El 'San Pedro penitente de los Venerables' de Murillo vuelve a ver la luz
- La obra ha sido restaurada por los técnicos del Museo del Prado
- Volverá al Hospital de los Venerables de Sevilla a finales de enero
- Ha permanecido fuera de los circuitos expositivos durante 164 años
Desde este viernes y hasta el próximo 17 de enero, los visitantes del Museo del Prado podrán volver a contemplar, 164 años después, el San Pedro penitente de los Venerables (h. 1675), una obra maestra de Murillo que adquirió en junio de 2014 la Fundación Focus-Abengoa a una familia en Londres y que sido sometida a un minucioso proceso de restauración.
La obra estuvo expuesta en el retablo del Hospital de los Venerables de Sevilla desde, al menos, 1701, hasta que, durante la Guerra de la Independencia, la obra fue confiscada por el mariscal Soult, en cuya colección permaneció hasta su muerte en 1851. Desde entonces ha permanecido en obras privadas.
Esta obra maestra de Murillo, que pintó para Justino de Neve, volverá a finales de enero al Hospital de los Venerables de Sevilla, donde se encuentra la sede de la Fundación Focus-Abengoa, cuya directora general, Anabel Morillo, ha presentado este jueves a la prensa el cuadro restaurado junto al director del Museo del Prado, Miguel Zugaza.
El San Pedro penitente de los Venerables fue pintado por Murillo hacia 1675 expresamente para Neve, quien en 1685 la legaría al Hospital de los Venerables.
Zugaza ha calificado la pintura de "tesoro nacional" y el jefe de Departamento de Pintura Española del Museo Nacional del Prado, Javier Portús, ha indicado que ha vivido una "historia de desaparición", puesto que hasta su adquisición había estado al margen de los circuitos expositivos. De hecho, ha añadido que en el último catálogo razonado de Murillo tan solo aparece una fotografía en blanco y negro.
Proceso de restauración
Por su parte, la responsable de la restauración, María Álvarez, ha explicado que el trabajo de recuperación se observa especialmente en la resolución de los problemas espaciales, puesto que en la obra no se percibían las referencias al espacio y al volumen.
En concreto, el enfoque ha estado en recuperar el "mensaje", la forma en la que Murillo utilizó la materia para expresar y encontrar el camino para llegar al "alma del cuadro". Por ello, uno de los esfuerzos ha sido comprender la composición, es decir, la intención del artista por colocar los elementos en escena.
A ello se une el recorrido artístico de Murillo, el lenguaje que usa, la perspectiva, la proporción y, sobre todo, "la luz", con la que expresa los aspectos más y menos relevantes de la obra pictórica y que, a su llegada al Prado, fue necesario potenciar para recuperar "luminosidad y transparencia".
En cuanto a la composición del cuadro, Álvarez ha señalado que la estructura que Murillo planteó es piramidal, con el fin de guiar los ojos del observador a lo largo del libro que permanece en primer plano, por un lado, y de una de sus piernas, por otro, para llegar a los ojos "vidriosos y llenos de lágrimas" de San Pedro.
A pesar del destino de la pintura, ha precisado que no se trata de un artista dramático, sino amable, algo que muestra también en el tratamiento de la luz, aunque sus contrastes no eran tan acentuados como los de Ribera, uno de los referentes del pintor.