Kiss eleva la temperatura de la noche de Madrid a base de pirotecnia y rock'n'roll
- La banda estadounidense cerró anoche en la capital su gira europea
- Un espectáculo donde brillaron los clásicos del grupo y la pirotecnia
Kiss es mucho más que una banda de rock"n"roll: es, ante todo, puro espectáculo. Y a pesar de los más de 40 años de carretera que sus miembros originales acumulan a sus espaldas, merece la pena disfrutar de un show que no tiene equivalente en el panorama musical.
Así lo comprobaron los asistentes al concierto que anoche ofrecieron en el Barklaycard Center de Madrid, con el que cerraron su gira europea, que también tuvo parada el domingo en Barcelona. Un recinto lleno hasta la bandera y en el que el calor sofocante que imperaba en la capital se vio elevado varios grados debido al espectáculo pirotécnico y al repertorio cargado de clásicos con el que la banda estadounidense obsequió a sus seguidores.
Unos fans entre los que predominaban los cuarentones, muchos de ellos pintados como los componentes del grupo. Pero entre los que no faltaban tampoco niños y adolescentes, seguramente fascinados por el mundo de fantasía que propone la banda neoyorquina, en el que sus integrantes están más cerca de ser personajes de cómic de la Marvel que personas de carne y hueso.
Poco importa que, de los cuatro componentes originales, solo Paul Stanley (voz y guitarra) y Gene Simmons (bajo y voz) se mantengan al frente de la formación. Y, con el paso del tiempo, tampoco parece tan irreverente que dos músicos a sueldo (el guitarrista Tommy Thayer y el batería Eric Singer) hayan suplantado a Ace Frehley y Peter Criss, adoptando incluso sus maquillajes y disfraces. Al fin y al cabo, el espectáculo debe continuar y en esa materia Kiss está en la cúspide.
Arranque demoledor
El inicio del concierto no pudo ser más demoledor. Tras la caída de la gigantesca tela negra que cubría el escenario la banda arrancó con "Detroit Rock City", un clásico de 1976 que suena tan potente hoy como en sus inicios. Los fuegos artificiales y las llamaradas de fuego flanqueaban a un impertérrito Eric Singer, que marcaba el tiempo de la imparable máquina de rock'n'roll que es Kiss.
La locura se extendió por el pabellón, unánimemente puesto en pie desde el primer minuto. "Deuce", de los primeros tiempos de la banda, dio paso a "Psycho Circus", uno de los temas del disco de reunión con el que los miembros originales regresaron a mediados de los 90. Paul Stanley, simpático y dicharachero toda la noche, se empeñó en chapurrear en español con los asistentes, que recibieron con alborozo los esforzados intentos del vocalista.
La banda enlazó entonces tres temas de su disco de 1982 Creatures of the night: el que le da título, el celebrado "I love it loud" y el menos brillante "War machine", en el que Gene Simmons aprovechó para hacer su viejo número del tragafuegos. "Do you love me" volvió a levantar los ánimos antes de "Hell or Hallelujah", la única canción grabada en el siglo XXI de todo el repertorio madrileño. Fue el momento para el lucimiento personal de Tommy Thayer y su solo de guitarra. Hay que reconocer que Thayer es un músico cumplidor, a años luz de la personalidad de Ace Frehley, pero capaz de ocupar con dignidad el lugar del original Space Ace.
A partir de aquí todo fue a más. Tras "Calling Dr. Love" y una coreadísma "Lick it up" llegó uno de los grandes momentos del show de Kiss: en el inicio de "God of Thunder" Gene Simmons pareció volverse loco y comenzó a escupir sangre por la boca. Visto y no visto, "The Demon" "voló" al techo del pabellón, donde interpretó el resto del tema. Un número repetido una y mil veces en sus conciertos pero que sigue dejando con los ojos abiertos a los fans.
Tras "Cold Gin", Paul Stanley no quiso ser menos y voló por el pabellón desde el escenario hasta una plataforma hidráulica desde la que interpretó la emotiva Love Gun y una intensa "Black Diamond" con la que concluyó el concierto.
La traca final
Pero, por supuesto, faltaban los bises y los asistentes ya nos frotábamos las manos confiando en que, si lo visto hasta el momento rayaba a un altísimo nivel, lo que estaba por venir nos iba a dejar sin habla. Y así fue.
Arrancaron con "Shout It Out Loud", imparable; siguieron con "I was made for lovin" you", quizá la mejor interpretación de la noche; y remataron, por supuesto, con "Rock'n'roll all night", la canción festiva por excelencia. Mientras varios cañones disparaban confeti al público y los fuegos artificiales enfilaban la traca final, Gene Simmons y Tommy Trayer fueron elevados sobre el público por dos brazos hidráulicos a la vez que Stanley golpeaba su guitarra sobre el suelo del escenario madrileño.
Inexplicablemente, la hora y 50 minutos que duró el concierto parecía haber pasado en apenas unos minutos. El público, satisfecho pero con ganas de más, se esparció por la sofocante noche madrileña consciente de que Kiss sigue siendo el mayor espectáculo del mundo. Como dice la voz que cada noche presenta el show: “Querías lo mejor, tienes lo mejor: la banda más caliente de la tierra: Kiss”.