La segunda jornada de MBFWM ofrece un dispar abanico de estilos
- Oliva diseña con la mente puesta en la calle y Arzuaga opta por lo arty
- Ana Locking se desmarca con un estilo único
- Torretta firma una colección redonda y se estrena con las novias
- Además, Nieto, Mérida, Sardá y Laguna.
Baja el telón Hannibal Laguna. El modista recrea una fantasía en sedas de colores llamativos que son versiones de sus propios clásicos. Las cinturas se marcan con ganas y se juega al contraste con los cinturones.
Destacan los vestidos de falsas superposiciones y los de línea trapecio, que se presentan en distintas versiones: tringulares, en forma de reloj de arena o asimétrico con corte imperio. Una propuesta que ha hecho las delicias de sus clientas que han abarrotado la sala.
Igual de lleno han tenido agujas más modernas, como Oliva, Arzuaga y Ana Locking. Esta diseñadora es, quizá, la que tiene un estilo más cosmopolita. En su cabeza se mezclan referencias de lo más diverso y su mezcla resulta estimulante. Esta colección se tiñe de colores muy lavados, tímidos y tan solo unas gotas de intenso naranja, verde y negro rompen con la monotonía cromática.
Los tejidos van muy trabajados, a veces con un relamido aire vintage, y de nuevo destacan las mezclas de sedas tradicionales con piezas en neopreno, esta vez inflado con capas de aire. Tras el éxito en la gala de los Goya, vistiendo a varias actrices, ha lanzado varios vestidos de alfombra roja. Todos fantasticos.
Cuando Juanjo Oliva comenzó a hacer las colecciones de Elogy muchos lo vieron como una locura, dado que él era uno de los defensores de la moda que nace en el atelier, de la medida, de la costura. Ahora, aquellos que no lo aprobaban, confiensan, a media voz, que están deseando que llamen a sus puertas con un encargo de estas características.
"Yo lo vi como una gran oportunidad", confiesa, "y aunque muchos me decían que perdería a mis clientas de costura, no ha sido así". Oliva festeja su histórico en la moda con una colección de 25 vestidos - su fiel compañero de viaje- realizados en algodón con distintos acabados, desde la seda al elastan.
Espléndidos diseños fáciles de llevar, que se lavan en la lavadora y que no se arrugan en la maleta. "Están pensados en la clienta de hoy en día, en sus necesidades. Son sencillos, no son vestidos que parecen disfraces".La naturalidad y la juventud de su propuesta convence, por varios motivos, pero sobre todo por el color y el patrón.
La paleta cromática es sabrosa, con vibrantes limas, azules, naranjas, rojos y morados, "El color es algo emocional, y los hemos elegido pensando en cada uno de los vestidos", dice.Y lo mismo ocurre con los zapatos, realizados por Jeff Bargues. El patrón es favorecedor y se rebaja la intensidad que suelen tener los vestidos de noche y fiesta.
Oliva se estrena estampando rayas y aunque dice que huye de las tendencias, la suya está perfectamente enmarcada en ellas.
Lo primero que llama la atención de la colección de Amaya Arzuaga es la complejidad de su pendas, lo llamativo de sus volúmenes y la contundencia del color. Para la primavera de 2016 dibuja una propuesta de estructuras circulares, volantes en cascada y volúmenes tridimensionales que seducen por férrea costura.
Las prendas tienen movimiento y envuelven el cuerpo deformando la silueta, inventando nueva formas, con fantasía y humor. Muchos de sus vestidos llevan aplicaciones de tul que forman figuras oníricas que hacen de ellos obras de arte. Arte para vestir, una forma de entender la moda próxima a la de camaradas como Hussein Chalayan o Comme des Garçons.
Porque Arzuaga es una artista. La plasticidad de su trabajo y la estética vanguardista de sus diseños hacen que su obra parezca destinada a un museo. Nada más lejano de la realidad. Sus vestidos salen a la calle o la alfombra roja, siempre destacando, siempre eclipsando.
Destacan los monos de pantalón baggi, los vestidos que se trabajan en la espalda o en la sisa para deslumbrar de perfil. Golpes de amarillo intenso sobresalen en una paleta de negros, blancos y beige.
A destacar los vestidos más festivos, diseños que llevan estructuras en 3D que recuerdan al decorado del planeta Krypton, al que se puede llegar volando con los vestidos alados de Arzuaga.
