George Miller: "El cine no está dominado, todavía está por aprender"
- El director de la saga Mad Max recibe el premio FIPRESCI en San Sebastián
Cuando George Miller (Chinchilla, Australia, 1945) tuvo una idea para retomar la saga Mad Max, acabó en la papelera. Pero tiempo después, en el duermevela de un vuelo de 14 horas desde Los Ángeles a Australia, los personajes y parte de la historia se revelaron en su cabeza. “Cuando aterricé estaba eufórico. Es muy común en los creadores que todo aparezca en un estado como de hipnosis”, dice el director en una entrevista para RTVE.es.
Es difícil contradecirle. A sus 70 años ha rejuvenecido una saga con su minucioso conocimiento del arte cinematográfico y ahora está en San Sebastián para recibir, durante la gala de inauguración (a las 21.00 h. en La 2 y RTVE.es) el Gran Premio de la Federación Internacional de Críticos de Cine (Fipresci) a la mejor película del año por Mad Max: Furia en la carretera.
Doctor antes que cineasta, creador poco prolífico, su intermitente carrera parecía inclinada hacia la animación: desde el coqueteo de Babe, un cerdito valiente a la saga Happy Feet. Hasta que retomó Mad Max y ha recuperado a un legión de fanáticos una generación más joven que la disfrutó en cines con las películas protagonizadas por Mel Gibson.
“Son arquetipos universales. El héroe solitario errante en una tierra baldía es muy común en las historias. En América está el western; en Japón, el samurái. Y la distorsión de los clásicos, que fue descrita por Jung o Joseph Campbell en El héroe de las mil caras, convierte al superhéroe moderno en el equivalente de los dioses griegos y romanos. Esos motivos vuelven y vuelven”, explica. “Aunque la primera constó mucho hacerla y jamás pensé que sería vista por nadie”.
El outsider imaginativo
Amenábar se comparaba en una entrevista con Miller refiriéndose a lo poco prolífico y señalaba que la carrera del director australiano era ecléctica “pero coherente”. “Es un tipo listo”, le devuelve Miller. “Es lo que te contaba del mito: El aceite de Lorenzo, acerca de unos padres que descubren un remedio para la devastadora enfermedad de su hijo, son héroes en la vida real; Babe, Happy feet es lo mismo: el outsider que cambia las cosas.
Obviamente, su carrera es la de un outsider. Pero Miller no es un hierático héroe, sino un tipo imaginativo y bonachón. Su cruzada continúa con la anunciada Mad Max: The Wasteland.
“Me hubiera gustado hacer más películas, pero no si hubiera sido capaz. Todavía estoy aprendiendo. He hecho cuatro Mad Max y las cuatro son diferentes. El cine ha cambiado mucho. Te recuerdo que no tiene más que 120 años. Entonces la gente gritaba cuando veía un primer plano porque pensaban que era un cabeza cortada. Y cada vez la lectura de ese lenguaje es más rápida. El segundo Mad Max, en 1982, tenía 1200 planos. Mad Max: furia en la carretera tiene cerca de 3000”, compara. “Hay mucho por aprender. El cine no está dominado, todavía está por aprender. En muchas dimensiones: composición, luz, palabra hablada, palabra escrita, actuación, sintaxis fílmica. Todo está en un solo fotograma”.