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Qué efectos tiene (y habría tenido) la reforma electoral que propone el PP

  • Los 'populares' quieren primar a la lista más votada en las elecciones locales
  • La frontera del 35% habría provocado cambios en el mapa electoral del 24M
  • En la práctica, la mecánica de la ley D'Hondt ya prima a los partidos grandes
  • El empuje de Podemos y C's aumenta la trascendencia política de una reforma

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Un votante toma una papeleta en un colegio electoral.
El Gobierno plantea una reforma electoral en el ámbito local para dar una prima a la lista más votada.

En la conferencia política del pasado fin de semana, el PP lanzó de nuevo un debate que ya abrió Mariano Rajoy hace justo un año, el de la reforma electoral para tratar de garantizar que gobierne el partido más votado mediante una prima de escaños. Por eso, el partido en el Gobierno y mayoritario en las Cortes tiene previsto llevar su propuesta al Parlamento, para que al menos se abra el debate de la reforma.

La idea del PP es establecer, para cualquier elección pero empezando por las municipales, una prima mayoritaria en el caso de que el partido más votado supere el 35% del voto y supere en cinco puntos al segundo.

Si ningún partido lo consigue, proponen que se celebre una segunda vuelta entre los partidos más votados -no han especificado qué porcentaje de voto necesitarían las candidaturas para superar el corte de la primera vuelta-, con la que se trataría de dar la mayoría de los concejales al que consiguiera "el 40% por ciento de los votos o una diferencia en torno a los siete puntos" con otro partido.

Si los resultados obtenidos tampoco permiten un gobierno en mayoría, se funcionaría con el sistema actual de pacto entre partidos.

Estrictamente no hay nada diferente en esta propuesta a la que el propio PP enunció hace justo un año, que crispó a la oposición por querer aplicarse antes de las municipales del pasado mes de mayo. No hubo tal reforma, y el asunto no pasó de ser una serpiente de verano, noticias que llenan los informativos y que se tornan irrelevantes. Pero el debate no ha cesado en las filas 'populares', que vuelven a poner esta cuestión sobre la mesa dentro de sus propuestas de actualización política.

¿Cuál es la diferencia ahora?

Formalmente, apenas hay diferencias entre lo que proponía el PP el verano pasado, inspirado a su vez en el sistema electoral griego e italiano, y lo que sugiere ahora, pero en el fondo político el PP cree que ahora es mejor momento, porque recién constituidos los ayuntamientos tiene tiempo para "buscar el máximo consenso en esta reforma electoral local", según el vicesecretario de Organización del PP, Fernando Martínez Maíllo.

El Gobierno sostiene que ahora es el momento para la reforma electoral local

Para no contaminar el debate, deja al margen aplicar estos principios a las elecciones autonómicas, que dependen "mucho" de los estatutos de autonomía, y a las elecciones generales que tienen que celebrarse este año.

El PP no quiere que esta prima a la mayoría se aplique en las próximas generales -aunque sí la incluirá en su programa electoral- con lo que espera evitar el rechazo que causaría cambiar las reglas del juego cuando está a punto de jugarse la partida y no pocas encuestas vaticinan una carrera reñida.

¿La reforma habría mejorado los resultados del PP el 24M?

Vaya por delante que aplicar un sistema electoral diferente a unas elecciones pasadas no es un ejercicio aséptico, porque las características de un sistema electoral (la fórmula empleada, el tipo de circunscripción, la barrera electoral) tienen unos efectos determinados en los resultados (los llamados "efectos mecánicos" de los sistemas electorales).

Hay votantes que no son ajenos a estos mecanismos y los incorporan a la hora de emitir su voto, por lo que aparecen así comportamientos estratégicos del voto para no desperdiciarlo, el famoso voto útil. Estos son los llamados "efectos psicológicos" de los sistemas electorales.

De todos modos -e insistimos, en un ejercicio de política ficción-, y como esto va al fin y al cabo de cálculos electorales, cabe preguntarse si el PP se habría beneficiado de la aplicación de la prima mayoritaria en las pasadas elecciones municipales. La respuesta sería afirmativa, aunque con matices.

Con la prima por mayoría, los 'populares' podrían haber conservado los Ayuntamientos de Valladolid y Ciudad Real

En los comicios del pasado 24 de mayo, en 47 de los 145 municipios españoles de más de 50.000 habitantes el partido ganador superó el 35% de los votos y no consiguió la mayoría absoluta; por lo tanto, habría recibido una prima de mayoría de haber regido esta reforma. De estos 47 municipios "primados", en 30 el PP fue la lista más votada y en 12 lo fue el PSOE.

Gracias a estos premios a la mayoría, los 'populares' habrían mantenido las alcaldías de las capitales de Valladolid y Ciudad Real, y en otras poblaciones como Marbella, Torremolinos, Vélez-Málaga, Mijas, Ferrol, Gandía, Torrevieja y Móstoles, los regidores también seguirían siendo de su partido.

