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El inquietante universo de Munch más allá del grito

  • El Museo Thyssen repasa parte de la trayectoria del pintor noruego
  • Muerte, melancolía y enfermedad son temas recurrentes en su obra

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'El artista y la modelo' (1919-1921), Edvard Munch, Munch Museet Oslo.
'El artista y la modelo' (1919-1921), Edvard Munch, Munch Museet Oslo.

“Veo a todas las personas detrás de sus máscaras, rostros sonrientes, tranquilos, pálidos cadáveres, que corren inquietos por un sinuoso camino cuyo final es la tumba”

Esta cita de Edvard Munch (Loten,1863-1944) disecciona una angustia tan contemporánea como la ansiedad de una acelerada vida en una gran-y agresiva- ciudad. Un discurrir fuente de múltiples neurosis en la actualidad.

El pintor noruego supo anticipar, prueba de su modernidad y transgresión, este pánico urbano que corre paralelo al miedo a la muerte y a la soledad del ser humano.

Estas fueron algunas de sus repetidas obsesiones, junto con la enfermedad, los celos, la melancolía, el amor-dolor enfrentado en la dualidad hombre-mujer, o la fémina como figura poderosa y símbolo del cambio.

Los cuadros de Munch están poblados de mujeres vampiros que devoran a indefensos machos, de retratos de la cruel agonía que acompaña al moribundo o de paisajes de noches negrísimas que esconden terrores subterráneos que solo se desvanecen al llegar el día.

'El grito', 1895, Edvard Munch, Metropolitan Museum, Nueva York

'El grito', 1895, Edvard Munch, Metropolitan Museum, Nueva York noticias

Al artista se le ha catalogado como uno de los maestros en retratar las obsesiones existenciales del hombre moderno encarnadas en sentimientos universales que todos hemos padecido, en su versión más turbadora. “Yo intento diseccionar el alma”, admitía el noruego en uno de sus escritos sobre este buceo en profundidad de la psique.

Sin embargo, el inquietante universo interno del pintor, y parte de su obra, han quedado eclipsados por el éxito de El grito, transmutado en símbolo de la expresión de la angustia y el horror.

"No pinto lo que veo sino lo que ví"

Desvelar que Munch es mucho más que el grito es una de las premisas de la exposición ‘Arquetipos’ del Museo Thyssen de Madrid (Del 6 de octubre al 17 de enero de 2016).

La muestra compuesta por 70 obras, que se completa con ciclos de cine y conferencias, revive a un genio “tan famoso como desconocido”.

La recopilación de la pinacoteca madrileña, en colaboración con el Museo Munch de Oslo y fuentes internacionales, es una cita imprescindible de esta temporada, ya que hace más de treinta años que no recala una retrospectiva del artista noruego en nuestro país.

Esta vuelta sobre su figura, la editorial Nordica publica El friso de la vida, un compendio de sus escritos, aclara algunos tópicos en torno a ella: su aura de artista maldito, sus problemas mentales, su dependencia del alcohol, su vida bohemia…

'Arquetipos', de Edvard Munch, en el Museo Thyssen

'Arquetipos', de Edvard Munch, en el Museo Thyssen

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Un compendio de infortunios que se han tratado como el origen de sus pulsiones, tal y como él reseñó: “Enfermedad, locura y muerte fueron los ángeles negros que velaron mi cuna…”

Ciertamente su biografía estuvo marcada a fuego por la desgracia, perdió a su madre y a su hermana cuando era niño y fue educado bajo el dominio de un estricto padre obsesionado con la religión.

El pintor también convivió con el lado más amargo de la enfermedad y escenificó turbias pasiones bajo el demonio de los celos, pese a estos avatares, su obra no fue exactamente el reflejo del interior de un artista atormentado.

Un artista, a contrapelo del estilo moderno

Considerado como uno de los padres del arte moderno junto con Cezanne o Van Gogh, Munch también trabajó su faceta de escritor con numerosos artículos y anotaciones.

Esta pulsión literaria impregna sus cuadros desde los que desarrolla una capacidad extraordinaria para la narración. Además, tuvo una prolífica obra, murió con más de ochenta años, y saboreó el reconocimiento en vida.

“Munch fue un artista empresario muy productivo y de gran éxito que consagró su vida a lo único que consideraba su verdadera misión: crear una obra de gran altura y ser respetado como artista”, explica en el catálogo de la muestra, Paloma Alarcó, jefa de conservación de pintura moderna del Museo Thyssen y una de las comisarias de ‘Arquetipos’.

La exposición del Thyssen ahonda en desvelar otro misterio en torno a su opaca figura.

La repetición de pinturas a través del tiempo que representan versiones de sus “obsesiones” no deben ser tomadas como meras copias sino como reinterpretaciones con distintos enfoques de un mismo tema, en los que experimentaba con técnicas como el grabado del que era un consumado maestro, según apuntan desde la pinacoteca.

"Vivió su juventud en un tiempo de transición y supo adelantarse a la modernidad plasmando las obsesiones contemporáneas. Fue un gran experimentador y un atrevido", explica la comisaria a RTVE.es.

En los cuadros exhibidos en Madrid se repiten las mismas escenas: parejas solitarias que pasean, la enfermedad de una niña, composiciones de celos-encarnados en el color verde- con triángulos amorosos, el pánico a la incipiente vida urbana, etc, en los que abundan figuras planas y anónimas, que transitan del simbolismo al expresionismo, y en las que solo cambian los colores y las posturas.

'Agonía', 1915, Edvard Munch, Munch-Museet, Oslo

'Agonía', 1915, Edvard Munch, Munch-Museet, Oslo noticias

Las creaciones muestran imágenes directas, dramáticas y de una intensidad tal que zarandean e incomodan al espectador. Estampas que en muchos casos esconden el interés de Munch por el ocultismo, la obsesión necrófila en boga en el siglo XIX o el auge del psicoanálisis.

Siguiendo esta estructura circular temática se engrana ‘Arquetipos’, que se divide en diferentes espacios: Melancolía, Muerte, Pánico, Mujer, Melodrama, Amor, en concordancia con las obsesiones que se reiteran.

En el apartado Muerte, impresionan las versiones de La niña enferma, basada en la agonía de una de sus hermanas, que destilan desesperación y angustia

El color resurgirá en sus cuadros dedicados a la mujer, en el que voluptuosas féminas con encendidas melenas pelirrojas representan la transición hacia una nueva era capitaneada por ellas, destacan en la sección Amor, las arrebatadoras vampiras que simbolizan que “el amor no se puede vivir sin dolor” y “el lado más oscuro del sentimiento”.

En la sala nominada como Pánico se encuentran las litografías de su obra más célebre: El grito, arquetipo universal de la destrucción de la razón; mientras que el impacto del aislamiento golpea con crudeza en sus parejas de solitarios que caminan juntos pero a su vez tan aislados de sí mismos y del resto del mundo.

“Munch fue muy moderno y tuvo muy en cuenta al espectador. Los personajes nos retan desde los cuadros. Son figuras sin facciones que representan los arquetipos universales”, resume Paloma Alarcó. Un universo tan cercano como desconocido.