'Little Nemo. Regreso a Slumberland', un homenaje al primer clásico del cómic
- Shanover, Rodriguez y Daniel vuelven al mundo soñado por Winsor McCay
- Un cómic que ha conseguido el Premio Eisner a la Mejor Serie Limitada del año
110 años después de su nacimiento, Little Nemo (1905-1927) la primera obra maestra del cómic y una de sus cimas, está más de actualidad que nunca. La inmortal obra de Winsor McCay fue la gran triunfadora de los recientes premios Eisner gracias a tres ediciones distintas.
La primera reedición completa de todas sus páginas clásicas The Complete Little Nemo 1905-1927 (Taschen) consiguió el premio al mejor trabajo de archivo (tiras de por lo menos 20 años); Little Nemo: Dream Another Dream (Locus Moon) (el homenaje grandes artístas a la obra de McCay), logró los galardones a mejor antología y mejor diseño; y Little Nemo: Regreso a Slumberland (Planeta Cómic), ganó el premio a la mejor serie simitada. Este último cómic es el mejor homenaje posible a la inmortal obra de McCay.
Se trata de una espectacular actualización del personaje de Nemo y del mundo onírico de McCay, que cuenta con un estupendo guion de Eric Shanower (famoso por sus premiadas adaptaciones de las novelas de Oz), que nos recuerda a las grandes aventuras del personaje.
Pese a que el tamaño de este tebeo es más pequeño que el del periódico que utililzaba McCay, Gabriel Rodríguez (ilustrador de la premiada serie Locke & Key) se las apaña para sacar todo el paritido posible a su arte, dando forma a un mundo fantástico como pocas veces hemos visto en los cómics. Y embellecido por esos deslumbrantes colores de Nelson Daniel. Ambos recrean a la perfección el espectacular universo Art decó del original.
Además del premio Eisner a la Mejor Serie Limitada (que se han llevado), el cómic también optaba a los galardones a Mejor Serie para Niños y Mejor Colorista, siendo una de las más nominadas de esta edición de 2015.
El único límite es la imaginación
A primera vista, lo que más nos llama la atención del cómic son esos espectaculares dibujos de Slumberland, un mundo en el que todo es posible porque es el mundo de los sueños. Pero hay que destacar el estupendo guion de Shanover, que recrea la magia del cómicoriginal desde el más profundo respeto. Sin apartarse de la alargada sombra de McCay pero dándole un toque un poco más moderno.
De esta forma, lo que podía haber sido un suicidio presuntuoso se convierte en un delicioso homenaje que se disfruta enormemente y, a la vez, nos hace querer redescubrir la magia del original. Un viaje a un mundo de belleza, audacia e imaginación.
El argumento del cómic es igual que el del original, un niño de diez años (al que han puesto el nombre de Nemo en homenaje a un famoso personaje de cómic) vive en sueños las más alocadas peripecias en un mundo fantástico (Slumberland) en el que no rigen las leyes de la razón ni de la física, hasta que se despierta. Un mundo en el que el único límite es la imaginación. A este respecto destacar el juego con los tamaños a los que era tan aficionado McCay y que pudo coger de Alicia en el País de las Maravillas.
Un cómic respetuoso con el original
También desfilan por estas páginas casi todos los personajes del cómic clásico: El Rey Morfeo, la Princesa, el doctor, el chico de caramelo... y, por supuesto, Flip Flap, un travieso diablillo que en los cómics originales solía despertar al protagonista poniendo en su sombrero la palabra "Despierta". Incluso los trámites para acceder a este mundo de los sueños están calcados del cómic original (en la plancha del 4 de marzo de 1906).
Como nos recuerda Javier Agrafojo en su excelente introducción, hay otras muchísimas referencias al cómic original. Por ejemplo, Nemo también vuela en un cohete de fuegos artificiales como en la plancha del 4 de julio de 1909, a su cama le crecen patas como en la plancha del 26 de julio de 1908 (la más famosa de toda la serie) o su cuarto es inundado repentinamente como en la plancha del 5 de noviembre de 1905.
Además, esta excelente edición de Planeta Cómic tiene interesantes extras como son las portadas originales, o fragmentos de guión con los bocetos del dibujante al lado, lo que nos permite ver cómo se pasa de la idea a la ilustración. Además de algunos artículos sobre el cómic y su época.
En fin, un homenaje casi a la altura del original. Y uno de los cómics más bonitos de los últimos años. Un libro ideal para disfrutar y para regalar. Un sueño hecho realidad.
El cómic original
Nacida en el New York Herald, que lo publicó entre el 15 de octubre de 1905 y el 23 de abril de 1911, Little Nemo in Slumberland, de Windsor McCay (1869-1934), está considerada la primera obra maestra del cómic y una de las obras cumbres del Noveno Arte por su imaginación desbordante, su perfección técnica, su afán de experimentación, su dominio del lenguaje y su influencia en los artistas posteriores.
La estupenda edición de Taschen, que mencionábamos al principio, The Complete Little Nemo 1905-1927, recoge, por primera vez a todo color, los 549 episodios de Little Nemo. Y en un formato gigante que permite apreciar el arte de Mccay. Eso sí, en inglés.
Todavía no hay una edición completa en español, aunque podemos destacar dos estupendos volumenes recopilatorios. El de Norma Editorial, que recoge una selección de páginas desde 1905 a 1910; y la de Ediciones Kraken, que recoge todas las páginas desde 1905 hasta 1914.
