Courrèges resucita en París
- La mítica casa francesa vuelve a la primera línea de la moda
- Arnaud Vaillant y Sébastien Meyer son los directores creativos
- Galliano explora la nueva feminidad en su colección para Margiela
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Las pasarelas han abiertos las puertas a los años sesenta y el mundo de la moda recibe con los brazos abiertos a Arnaud Vaillant y Sébastien Meyer que han relanzado la casa Courrèges.
La colección con la que se lanzan al ruedo de la moda, de primavera y verano de 2016, exprime los códigos de la casa para lograr la esencia de una firma mítica, única, revolucionaria y absolutamente moderna.
Sobre la pasarela, 15 diseños en 15 tejidos diferentes, y todos sobre un body blanco. Un color no-color que resulta perfecto para contrastar los colores primarios -rojo, amarillo y azul- que salpican una propuesta en la que vemos looks de una sencillez apabullante.
Estos jóvenes diseñadores se inspiran, como hacía André Courrèges, en la arquitectura, concretamente en el estilo brutalista, creando prendas de trazo minimalista y proyectando siluetas de líneas depuradas que conforman un nuevo lenguaje estético.
El look futurista, acercándonos a este término con la óptica de los años 60, se aprecia en las cazadoras, prenda estrella de la colección, en los vestidos trapecio y en los jerséis que se adhieren al cuerpo, protegiéndolo.
En aquellos años se llevan las texturas metalizadas, sobre todo el tono plata, que recuerdan a las naves espaciales y la forma más utilizada es el círculo, que hace un guiño a los planetas. Destacan los botones que hacen su función o decoran, y las cremalleras que cierran una etapa para abrir otra.
En esta colección vemos variaciones del vestido típico de finales de los sesenta, pantalones y chalecos en textura de metal y círculos que se cosen a las prendas, en el mismo color o en contraste, creando un efecto tridimensional.
La falda, claro está, hace un homenaje a monsieur Courrèges, que hoy tiene 92 años. Él y Mary Quant la popularizaron aunque siempre dijeron que ellos no la inventaron, que fue la calle quien la inventó.
Los sesenta fueron modernos y Galliano lo es también. Su trabajo en Maison Margiela no destaca por llevar tejidos tecnológicos o por hacer prendas de corte espacial. Galliano es moderno porque desprecia los géneros establecidos, los armarios separados y los patrones convencionales.
Toda la colección juega a deconstruir el estilo lady, con trajes de chaqueta y falda en tonos delicados y aplicaciones en cristal de un claro acento burgués. Muy chic, muy afracesado pero visto a través del ojo de la aguja de Galliano.
Su propuesta va destinada a personas libres, sin ataduras, que manejan el timón de sus vidas. La colección es un canto a la feminidad, entendida esta como una forma de expresión, independiente del sexo.
Destacan los guiños a la estética japonesa tradicional y el juego de superposiciones que apuesta por mezclar texturas y transparencias e idear prendas con una fuerte carga dramática.
Guy Laroche apuesta por las asimetrías, las mezclas de tejido y los cortes osados. Su aguja inconformista crea diseños urbanos que juegan a resaltar o a ocultar la forma del cuerpo.
No es la única.
Anrealage, una de las firmas más vinculadas al movimiento futurista, juega con las texturas novedosas y los patrones que esconden el cuerpo con formas atrevidas.
Su colección hace guiños, o copia, a Chalayan, Victor&Rolf y Amaya Arzuaga, y juega a explorar los límites de la vestimenta, adentrándose en terrenos ajenos a la moda y desconocidos aun por el gran público.