En el diván de Goya
- La National Gallery dedica la primera exposición al Goya retratista
- Reúne hasta el 10 de enero 70 retratos realizados por el artista
- Gran parte de los préstamos proceden de España
Es uno de los mejores retratistas de la historia de la pintura, con una capacidad para revelar la personalidad del retratado que lo pone al nivel de su gran admirado Velázquez, y un tercio de su producción artística son piezas de de este género. Pese a ello, por increíble que parezca, todavía no se ha dedicado una exposición exclusivamente a los retratos de Francisco de Goya (1746-1828). Hasta ahora.
La National Gallery de Londres salda dos siglos después esta importante deuda con el maestro aragonés reuniendo desde el 7 de octubre al 10 de enero alrededor de 70 de los 150 retratos que aún se conservan de su producción artística, con obras maestras llegadas de todo el mundo, la mayoría de España, con el Museo del Prado y Patrimonio Nacional como grandes donantes.
Pero, ¿cómo es posible que hasta ahora no se hubiese organizado una muestra de este tipo? "En el siglo XX y el XXI, el interés por Goya siempre ha sido sobre un Goya más psicológico, más mítico, entrar en su mente y su increíble imaginación de la que salieron Los caprichos, Los desastres, Los disparates, Las pinturas negras… Siempre el Goya privado, mientras que los retratos son el lado más público de Goya y que el que, quizás en principio, no atrae tanto interés", explica a RTVE.es desde Londres en pleno montaje de la exposición su comisario, el hispanista británico Xavier Bray.
Por eso, la National Gallery se ha propuesto contar la historia de uno de los pintores españoles más universales a través de los retratos que realizó tanto de la familia real, como pintor de cámara, como de sus amigos y familiares y de sí mismo con su excepcional maestría. "Goya, que confesó que tenía como maestros a Velázquez, Rembrandt y a la naturaleza, tenía la capacidad de captar la naturalidad de la persona, no solo el lado físico sino también su carácter. Goya consiguió adaptar el idioma visual de Velázquez a sus contemporáneos y crea un retrato de una modernidad increíble, pero al mismo tiempo respetando al maestro. Sus retratos son tan directos y honestos y consiguen desvelar la vida interior de sus modelos de tal forma, que aún nos chocan", dice Bray.
Préstamos excepcionales
El comisario de la exposición Goya: Los retratos reconoce que ha sido un enorme "reto" la consecución de los préstamos, y también la "gran suerte" que han tenido al lograr que viajen a Londres obras clave. En este sentido, la National Gallery ha logrado que, por segunda vez en la historia, La duquesa de Alba (1797), de la Hispanic Society of America, salga "por segunda vez en la historia" de América -la primera lo hizo para viajar al Prado en 2004- o que Carlos IV en traje de caza (1799) y la Reina María Luisa con mantilla (1799) abandonen España por segunda vez en la historia y dejen sus huecos en las paredes del Palacio Real.
"Todos estos retratos eran claves, porque sin la duquesa no hay una exposición sobre retratos y sin los reyes no se puede contar la historia de Goya pintor del rey", explica Bray felicitándose también por el gran apoyo prestado por el Prado, que "ha brindado una exposición enciclopédica de Goya", con una decena de retratos como el de Fernando VII con manto real (1814-1815), Gaspar Melchor de Jovellanos (1798) o su Autorretrato de 1815.
Pero, además de ofrecer oportunidades únicas como esta de contemplar cara a cara y juntas en la misma habitación a reina y aristócrata con mantilla, la exposición permitirá ver obras que hasta ahora nunca se han exhibido en público por haber permanecido en manos privadas de descendientes de los propios modelos. Entre estas obras inéditas está el retrato de Don Valentín Bellvís de Moncada y Pizarro (h. 1795), del Fondo Cultural Villar Mir.
Aristócratas e intelectuales
La muestra nos cuenta también la vida del pintor de Fuedetodos, que vivió 82 años y fue el pintor preferido de la aristocracia española, desde sus inicios en la corte madrileña a su nombramiento como pintor de cámara por Carlos IV, además del difícil periodo que vivió durante el reinado de José Bonaparte y la ascensión al trono de Fernando VII y sus últimos años de autoexilio en Francia hasta su muerte en Burdeos en 1828.
La exposición está organizada de manera temática, según el retratado, y que permite descubrir distintos estilos. Así, una sala reúne los lienzos que realizó para la familia de los condes de Altamira y otra los que pintó de políticos ilustrados e intelectuales de la época a los que admiraba mucho, como Jovellanos, a los que pintaba con "fluidez y sosiego", mientras que otra estancia se dedica a amigos y familiares, como su mujer Josefa Bayeu y su hijo Javier Goya o su muejor amigo, Martín Zapater, que revelan a un Goya "gran modernista del retrato antes de Manet".
En sus retratos reales, el artista aragonés combinaba su técnica con su habilidad de retrato psicológico, de forma que, por ejemplo, Fernando VII con manto real permite apreciar la desconfianza de Goya hacia el monarca que abolió la Constitución de Cádiz y reinstauró la Inquisición que hasta en dos ocasiones le acusaría de traición. Carlos III en traje de cazador (1786-88) (Colección Duquesa del Arco, Madrid) es un retrato informal de un hombre de rostro curtido con un gesto un tanto irónico y que muestra la personalidad de un rey al que le gustaba que le llamaran "Carlos antes que rey".
La National Gallery también ha reunido autorretratos excepcionales, incluidos el primer Autorretrato (hacia 1773, del Museo Goya de Zaragoza), que pintó antes de cumplir los 30 años, y el último que se realizó junto a su médico personal, Goya atendido por el Doctor Arrieta (1820, The Minneapolis Institute of Art), cuando una enfermedad a punto estuvo de acabar con su vida a los 74 años, y que el artista regaló al médico que le salvó la vida.
En definitiva, una muestra que permite profundizar en una cara del maestro no demasiado explorada, pese a la riqueza de sus matices. "Ir a hacerse un retrato con Goya era como ir al psicólogo", sostiene el comisario, que añade que cada uno de sus retratos "es una obra en sí misma, no se repite" porque el pintor aragonés, al contrario que otros, no cayó en ceñirse a una fórmula tipo a la hora de retratar. Y ese es una de las claves que hacen que Goya, dos siglos después, siga sorprendiendo: "Tiene un estilo de pintar mágico. Madurez y al mismo tiempo el coraje de pintar de una manera totalmente nueva y distintiva. Es un artista que está siempre mirando de nuevo".