Luis Goytisolo, sincero hasta en los sueños
- El escritor ha presentado este viernes su libro El sueño de San Luis
- El autor ha donado el manuscrito de la obra a la BNE
- Goytisolo explica a RTVE.es la génesis de la obra y su método de escritura
- El novelista fue Premio Nacional de las Letras en 2013
"Un 21 de junio, día de San Luis, fue cuando tuve un sueño. Puede ser simbólico o casual, no lo sé, pero me aclaró toda una serie de otros sueños que había tenido anteriormente y cuyo significado no comprendía", rememora el escritor Luis Goytisolo (Barcelona, 1935) en una conversación con RTVE.es.
Esta anécdota real es la génesis del título de su libro El sueño de San Luis (Anagrama, 120 páginas, 12,40 euros), cuyo manuscrito el autor ha donado este viernes a la Biblioteca Nacional de España en el acto de su presentación. Parejo al origen del nombre, el contenido también es fruto de una reflexión nacida en el territorio donde reina lo onírico, el subconsciente. "Caí en la cuenta a partir de una relectura de mi primera obra -Las afueras (1958)- que había cosas de las que no fui consciente en el momento de escribirla", relata el autor.
Y reflexiona: "Son elementos que tenían significado para mí y que lo tenían distinto en el contexto de la obra y que venían impuestos por cuestiones muy personales. Releí todos mis libros de cabo a rabo y me di cuenta de que había cosas que se van repitiendo en cada uno", continúa el escritor, concluyendo: "El subconsciente forma parte de lo que llamamos inspiración, no es decisivo pero cuenta e influye en el resto de la totalidad"; una producción que llevó a Goytisolo hasta el Premio Nacional de las Letras en 2013.
El subconsciente, un no tan callado compañero de viaje
Así, Julio, el hijo del protagonista de Las afueras, comparte nombre con Julia, la madre de Luis Goytisolo, a la que el escritor no recuerda porque murió en un bombardeo de la guerra civil, el día Luis cumplía tres años. Pero no es solo el hallazgo de coincidencias lo que cimenta El sueño de San Luis. Previamente, hubo extraños viajes al otro lado de la vigilia cuya comprensión es parte del proceso.
"En sueños anteriores descubría un barrio nuevo que quería conocer, o una obra en estado ruinoso, que era mía y que yo podía reconstruir". Hasta que, aquel 21 de junio, día de San Luis, nos relata Goytisolo: "Soñé con una carpeta que contenía una novela mía manuscrita que, curiosamente, tenía olvidada. Junto a esa novela, tenía seis resúmenes más y notas de otras seis, de un conjunto de siete. Esto me aclaró que lo que yo había soñado en términos de arquitectura, en realidad eran términos literarios y así pude entenderlo".
Y el escritor ata cabos: "Lo que yo había soñado previamente en términos arquitectónicos correspondía en realidad a una estructura literaria. Esto es lo que me reveló este sueño. Yo mismo había escrito un artículo que se publicó en El País que se titulaba Novela y rascacielos, donde decía exactamente esto, que la novela del siglo XX es un equivalente a los rascacielos coetáneos que se empezaban a hacer. Yo mismo me había dado la clave en este mismo artículo".
Son metáforas, no trampas, y mucho trabajo
"El subconsciente no me tiende trampa ninguna, lo que pasa es que tiene su propio lenguaje, como se sabe desde Freud -comenta el novelista-, es un elemento que aparece porque responde a una preocupación interna del sujeto. Crea un lenguaje distinto, un lenguaje metafórico, de forma que las metáforas del autor son unas fruto de su inspiración consciente y otras propiciadas por el subconsciente".
Y al hilo freudiano, Goytisolo compara con el afán creativo otro que mantiene cierta autonomía del control consciente: "El creativo y el sexual son impulsos algo similares. En el impulso sexual cada uno tiene sus preferencias, en el tipo de persona, la forma de proceder o los propios actos. Ahí también , hay un fuerte componente de lo que se recuerda y de lo que no se recuerda".
Luis Goytisolo acredita una relación con la labor literaria minuciosa, que le da credibilidad: "Siempre escribo a mano. El promedio es una novela cada tres años. De esos tres, dos y medio están dedicados a la preparación de la totalidad. Voy preparando la estructura de la obra capítulo por capítulo y voy tomando notas, frases literales, a veces observaciones. Una vez que me parece bastante maduro, empiezo un borrador. Ese borrador ya es la novela. Luego lo paso a limpio en una segunda escritura, también a mano. Luego lo escribo en el ordenador. La redacción final es una pequeña parte, casi todo es preparación".
Finalmente, a modo de confesión, en El sueño de San Luis, el autor cierra un círculo de confianza hacia el lector: "En la creación de una obra el subconsciente influye sobre la inspiración, en algún aspecto. Hay algún elemento de la novela que se te ocurre como los demás y que en realidad responde a una presión interior de la que no eres consciente y que solo captas años depués al releer". Una relectura que ha concluido en explicaciones impresas.