McCay (también pionero de los dibujos animados) creó un mundo fabuloso, inspirado en los sueños, que se adelantó al surrealismo y fue paralelo al estudio de los sueños de Sigmund Freud. Una obra de arte, que nos sigue fascinando más de cien años después.
Camas que andan solas
La imagen de la cama del pequeño Nemo desarrollando unas patas larguísimas y andando sobre los rascacielos de Nueva York es una de las más famosas del Siglo XX y se adelantó a los experimentos de los surrealistas, ademas de influir a numerosos artistas como Dalí, Robert Crumb o Federico Fellini. Y es que Winsor McCay era un dibujante inquieto que experimentó con la composición de las páginas, la distribución de las viñetas, el ritmo, el color... aprovechando el enorme formato de las páginas dominicales y creando el mundo onírico en el que se movía Nemo.
Cada página dominical correspondía a un sueño del pequeño Nemo, un niño que despertaba siempre en la última viñeta cayéndose de la cama, entre lloros, o siendo consolado por sus padres. Aunque esas páginas tenían una continuidad narrativa, lo que le daba una estructura muy propia del folletín.
Nemo visitaba al Rey de los sueños (Morfeo) y se convertía en compañero de juegos de su hija, la princesa (nunca se menciona su nombre). Y tendrá incluso un archienemigo, un misterioso personaje llamado Flip que lleva un sombrero de copa con la frase "Wake up" (Despierta), por lo que sólo con verle, mandaba a nuestro protagonista al mundo real. Al final se convertirán en compañeros de aventuras.
Pionero del surrealismo
Según Alexander Braum: "Las antologías del surrealismo deberían empezar por Winsor McCay" Y es que, Mccay ya empezó a plasmar los sueños en 1904, casi a la par que la primera edición de la interpretación de los sueños de Sigmund Freud, que se publicó poco antes de 1900. Ambos autores se conocían y admiraban.
Por lo tanto este artista de imaginación desbordante empezó a ilustrar el subconsciente veinte años antes que André Breton (1896.1966), considerado el creador de este movimiento artístico.
Y es que, como nos recuerda Braum, "el cómic fue el primer medio visual de masas del siglo y contribuyó en gran medida a la democratización de la imagen". El cine permaneció mucho tiempo estancado por las limitaciones técnicas y la modesta cantidad de espectadores que podía congregar, pero el cómic llegaba a millones de lectores de periódicos. De hecho, Mccay usaría efectos visuales tipo zoom varias décadas antes de que se inventara ese tipo de lentes.
Era la época dorada del Noveno Arte, cuando los periódicos se compraban por los personajes de cómic y sus creadores ganaban auténticas fortunas. Además de que el cómic era el arte más libre de aquella época. Y en la vanguardia de todos esos artístas de cómics se encontraba Winsor McCay y su Litle Nemo. Una explosión de creatividad que no sólo era una fantasía surrealista sino también una de las mejores muestras del art decó de principios de siglo.
Su éxito le hizo saltar a otros medios
La mejor muestra del éxito impresionante que tuvo Little Nemo fue que, apenas un año después (1906), el personaje ya apareció en series de postales dibujadas por McCay, libros, juegos, y ropa para niños. Y en 1908, Victor Herbert estrenó en Broadway una obra teatral sobre el personaje. Una versión musical que fue la más compleja y cara de su época.
Además, fue el el primer personaje de cómic en ser animado, ya que el propio McCay desarrolló, a partir de la segunda década del siglo, una importante carrera como animador, que comenzó con un cortometraje titulado simplemente Little Nemo (1911), en la que McCay aparecía dibujantdo a Nemo. Luego realizaría otros cortos como How a Mosquito Operates (1912), Gertie el dinosaurio (1914), El naufragio del Lusitania (1918) y la inconclusa The Flying House (1921). según animadores tan importantes como Chuck Jones, su importancia en la historia del cine de animación es comparable a la de Walt Disney.
Sin embargo, tras pasar por varios periódicos, McCay puso fin a Little Nemo en 1926, en el New York Herald. El dibujante fallecería en 1934 a causa de un repentino colapso cerebral. Y aunque hubo varios intentos de resucitar a Nemo, sobre todo por parte de su hijo, no prosperarían.
Pero el personaje ha seguido fascinando a las generaciones posteriores como demuestra que, en 1984, el francés Arnaud Sélignac dirigió la película Nemo, producida por John Boorman (Excalibur), que se inspiraba libremente en el personaje.
Y en 1984, el mismísimo Hayao Miyazaki (El viaje de Chihiro), que por aquel entonces había llamado la antención con Lupin III y el castillo de Cagliostro, empezó a trabajar en una adaptación animada del personaje, en la que también colaboró el propio Moebius. Pero el proyecto naufragó, aunque hay un pequeño fragmento en el que vemos a Nemo volando en su cama.
Aprovechando parte del trabajo, en 1989, los japoneses Masami Hata y Masanori Hata estrenaron la película Little Nemo: Adventures in Slumberland, que convertía a Nemo en un personaje de anime, aunque no tenía mucho que ver con la obra original de McCay. Por cierto, que en el guión participó Chris Columbus (Solo en casa, Harry potter y la cámara secreta... ).
Para muchos, entre los que me incluyo, Little Nemo es la gran obra maestra del cómic, la prueba de que este medio puede hacer realidad cualquier sueño. Y Little Nemo. Regreso a Slumberland es una impresionante continuación de ese sueño.