Un informe estima que la trata de personas mueve 35.000 millones de euros al año en todo el mundo
- La explotación sexual es el fin más habitual del tráfico de personas
- Las personas en extrema pobreza son las más vulnerables, sobre todo las mujeres
- Este jueves se celebra el Día Mundial contra la Trata
El comercio ilegal de seres humanos mueve por todo el mundo 35.000 millones de euros, según estima Interpol y recoge un estudio realizado por la investigadora sobre migraciones, María José Castaño, publicado en la web del Servicio Jesuita a Migrantes con motivo del Día Mundial contra la Trata, que se celebra este jueves.
Entre los diferentes fines que tiene la trata de personas, el más habitual es la explotación sexual, ya que un 79% de las víctimas son obligadas a ejercer la prostitución. Solo en Europa, 500.000 mujeres al año son explotadas sexualmente en contra de su voluntad, según la Organización Internacional de las Migraciones.
El tráfico de personas se ha convertido en uno de los delitos más rentables para las organizaciones criminales, después del tráfico de drogas y de armas.
Un gancho fácil para los explotadores es la inmigración ilegal, un fenómeno que ha incentivado el rápido crecimiento del tráfico de personas en los últimos años.
Un negocio, al margen de la ley, que cada vez atrapa a más víctimas. Las falsas promesas son el cebo de los criminales y las personas en la extrema pobreza son sus presas.
Contrabando de sueños truncados
La inmigración clandestina deriva en dos situaciones muy diferentes. Por un lado, el contrabando de inmigrantes en situación irregular. Un movimiento mediante el que los explotadores ejercen el control sobre los pasos fronterizos por donde trasladan a los extranjeros. Una manera de favorecer la inmigración ilegal, burlando la legislación. Por otro lado, la trata de personas con fines de explotación, ya sea sexual, laboral o para el tráfico de órganos, entre otros.
La línea que separa el tráfico de migrantes de la trata es muy fina y poco clara. "Con frecuencia los migrantes que son introducidos clandestinamente en un país huyen de situaciones de extrema pobreza o de conflictos que les hacen especialmente vulnerables a cualquier forma de abuso", ha explicado Castaño en el informe.
Según la ONU, de los 1.500 millones de personas que viven con menos de un dólar al día en el mundo, la mayoría son mujeres. Por tanto, la pobreza tiene un papel fundamental en la trata de blancas.
Esta situación de vulnerabilidad y pobreza en la que viven las víctimas, les genera tanta inseguridad que acaban dependiendo económicamente de su captador.
En los últimos tiempos han surgido algunos métodos utilizados por los reclutadores para atrapar a las víctimas, como el empleo de vudú o los llamados loverboys, hombres jóvenes y atractivos que se encargan de seducir a las mujeres.
Los captores, que pueden cobrar hasta 450 euros por cada una, "reclutan a sus víctimas mediante falsas ofertas de empleo como modelos o secretarias en un país rico". Les prometen una vida mejor que nunca llega.
En la actualidad existen numerosas rutas de esclavitud sexual muy lucrativas: de Myanmar, China y Camboya a Tailandia; de Rusia a los Emiratos Árabes; de Filipinas o Colombia a Japón; de Brasil, Paraguay, Colombia y Nigeria a España.
Hombres y niños, también víctimas de explotación
Aunque el género es decisivo en la trata de personas, los menores de edad también son un colectivo muy frágil para los explotadores. La trata de menores tiene diferentes fines lucrativos: la adopción ilegal, el tráfico de órganos, el secuestro de menores, la comisión de actividades ilícitas, como el robo y además, la prostitución. Según UNICEF, dos millones de niños ejercen la prostitución en el mundo.
Entre estos menores, hay que destacar la figura de los llamados 'bebes ancla', que son "aquellos niños que nacen en el entorno de la trata y que falsos padres los utilizan para facilitar su entrada y permanencia irregular en un país", según ha afirmado Castaño. Algunos de estos menores, también, pueden ser utilizados por los explotadores para coaccionar a su madre a prostituirse.
La segunda forma de explotación más frecuente es la laboral. Las víctimas de este tipo de explotación, la mayoría son hombres, están obligados a ejercer trabajos forzosos en condiciones inhumanas. Según recoge Castaño en el estudio, los sectores a los que suelen ser destinados es a "la construcción, la agricultura y el textil. También, al sevicio interno en hogares, a empresas de transportes y a la mendicidad".