Roberto Torretta se estrena en el sector nupcial y presenta una novia vestida en un dos piezas de guipur, romántica, joven, elegante. Su idea es atraer al taller a una clienta que busca un diseño distinto. "No hay un estilo específico, quiero conocer a cada una de las novias y después hacerle el vestido", señala Torretta.
La novia cerró un desfile redondo que comienza en rosa pálido, "es el nuevo blanco" y termina con azules marino "son el nuevo negro", dice.Destacan el estampado jungla con el que decora vestidos y faldas y las prendas en piel metalizado, que regalan un tacto encantador. El vestido es el gran protagonista, en distintos largos y con diferentes siluetas.
Resultan muy atractivos en rojo, que destacan en una colección de tonos más tranquilos, y en la que vemos jacquares masculinos que Torretta decora con retales en piel. Otro toque garçon es de los pantalones, un único patrón, en claro contraste con la feminidad de sus prendas en encaje negro de motivos florales.
Una sutil transparencia, elegante y picante. Como lo son los escotes de vértigo, tanto por delante como en la espalda.
La irrupción del talento africano en moda está siendo una llamada de atención al todo el planeta fashion y, de paso, una fuente de inspiración. Duyos nos hizo ayer trasladar la mirada a Uganda y ahora es la casa Andrés Sardá la que, directamente, nos lleva allí.
'Voyage Sauvage' es una propuesta de baño y lencería marcada por los colores safari y los estampados animales pero salpicada de lentejuelas y brochazos dorados que contrastan con su brillo cegador con las texturas mate típicas del desierto.
Toda la riqueza de las culturas de África se traslada a la colección en una impresionante bandera de tejidos, que habla de diversidad, respeto a las tradiciones y fantasías. Las que provocan los osados patrones de la casa, decorados con elementos sencillos como rafias, abalorios artesanales y piezas pequeñas de metal.
No faltan los motivos de tipo étnico, postales de culturas ancestrales que hoy siguen resultando atractivas y cautivadoras. Tanto como la colección de Sardá, pensada para esa mujer de espíritu sofisticado y, por supuesto, aventurero.
“Me cuesta el color”, dice Ulises Mérida ante un collage realizado con retales de los tejidos de su colección. Un conjunto de tonalidades que van desde los grises metalizados y pesados hasta los azules ligeros. “Representa la temporada, desde el 21 de marzo al 21 de septiembre”.
Una temporada que ha ideado con dos tipos de patrón. Uno, más clásico, realizado sobre mesa; y otro, más orgánico y fluido, realizado sobre maniquí. Todos pensados para una mujer fuerte, nocturna, un ave que deja una estela de sensualidad a su paso.
El vestido es la pieza estrella, y en las espaldas se pone el foco de atención. Destacan los complementos y aplicaciones de metal realizadas en colaboración con el joyero David del Pino, que juegan al contraste con la ligereza de los tejidos.
Destaca, como novedad, el vestido de punto ligero tricotado a máquina y también las prendas ‘boyfriend’, como los pantalones. Apuesta Mérida por mezclar dos tejidos de distinto calado en algunos diseños que sin querer le han salido un tanto ochenteros.
Moisés Nieto ha levantado el telón con una simpática revisión al Torremolinos de los años 60 y 70, haciendo guiños a la libertad de las suecas que veraneaban en nuestras costas y que dejaban con la boca abierta a los machitos ibéricos, un poco catetos, que tan bien interpretaba el gran Alfredo Landa.
Minifaldas y minivestidos sesenteros saltan varías décadas para presentarse ahora realizados en neopreno, material que Nieto tiñe, trenza y decora con círculos, pequeñas ventanas que permiten el disfrute de los voyeurs.
Setenteros son los vestidos camiseros, de rayas y cuello lazo. También las prendas en “colores toalla” y los pantalones anchos que dejan ver el cullotte que va debajo. Destacan las aplicaciones infantiles de las camisetas, realizadas mediante impresión 3D, como los collares y pendientes.
Nueva tecnologías para modernizar éxitos del pasado que un tiempo estuvieron denostados, ridiculizados. Como ese Torremolinos vintage al que ahora nos acercamos con cariño gracias a Moisés Nieto.