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La inagotable necrofilia y necrofobia argentina hacia Eva Perón

  • Eva no duerme, con Imanol Arias, repasa 25 años de historia de Argentina
  • Arias desvela que la intensidad de su papel le dejó “seis días hospitalizado”

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'Eva no duerme' y 'Amama', a competición en San Sebastián

La historia argentina aterriza en el Festival de San Sebastián con Eva no duerme, del realizador Pablo Agüero. Una de las propuestas más conceptuales y arriesgadas de la sección oficial con Imanol Arias y Gael García Bernal en el reparto.

Eva no duerme, que comienza con el fallecimiento y duelo nacional de Evita, se compone de tres episodios, basados en tres personajes reales, que recorren el destino del cadáver de la mujer de Perón y de paso revisan 25 años de convulsa historia argentina.

En primer lugar, 'El embalsador', está dedicado al anatomista español Pedro Ara Sarria (Imanol Arias) que se ocupó de conservar el cuerpo. El segundo, 'El transportador', a Carlos Eugenio Moori Koenig, militar del régimen que derrocó el peronismo y partícipe del secuestro del cadáver. Y el último, El dictador, narra el secuestro del militar Pedro Eugenio Aramburu, a manos de grupos revolucionarios de izquierda obsesionados igualmente con las propiedades populistas del cadáver.

Sí, hay que conocer mucho de la historia de Argentina para entrar en el universo de Eva no duerme. Una lección que Imanol Arias tenía ya aprendida. El actor, que ha protagonizado enormes éxitos de taquilla del país como Camila (1984) o Tango feroz (1993), define a su personaje como un “hombre obsesivo, perturbador en el sentido de que era un embalsamador prodigioso”.

Aunque, para Arias, el rodaje apenas duró una semana, la intensidad de los planos secuencia le condujo a un agotamiento tal que vomitaba sin parar entre toma y toma. “Nunca en mi vida he tenido problemas de tensión, pero al volver tuve que permanecer seis días hospitalizado”.

Eva no duerme

Eva no duerme

Pedro Ara Sarria, formado en Alemania, tenía como clientes a la alta sociedad argentina. "Conoció en vida a Evita y rechazó trabajar su cadáver. Era conservador, monárquico, religioso, conservado y militar. Se perturba con la gente de la calle que le insultaba cuando pasaba con su coche lujoso”, explica Arias.

Fue, sin embargo, al contemplar desde el mismo balcón de la Casa Rosada uno de los históricos discursos de Evita, cuando “decidió que ese personaje histórico merecía tener una postvida”.

El azaroso periplo del cadáver opera en la película a un nivel simbólico. Los gorilas, los militares y políticos antiperonistas, siempre tuvieron miedo del cadáver porque en el cuerpo de Evita dormía también la esperanza del pueblo.

“El cadáver de Eva representa a esas personas populares, que no saben leer, a las que consiguen transmitir el fervor de que el poder real que nos está engañando desde hace siglos, Y el poder lo detesta y teme”, explica Arias. “Tiene que desaparecer, pero no solo físicamente: tiene que desaparecer de los relatos y de la memoria. Porque es una de esas personas que tiene la capacidad de conmovernos y enseñarnos quiénes somos realmente y qué mundo vivimos”.