Último adiós de la cultura a Ana Diosdado en la SGAE
- La directora, guionista y actriz falleció en la sede de la entidad
- Será incinerada mañana en una ceremonia civil y reservada a la familia
La capilla ardiente de la dramaturga, directora, guionista y actriz Ana Diosdado (Buenos Aires, 1938) se ha abierto este martes por la tarde en la sede de la Sociedad General de Autores (SGAE), donde ayer a mediodía falleció tras sentirse indispuesta. "¡Nos ha dejado la gran Ana Diosdado!", ha sido uno de los lamentos más pronunciados por los compañeros y amigos que se han acercado a despedirla.
Así lo ha recordado el cantaor José Mercé, una de las personas que estaban presentes en esa reunión de la Junta Directiva de la SGAE donde Diosdado (Buenos Aires, 1938) falleció: "Era una gran compañera y siempre nos estaba dando clase (...) Ella siempre estaba mirando por nuestra cultura, tenía una valía maravillosa.
Y ha sido la palabra "valía" la que ha salido de la boca de las personas que tras visitar la capilla ardiente, donde los restos mortales de Diosdado descansan en un sencillo ataúd de madera clara rodeado de coronas de flores y una gran foto suya en la que despliega una sonrisa.
Capilla ardiente que, tras cerrarse a las 21:00 horas, volverá a abrirse este miércoles a las 09. 00 horas hasta que sus restos mortales sean incinerados y despedidos por su familia (sólo tenía un hermano) y amigos más cercanos en la más estricta intimidad en el cementerio de La Almudena.
El recuerdo de los amigos
Emilio Gutiérrez Cava ha sido uno de los amigos que la ha recordado a su llegada a la SGAE como una "Ana primeriza" en las labores teatrales que "confió en un grupo de jóvenes en 1970 para estrenar su primera obra de teatro 'Olvida los tambores'".
"Estoy especialmente tocado porque creo que ha hecho cosas maravillosas en su vida y nos ha hecho hacerlas a los demás, y eso siempre es un gran consuelo. Nos ha dejado la gran Ana Diosdado", ha expresado Gutiérrez Cava, no sin resaltar la "creatividad y forma de ser" de su amiga.
Para Amparo Larrañaga, decir adiós a Diosdado ha sido despedirse de una persona a la que estaba unida "en lo personal, en lo profesional" y en la relación que durante veinte años tuvo con su padre, el actor también fallecido Carlos Larrañaga.
"No se me va a olvidar la etapa que mi padre estuvo tan enfermo y cómo ella estuvo ahí. Cuando mi padre hablaba con ella estando enfermo me decía 'Ana no puede más, está deseando que esto se acabe' y, cuando mi padre murió Ana me dijo 'tu padre no podía más, estaba deseando que esto acabara'. ¡Qué unidos estaban para en esos momentos seguir siendo tan amigos!", ha confesado la actriz.
Por su parte, y aunque nunca trabajó con ella, el intérprete Álvaro de Luna ha resaltado de la dramaturga su "comportamiento solidario", y la ha calificado de "icono de honestidad y ternura". Pero también ha destacado cómo "aprendía" mucho de su amiga dada la capacidad que ésta tenía "de hablar y de entender".
A lo largo de la tarde, también se ha acercado otras caras conocidas de la escena nacional como Imanol Arias, su gran compañero en la serie Anillos de Oro (1983), o María José Goyanes, actriz que ha interpretado este año a Santa Teresa de Jesús en la obra El cielo que me tienes prometido, escrita por su amiga.
Con un tímida visita de ciudadanos anónimos, la tarde se ha ido sucediendo con la presencia de otros compañeros de profesión como Juan Diego, que ha querido despedirse de la que considera no sólo una "gran autora de cine y teatro", sino también una "mujer que siempre ha peleado por las mujeres".
Una faceta que también ha defendido la exministra Carmen Alborch: "Hemos pasado momentos de intensidad con su inteligencia y su creatividad y, la verdad, ha sido una mujer muy valiente con mucho coraje. Ha sido una mujer ejemplar, de una gran discreción, inteligente, discreta y valiente". Y así, con discreción, también se ha ido Diosdado o, como ha preferido decir su amigo Manuel Galiana, le ha puesto "punto final" a su novela.
La actriz y guionista asistía ayer a la Junta Extraordinaria de la SGAE, de la que era miembro, cuando se sintió mareada, y, según contaba el presidente de esa entidad, José Luis Acosta, empezó a palidecer de forma alarmante. Avisaron al SAMUR que trató sin éxito de recuperarla durante cerca de 50 minutos de una parada cardiorespiratoria.