Nepal precisa ayuda humanitaria tres meses después del terremoto: "Vivir bajo una lona da miedo"
- El seísmo de 7,8 y sus réplicas dejaron cerca de 9.000 muertos y asolaron el país
- Las familias viven en tiendas en condiciones insalubres soportando los monzones
Este sábado se cumplen tres meses del terremoto de magnitud 7,8 que asoló Nepal y que dejó, junto con otro seísmo posterior el 12 de mayo, cerca de 9.000 muertos y más de 22.000 heridos.
Muchos de los habitantes del país perdieron sus casas, y desde entonces viven en tiendas temporales mezclándose unas familias con otras. "Estamos viviendo en una tienda de campaña pero se vuelve fría y caliente, y está infestada de moscas y mosquitos", explica una niña de menos de 12 años de Kavre.
A día de hoy más de dos millones y medio de personas siguen necesitando ayuda humanitaria, ya que 600.000 hogares quedaron destruidos y la reconstrucción está siendo muy lenta.
Un informe de Plan Internacional, Save de Children, UNICEF y World Vision International para el que se han entrevistado a más de 1.800 niños denuncia que hay familias expuestas a beber agua contaminada y muchos no tienen retretes y deben hacer sus necesidades al aire libre.
Las lluvias complican la situación
Los monzones complican aún más la situación. Un joven de Nuwakot ha relatado que con las fuertes tormentas las tiendas corren el riesgo de desplomarse. "Nos vemos obligados a permanecer despiertos toda la noche para agarrar las lonas y que no se las lleve el viento", cuenta.
Médicos del Mundo alerta de que después del rescate, el desescombro o la instalación de hospitales provisionales, ahora toca centrarse en la reconstrucción de las infraestructuras.
"Vivir bajo una lona da miedo, temo que me muerda una serpiente", reconoce un chico de entre 8 y 12 años de Sindhupalchowk. Otro habitante de Gorkha añade que muchas noches no duermen porque los leopardos se acercan a las tiendas.
Miedo y falta de educación
La magnitud de la tragedia también ha provocado mucha ansiedad entre los más pequeños. La muerte de familiares y amigos, la destrución de sus casas y sus comunidades y la incertidumbre sobre su futuro hacen necesario mejorar los sistemas sanitarios del país y prestar ayuda psicológica.
Un millón de niños siguen sin poder ir a la escuela desde el terremoto, ya que los casi 1.800 centros temporales no son suficientes para sustituir a todas las escuelas que quedaron destruidas.
"Nosotros no vamos a la escuela. No sé dónde vamos a estudiar ahora", lamenta un adolescente de Dolakha durante la entrevista. Otra chica de Bhaktapur explica por su parte que a ella sus padres no le permiten ir a clase porque temen que allí no esté segura.
Muchos de estos jóvenes están angustiados tras la tragedia vivida, y temen que el terremoto se repita. "Tenía mucho miedo de ver cadáveres..., espero que el terremoto no venga nunca más", confiesa un niña de Ramechhap. Un adolescente de Okhaldhunga transmite su pesar ante la realidad en la que se encuentra: "Estoy preocupado por mi futuro, solo veo oscuridad".