En cambio, el PSOE no habría conquistado ningún ayuntamiento gracias a la hipotética prima que habría recibido el 24M en Segovia, Huelva, Linares, Utrera, Chiclana de la Frontera, Mérida, Arona, Fuenlabrada, Puertollano, Santa Coloma de Gramenet, Viladecans y Cornellà de Llobregat.

También, esta reforma del sistema de elección de alcaldes habría abocado a 30 capitales a votar en segunda vuelta, entre ellas las principales ciudades españolas: Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla y Zaragoza, pues en ninguna de ellas ningún partido alcanzó el 35% de los votos.

La reforma electoral del PP habría propiciado segunda vuelta en 30 capitales en las pasadas elecciones

Y también habría una nueva votación en A Coruña, Lugo, Cádiz, Córdoba, Oviedo, San Sebastián, Vitoria, Pamplona, Huesca, Teruel, Tarragona, Lleida, Girona, Zamora, Burgos, Ávila, Cáceres, Toledo, Albacete, Cuenca, Castellón, Alicante, Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria.

De hecho, se da la circunstancia de que en Albacete y Cuenca el PP tendría que haber ido a segunda vuelta pese a superar el 35% de los votos al no haberse distanciado en cinco puntos del segundo partido más votado, el PSOE.

El sistema electoral español ya prima a las mayorías

En un sistema electoral proporcional como el español, el partido que gana con mayoría absoluta obtiene también una mayoría absoluta de los concejales. Pero la fórmula D’Hondt, la que se aplica en España, es la que más favorece a los partidos grandes, de manera que lo habitual es que el partido ganador obtenga una cierta sobrerrepresentación, es decir, que el porcentaje de los concejales sea mayor que el porcentaje de voto -los "efectos mecánicos" que citábamos antes-.

De hecho, una investigación de la Universidad de Castilla-La Mancha calculó la prima media obtenida por el ganador en todas las elecciones municipales celebradas en España entre 1979 y 2011, y obtuvo que el partido vencedor obtuvo una prima media de 3,34 puntos porcentuales. Teniendo en cuenta solo los casos con más de una lista en los que la prima al ganador es positiva -en el 19,2% de los casos, los partidos obtenían un porcentaje de escaños menor que el de votos-, la media de esta prima es en realidad de 4,9 puntos.

La ley electoral española tiende a la sobrerrepresentación de los partidos grandes; añadir primas penalizaría más a los pequeños

Es decir, señalaba este estudio, en un número apreciable de elecciones (el 9,8% de aquellas en las que hay más de una lista), el sistema electoral producía per se "mayorías absolutas manufacturadas", en las que el partido ganador obtiene una mayoría absoluta de los escaños sin tenerla en votos a candidaturas, y además, estas mayorías son más frecuentes en los municipios más grandes, donde más concejales se eligen.

Por otro lado, como recuerda otro trabajo de los profesores de Ciencia Política José Ramón Montero y Pedro Riera, "el reparto de escaños es una operación de suma-cero", de modo que las primas para los partidos ganadores conllevan penalizaciones para los demás, "en especial para el tercero y cuarto, que resultan así infrarrepresentados".

El dilema entre estabilidad y pluralidad

En la práctica, el sistema electoral español ha tenido un efecto reductor en la vida partidista. Quiere decir esto que la competitividad real ha sido cosa de dos partidos, PP y PSOE, con permiso de las formaciones regionalistas e independentistas allí donde tienen relevancia y el menor peso de otras fuerzas nacionales minoritarias, como ha sido el caso hasta este año de IU y UPyD.

Y, sin embargo, el escenario político español ha cambiado y ha dado lugar a la entrada de nuevos partidos con capacidad de influencia para formar alianzas y desalojar o apuntalar al ganador de una elección, como ha pasado con los pactos de izquierdas con partidos como Podemos, IU, Compromís, etc., y los apoyos de Ciudadanos.

El debate político más allá del electoral: primar la estabilidad de los gobiernos o la pluralidad de fuerzas

Consigan o no sobrevivir a su propia emergencia, Podemos y Ciudadanos desafían el tradicional bipartidismo español y si en España se cambia la actual ley electoral -para lo cual hace falta el acuerdo como mínimo de los dos grandes partidos- inevitablemente se condicionan sus posibilidades de futuro -como ellos mismos también quieren hacer, por otra parte, cuando proponen cambiar las leyes electorales para que operen en su favor-.

Lo que deciden una sociedad y un sistema político cuando se otorgan un sistema electoral determinado es a qué dan más importancia: si a forzar que exista una mayoría de escaños suficiente para asegurar un gobierno estable, o a favorecer que convivan varias fuerzas que se repartan el poder, de modo que las políticas hayan de ser debatidas y consensuadas una a una con, en ocasiones, más de un actor político.

Y eso, en un momento en que fuerzas como Podemos y Ciudadanos han crecido al calor del descrédito y la desconfianza de los españoles en la política y en los políticos, está también en el fondo del debate que propone el Partido Popular.