'Escenas de la vida conyugal', amor sin manual de instrucciones
- Ricardo Darín y Érica Rivas son dos ignorantes sentimentales en los Teatros del Canal
- El actor argentino vuelve a la escena madrileña tras 10 años de ausencia
- La obra, que ya ha pasado por Argentina y Perú, hace ahora escala en España
Somos ignorantes de los sentimientos. Estudiamos la historia, la matemática pero en la escuela nadie nos enseña a lidiar con nuestro alma, aunque, a veces, la cultura nos da una pista. En Escenas de la vida conyugal, Ricardo Darín y Érica Rivas ponen carne, voz y hueso a un manual de los sentimientos escrito en 1973 por Ingmar Bergman que ha sido recibido en Barcelona y Madrid con gran éxito de público y que viajará a Valencia, donde todavía quedan entradas, a partir del próximo 18 de noviembre.
Noche de estreno en los Teatros del Canal, en la puerta, la gente hace cola para entrar. Algunos van solos, otros con amigos pero, como en casi cualquier acontecimiento social de nuestros días, las parejas inundan el auditorio. Muchos vienen a ver a Darín, que vuelve a la escena madrileña después de una década y tras ganar la Concha de Plata en el festival de San Sebastián junto a Javier Cámara por Truman, otros buscan conocer más de cerca a la histérica novia de Relatos Salvajes, pero todos sealen con buen sabor de boca gracias al tándem orquestado por Norma Aleandro.
Aguantar sobre las tablas a Ricardo es difícil, pero Érica lo consigue con nota. Él es Juan y ella Mariana, un matrimonio de clase media y bien avenido que, a través de una colección de escenas cotidianas, desnudan su intimidad ante el público para contar la historia de sus vidas y provocar, entre la audiencia, una mirada cómplice, una sonrisa triste, una carcajada que dice “yo también”.
Hombre o mujer, no importa, unas veces somos Juan y otras Mariana. Esa es la grandeza del montaje de Aleandro, quien también dio vida a los personajes de Bergman en 1992, lograr la identificación más allá del sexo.
¿Por qué nos enamoramos?
Todo se reduce para atrapar la atención del espectador. Dos actores se enfrentan a un escenario casi vacío concebido por Juan Lepes en el que tan solo una mesa, una cama o una butaca acompañan a un haz de luz en forma de luna o ventana. Guillermo Perulán coloca los focos donde hay que ponerlos y tal vez por eso la sutil musica de Diego Savoretti pasa casi inadvertida.
Tras su estreno como miniserie en la televisión sueca y su posterior adaptación al cine con Liv Ullmann y Erland Josephson, Secretos de un matrimonio, que así se llamó a la versión emitida en España, provocó un aumento de los divorcios en la Suecia de 1973, según explicaba el propio Bergman en una entrevista. Argentina, Perú y ahora España se enfrentan ahora a este desafío que, si bien aún no ha proporcionado estadísticas, sí invita a la reflexión en la sala.
“¿No será esa la clave?, el tiempo”, pregunta el personaje de Darín en uno de los cuadros. “Dos personas se conocen, se enamoran, viven juntos tanto tiempo, que terminan cansándose el uno del otro... ”, trata de explicar. “¿Qué hice yo para que lo nuestro terminara así?”, le responde ella en otra escena.
La edad, las presiones familiares, la rutina, una escasa vida sexual, explicaciones, excusas, justificaciones, culpables, cualquier argumento es bueno para tratar de entender el momento en que todo se tuerce, ese instante en que nos damos cuenta de que una relación no da para más. Sin embargo, siempre nos quedará la duda de qué habría pasado si hubiésemos hecho lo contrario y eso, precisamente, es lo que hace que la vida siga adelante.