'High rise', una distopía fuera de control anda suelta en San Sebastián
- Sienna Miller, Tom Hiddleston y Luke Evans ponen el toque de glamour británico
- Protagonizan la excesiva High-rise, alegoría de la lucha de clases
- Una cuento de animación japonés compite por primera vez en la historia
El cine le debe algo a J.G. Ballard. Sus libros han dado pie a películas como El imperio del sol, de Steven Spielberg, o Crash, de David Cronenberg. El cineasta británico Ben Wheatley presenta en San Sebastián una adaptación de una de las novelas de Ballard de los años 70, High-Rise, que compite en la sección oficial y que ha servido para que las estrellas inglesas Sienna Miller, Tom Hiddleston y Luke Evans acudan el festival.
High-Rise ha polarizado más que ninguna otra película en sus primeros pases. O parece un puro desvarío, o se disfruta con los mensajes engarzados en su caos.
Crítica del capitalismo, de las élites, de las revoluciones en parte, y del conformismo en general, High-Rise suena mejor sobre el papel que sobre la pantalla. Es la alegoría sobre la lucha de clases en un rascacielos aislado que forma un microcosmos de la sociedad: las primeras plantan viven con lo justo y a ratos sin luz, y en las últimas habita una clase ociosa en plena demencia versallesca.
Tom Hiddleston interpreta a un reservado cirujano que se instala en las plantas intermedias y será testigo de la degradación de los habitantes de las primeras plantas y su levantamiento contra el poder. Wheatley narra la historia desde el exceso de ritmo, montaje y música. Su principal acierto es respetar la estética setentera que se le supone a la novela, pero comunica aturdiendo. Y aunque en algunos momentos ese tempo se ajuste a la historia, para las dos horas se antoja exagerado.
Animación juvenil
The boy and the beast, del maestro del anime Mamoru Hosoda, es la primera película de animación en la historia del festival en competir por la Concha de Oro. Su inclusión en la sección oficial sorprende más por su corte juvenil que por ser una historia animada.
Un niño huérfano de madre traspasa la frontera al mundo de las bestias en el que no existe la maldad en estado puro. Allí será el discípulo de un monstruo cascarrabias que aspiran a gobernar el fantástico reino. The boy and the beast es una fábula con el exuberante imaginario de seres mitológicos que el anime ha transformado del sintoísmo.
Con una primorosa animación, la historia avanza hacia la moraleja sobre el mal que nos habita y la necesidad de amarnos. Un cuento dentro del festival.
Apatía y apostasía
En oposición a tanto barroquismo visual, la tercera película a competición del día, El apóstata, del cineasta hispano-uruguayo Federico Veiroj es puro minimalismo.
El apóstata se sostiene en una anécdota argumental: el intento de renunciar a la condición de cautivo católico que arrastra el treintañero protagonista desde su bautizo. Entre las agotadoras trabas burocráticas con las que la iglesia quiere agotarle, se intercala las escenas de la vida de un personaje vago y con un punto asocial.
Álvaro Ogalla, amigo del director y sufridor de las penurias de la apostasía, protagoniza la cinta junto a Marta Larralde y Bárbare Lennie. Ligera, amena y alargada, parece una película de descanso en el ecuador del festival. Ni tanto, ni tan poco.