “expresionista” que, como La dama de Shanghai (1947) –analizada por Víctor Arribas-, supo transgredir las reglas del género.

Dueño del fotograma

Ahora bien, su trabajo no se queda solo detrás de las cámaras. Orson Welles protagonizó muchas de las cintas que dirigió en un afán por el control completo del proceso.

“La devastadora presencia de Orson Welles era al mismo tiempo su mayor virtud y su peor enemigo”, escribe Melero sobre Alma Rebelde (Robert Stevenson, 1943), “la que le encumbró a lo más alto para limitar después su trayectoria”.

Un actor “portentoso, dueño de cada fotograma y de la cámara”, explica R. Lafuente que lo califica de “sublime e inquietante” en El tercer hombre (Carol Reed, 1949). “Nunca Orson Welles lograría alcanzar tal grado de emoción y deslumbramiento” en un “recital de gestos, sentimientos, trampas, ironía e inteligencia”, señala.

Orson Welles fue un genio delante y detrás de la cámara, que entendió el cine en movimiento a pesar de admirar a John Ford, que descompuso el personaje de la que fuera su esposa, Rita Hayworth, al tiempo que le proporcionó un nuevo y deslumbrante look con el Million Dollar Haircut y cuya trascendencia llega hasta los planos oblicuos de El tercer hombre.

Días de cine se plantea el quijotesco desafío de reflejar la dimensión de la figura de Orson Welles, con motivo de su centenario, personaje con tantas aristas y recovecos que resulta imposible de abarcar.

Ícaro desencantado

Un cineasta que, sin embargo, voló tan cerca del sol que perdió sus alas. Se enfrentó en más de una ocasión al sistema del Hollywood dorado que le arrebató, o en cuyas manos dejó, la verdadera redacción de la película, el montaje.

Welles era minuciosos y detallista en esta etapa. Llegó a editar un minuto por semana según recoge el periodista de TVE Moisés Rodríguez en su análisis de Mr. Arkadin (1955), pero criticó luego la amputación de algunas de sus películas en la moviola.

¿Dónde termina el mito y empieza el hombre? Eh ahí la gran pregunta que pretende resolver El universo de Orson Welles una pequeña joya para acercarse a la figura del centenario cineasta, a sus películas buenas y a las malas, a sus proyectos inacabados, a los films recuperados, a sus colaboradores y a sus amigos, a sus esposa…

Un tratado pretendidamente parcial que dibuja las filias y fobias del hombre que dirigió la mejor película de la Historia del cine y se casó con la mujer que todos deseaban.