El alcalde de Cádiz sustituye el retrato del rey Juan Carlos por el del anarquista Salvochea
- El líder de 'Por Cádiz sí se puede' sucede en el cargo a Teófila Martínez (PP)
- Se trata del retrato de Fermín Salvochea que fue alcalde de Cádiz
El nuevo alcalde de Cádiz, José María González Santos, conocido como Kichi, ha sustituido el retrato del rey Juan Carlos que presidía el despacho de su antecesora en el cargo, la popular Teófila Martínez, por el del anarquista y primer edil de Cádiz durante la Primera República, Fermín Salvochea.
Este es uno de los cambios del líder de Por Cádiz sí se Puede en su nuevo despacho de alcalde, que, según dijo recientemente, es más grande que su casa.
Al ser preguntado esta tarde sobre este asunto, Kichi ha explicado que aunque aún no ha tenido "mucho tiempo" para hacer de su espacio de trabajo un lugar cómodo para él, sí ha considerado que el retrato de Fermín Salvochea "debía ocupar un sitio ilustre", por lo que ha trasladado a otro lugar el del rey Juan Carlos.
Una figura emblemática de Cádiz
El gaditano Fermín Salvochea y Álvarez (1842-1907), uno de los principales difusores del pensamiento anarquista en el siglo XIX, fue alcalde de Cádiz durante la Primera República.
Salvochea, que todavía es una de las figuras emblemáticas de Cádiz, renunció a su herencia y a sus posesiones familiares para entregárselas a los más necesitados y optar por una vida alejada de todo lujo.
Cuando falleció el 28 de septiembre de 1907, su entierro se convirtió en una gran manifestación de duelo popular.
En "Crónica de un revolucionario", el médico sevillano Pedro Vallina y el activista judío alemán Rudolf Rocker elevaron su figura a la categoría de mito del anarquismo.
"Su muerte causó un mar de lágrimas y su sepelio dio lugar a una manifestación enorme, en la que participaron cerca de 50.000 personas. De todos los pueblos y aldeas fluyeron los pobres desheredados para despedirse", escriben en ese libro.
El nuevo alcalde de Cádiz ha tenido que explicar estos días que la retirada de la bandera de España de siete metros de la plaza de Sevilla que se quitó hace unos días no fue un gesto político, sino una medida para evitar que se dañara con el viento de levante y que la enseña nacional volverá a ondear una vez pase el temporal.