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Louise Bourgeois, el arte de tejer emociones

  • El Museo Picasso Málaga le dedica su mayor retrospectiva en España
  • Reúne hasta septiembre un centenar de obras, un tercio nunca expuestas

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Louise Bourgeois. 'Spider' (1996). Colección The Easton Foundation.
Louise Bourgeois. 'Spider' (1996). Colección The Easton Foundation.

Con sus casi tres metros de altura y ocho de diámetro, la inmensa Araña (Spider, 1996), auténtico icono de Louise Bourgeois, acoge bajo su vientre a los visitantes en el patio del Museo Picasso de Málaga como guardiana de la más amplia retrospectiva dedicada hasta ahora a la artista en España. Un centenar de obras, entre esculturas, piezas sobre papel y textiles y una de sus celdas, sirve para hacer un completo recorrido por la trayectoria de la que está considerada una de las más grandes artistas del siglo XX y XXI, a la que el reconocimiento no le llegó hasta cumplidos los 70 y que usó el arte para exorcizar las emociones.

La muestra puede verse desde este 10 de junio hasta el 27 de septiembre, comisariada por Iris Müller-Westermann, conservadora del Moderna Museet de Estocolmo -junto al que se organiza la exposición, donde se exhibió entre febrero y mayo-, y ofrece la posibilidad de contemplar alrededor de una treintena de obras inéditas procedentes de la fundación que se creó tras la muerte de la artista franco-americana a los 98 años.

"Están incluidos desde trabajos de los años 40 -en 1938 se mudó a Nueva York al casarse- hasta obras muy recientes, de sus últimos 20 años, convertida ya en una gran artista capaz de sublimar muchas problemáticas en grandes piezas esculturales", explica a RTVE.es el director artístico del Museo Picasso Málaga, José Lebrero, que destaca el paralelismo con la obra de Picasso, ya que ambos fueron muy prolíficos, vivieron más de 90 años sin dejar de trabajar y fueron referencia ineludible para artistas posteriores.

"La grandeza de un artista la va dando el tiempo, y en el caso de Bourgeois vamos comprobando cómo cada vez hay más adhesiones a su trabajo. Además, su obra tiene una tremenda frescura y cuando un trabajo artístico es capaz de sobrevivir a las limitaciones de su tiempo, empieza a ser grande. Su obra no envejece, más al contrario, rejuvenece con el paso del tiempo", señala Lebrero para subrayar su trascendencia.

Obra sanadora

Se codeó con Marcel Duchamp, Max Ernst, Yves Tanguy, Joan Miró, Mark Rothko o Willem de Kooning y coqueteó primero con el surrealismo y luego con el expresionismo abstracto, hasta que en los setenta conquistó un estilo más personal, en el que experimentó con materiales como el látex y el yeso para "expresar sentimientos complejos aflorados a la superficie de su vida mental", en palabras de Müller-Westermann.

Pero fue víctima del machismo dominante en el mundo artístico de forma que hasta que el reconocimiento de la crítica y el éxito comercial no le llegó hasta los 71 años, cuando en 1982 el MoMA le dedicó su primera retrospectiva -primera también que el templo del arte contemporáneo dedicaría a una mujer-. Durante tres décadas más, con Jerry Gorovoy como ayudante e íntimo colaborador, siguió trabajando y usando el arte como forma de aliviar su ansiedad y como un medio de exorcismo -"mi psicoanálisis está en la obra", decía-.

"Mi tema es la crudeza de las emociones, el efecto devastador de las emociones que se sufren", afirmaba la artista en una entrevista con Christiane Meyer-Thoss.

En este sentido, el título de la exposición de Málaga es muy significativo: Louise Bourgeois: He estado en el infierno y he vuelto, frase bordada en una de las piezas que continúa diciendo "... y, créeme, ha valido la pena". "Yo lo resumiría en 'oye, vale la pena vivir si uno sale del infierno', aunque a veces sea un mal rollo... El arte la ayudó mucho, su obra fue muy sanadora para ella", apunta el director artístico del MPM.

"El arte puede ser a veces un instrumento para lidiar con los conflictos y mirarlos de frente, para lograr resucitar de estas pequeñas muertes que tiene vivir. Es una obra que opera y actúa como un procedimiento alquímico, de transformar el mal rollo en una solución para seguir viviendo", continúa Lebrero, que califica además como "valor en alza" de la obra de Bourgeois su capacidad para provocar el llanto de muchos de quienes la contemplan.

Una tela de araña temática

Tras el recibimiento inicial de la araña, el "insecto protector de sus crías que la recordaba y vinculaba a su madre", también animal tejedor como fue su progenitora -tenía un taller de tapicería en el que ella ayudó de pequeña-, la exposición del Museo Picasso de Málaga tiende sus redes de manera temática.

Así, la muestra se divide en nueve salas con títulos tan evocadores como "soledad", "trauma", "fragilidad", "equilibrio"... y explora cómo Bourgeois fue tomando los temas y desarrollándolos en distintas fases de su carrera artística. Un recorrido que Lebrero espera que al visitante le sirva para "mirar, observar y pensar, y salga con algo que le pueda servir para vivir un poquito mejor". Una recompensa espiritual que completa el ciclo catártico y pasa de creadora a espectador.