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Las razones del cubismo, y un manual para disfrutar de su magia

  • La Fundación Juan March presenta un recorrido sobre el ensayo Du cubisme
  • El texto fue publicado en 1912 por los pintores Gleizes y Metzinger
  • Du cubisme es considerado como el primer manifiesto estético del cubismo
  • La muestra reúne 11 estampas y tres lienzos entre el 15 de julio y el 29 de agosto

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"Sin título", Jean Metzinger (1946) del libro 'Du Cubisme' /Fundación Juan March
"Sin título", Jean Metzinger (1946) del libro 'Du Cubisme' /Fundación Juan March

Enfrentarse al lienzo cubista Hombre con guitarra (1912) de Georges Braque puede producir a priori una fascinación estética o un dolor de cabeza; depende de la sensibilidad y del grado de iniciación del observador. Luego se impone el genio del artista; hay un camino para mirar y para pensar, y reflexiones a las que llegar. Todo un siglo lo ha confirmado. Quizás resulte más intuitiva la obra Las señoritas de Avignon (1907) de Picasso, capítulo fundacional del cubismo.

Pero ¿qué es el cubismo?. "En este momento el cubismo es la pintura". Así defendían Albert Gleizes (París, 1981- Saint Rémy de Provence, 1953) y Jean Metzinger (Nantes, 1883-1956) este movimiento artístico. Lo hacían en 1912 desde el ensayo conjunto Du cubisme, solo cinco años después de que Picasso y Braque sentaran sus bases en 1907. Para ellos, también pintores, era "la única concepción posible del arte pictórico" en ese tiempo. Considerado el primer manifiesto estético del cubismo, en 1947 se reeditó por segunda y última vez.

Y lo explican; "escriben su texto desde una manera de mirar y también desde una manera de pensar", aclara a RTVE.es Manuel Fontán del Junco, director de exposiciones de la Fundación Juan March y uno de los responsables de la muestra Gleizes y Metzinger: Du Cubisme (1912-1947), que ofrece la institución en Madrid entre el 15 de julio y el 29 de agosto.

Matemáticas no euclidianas para explicar

Conforman el recorrido tres óleos firmados por los autores a los que se suman los grabados de la edición de 1947, que se prepararon durante los años veinte: 11 estampas de Pablo Picasso, Jacques Villon, Francis Picabia, Jean Metzinger, Fernand Léger, Marie Laurencin, Juan Gris, Albert Gleizes, Marcel Duchamp, André Derain y Georges Braque. Un conjunto pequeño pero de luz y palabras poderosas.

Du cubisme menciona matemáticas no euclidianas y propone cierto sentido práctico para entender cómo el universo tridimensional se puede trasladar al plano de un lienzo sin el engaño de la perspectiva tradicional. También influye el espíritu de la época (el cajón de sastre filosófico del "zeitgeist"). El pincel y el cerebro. Elementos para explicar y diseccionar el cubismo, enunciados por dos artistas en pleno despertar de las vanguardias.

"Hay pasajes que solo se explican porque ellos sabían mirar. Eran pintores", explica Fontán, y añade, "es necesario para mostrar la conexión entre Cézanne y el cubismo, por ejemplo". Un dato que corrobora el propio Picasso, y los maestros del arte moderno en general, quienes reconocen en Cézanne al hombre que les enseñó a mirar, el principio de todo.

Fundación March, 'Gleizes y Metzinger: Du Cubisme (912-1947)'

Fundación March, 'Gleizes y Metzinger: Du Cubisme (912-1947)'

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  • "Sin título", Albert Gleizes (1946) del libro 'Du Cubisme' /Fundación Juan March

    "Sin título", Albert Gleizes (1946) del libro 'Du Cubisme' /Fundación Juan March

  • "Sin título", Jean Metzinger(1946) del libro 'Du Cubisme' /Fundación Juan March

La magia de comprender y luego disfrutar

"El visitante confirmará lo que sabe de Picasso, Braque y Juan Gris, y además conocerá aspectos y artistas posiblemente desconocidos para él", comenta el director de exposiciónes, y admite que este libro es "un manual para disfrutar de la magia del cubismo, que tiene ese punto delicioso de un ensayo muy temprano, escrito en 1912, fresco, solo cinco años después del inicio del movimiento".

Para Fontán, Du Cubisme revela que "el cubismo fue una revolucion tan grande como el cambio de mentalidad que supuso el Renacimiento, cuando se alteró el orden establecido y el hombre se convirtió en el centro del universo". En su ensayo, Gelizes y Metzinger reivindican la condición unívoca que la obra de arte moderna adquiere en ese momento, como elemento autónomo, expresivo y sustantivo, frente al carácter decorativo defendido por otras tendencias, al que consideraban la antítesis de lo legítimo en un artista.

Paradójicamente, fue uno de los adalides por antonomasia de la función decorativa, el gran Henri Matisse, quien puso la semilla en la anécdota más conocida dentro de la génesis del cubismo. Un día de otoño de 1906, el francés coincidía con su enconado rival Pablo Picasso en el apartamento parisino de los coleccionistas Leo y Gertrude Stein. Matisse guardaba celosamente bajo la chaqueta una figura de madera que el español insistía en inspeccionar. Picasso logró su propósito y la inquietud que produjo en él la visión de esa imagen fue el primer paso que inspiró Las señoritas de Avignon.