Finlandia vive su mayor protesta social en 20 años contra los recortes del nuevo Gobierno
- Varias huelgas y una manifestación en Helsinki paralizan parte de la actividad
- Asalariados y pensionistas, entre los afectados por el plan de austeridad
- Las encuestas muestran un apoyo mayoritario al Ejecutivo de centro-derecha
Finlandia ha vivido este viernes una jornada atípica, con varias huelgas convocadas en transportes y servicios públicos y una gran manifestación en el centro de la capital, Helsinki, para protestar por el plan de recortes presentado por el Gobierno de centro-derecha que tomó posesión en mayo pasado. Esta movilización es la mayor protesta obrera que se produce en el país nórdico en las últimas dos décadas.
Los paros convocados en los servicios de tren, autobús, metro y tranvía de Helsinki han obligado a suspender durante varias horas el transporte público, lo que ha afectado a miles de usuarios. También han dejado de funcionar parcialmente el comercio y gran parte de la industria, como fábricas de papel y celulosa.
La movilización ha provocado el cierre durante 24 horas de los puertos de mercancías. En los aeropuertos se han producido cancelaciones en el tráfico aéreo nacional -la aerolínea Finnair ha anulado 15 operaciones- y retrasos en los vuelos internacionales.
En cuanto a la manifestación, decenas de miles de personas (30.000 según AFP y Reuters) han paralizado en la mañana del viernes el centro de Helsinki. Las tres grandes centrales sindicales de Finlandia (SAK, STTK y Akava), convocantes de la movilización, suman un total de 2,2 millones de afiliados, una cifra que equivale a cerca del 80% de la población activa de Finlandia.
Recortes equivalentes a 10.000 millones
Los sindicatos convocantes reclaman la completa retirada de las reformas y recortes presentados la semana pasada por el Gobierno del primer ministro Juha Sipilä que, entre otras cosas, reducen las pensiones de los jubilados -incluidas las más bajas- y disminuyen en 8 días las vacaciones de los funcionarios (con lo que quedan en 30 días).
Además, contemplan reducir por ley la compensación por trabajar horas extraordinarias y días festivos, así como dejar de pagar el primer día de las bajas por enfermedad y recortar la paga de los demás días de baja del 100% al 75%.
También establece una rebaja del 1,72% de la cotización que las empresas pagan a la seguridad social por cada trabajador y convertir dos días festivos al año en días libres no remunerados.
Con este paquete de medidas se pretende reducir un 5% el coste laboral por trabajador y ahorrar 10.000 millones de euros para poder reducir en igual cantidad el déficit público.
Además, muchos finlandeses critican la actuación del Gobierno por aprobar sus reformas en el Parlamento sin lograr antes el acuerdo entre los agentes sociales. Este comportamiento es inédito en un país donde, desde hace décadas, la política social es consensuada entre Ejecutivo, sindicatos y empresarios.
Los representantes de los trabajadores consideran el plan del Ejecutivo como una injerencia "sin precedentes", al sustituir de forma unilateral los convenios entre patronal y sindicatos por una serie de leyes laborales que empeoran las condiciones de los trabajadores.
El primer ministro ha anunciado que está dispuesto a reconsiderar la aplicación de su programa de reformas si los agentes sociales son capaces de acordar un paquete alternativo en los próximos días, y ha instado a los sindicatos a presentar otras propuestas.
"La deuda del Estado ha aumentado en casi un millón de euros cada hora durante los últimos siete años, no podemos seguir así", sostiene Sipilä.
Amplio respaldo de la sociedad a los recortes
Sin embargo, una amplia mayoría de ciudadanos respalda esas medidas. Según un sondeo realizado recientemente por el diario Italehti, más del 70% de los encuestados están a favor de las medidas de austeridad y más del 20% de ese grupo las considera incluso insuficientes.
Como muestra de esas opiniones, en Facebook se ha creado una página contra las huelgas bajo el lema "Yo trabajo también el viernes y estoy orgulloso de ello".
Según el profesor de Historia Política de la Universidad de Turku, Vesa Vares, consultado por la agencia France Presse, la debilidad de las protestas sociales se explica por la confianza que tienen los finlandeses en sus instituciones. "La fé de la gente en el Estado y en las organizaciones e instituciones es mucho más fuerte que en la mayoría de los otros países. Nuestra tradición es más colectiva que individualista", justifica este analista.
Durante años, Finlandia fue el modelo a seguir dentro de la zona euro, pero eso quedó atrás cuando entró en recesión hace tres años, lastrada por una intensa crisis en sus dos industrias clave, la forestal y la tecnológica -con Nokia a la cabeza, un envejecimiento rampante de su población y una deuda pública que no para de aumentar, aunque aún está lejos de los niveles de los países mediterráneos (superará este año el 60%).
Actualmente, es el país de la Unión Europea con menor crecimiento económico y mayor índice de destrucción de empleo, dos factores que los analistas atribuyen a la pérdida de competitividad de su industria en los últimos años.