La pasión por la lectura marcó la vida del escritor Lampedusa
- Una exposición en Matadero Madrid repasa la figura del Lampedusa lector
- Paradójicamente, no conoció en vida el éxito de su obra maestra El Gatopardo
El escritor siciliano Giuseppe Tomasi di Lampedusa (Palermo, 1896- Roma, 1957) fue un lector voraz y llegó a acumular una gran biblioteca de más de 4.000 volúmenes, sobre todo de literatura inglesa y francesa, las que más acapararon su pasión por la palabra escrita.
Esta faceta determinante de su personalidad, por otro lado marcada por cierto misterio y una melancólica evocación, ha quedado eclipsada por el inmenso éxito de su obra maestra -y única novela- El Gatopardo.
Este clásico de la literatura del siglo XX, trasladado al cine con acierto por Luchino Visconti en 1963, narra la cínica adaptación de los partidarios del Antiguo Régimen al nuevo tiempo de la revolución.
Paradojicamente, y muy literariamente, de hecho, los editores rechazaron en un principio su novela y el aristócrata italiano no llegaría a saborear el triunfo en vida. Lampedusa se transformó en autor en los últimos años de su existencia, sin embargo, lo que hizo siempre fue leer.
Las huellas de su amor por los libros son las que recorren la exposición que acoge la Casa del Lector en Matadero Madrid (del 22 de octubre al 21 de febrero), en colaboración con la Embajada de Italia en España y el Instituto de Cultura Italiano en la capital.
En esta aproximación a la figura de Lampedusa se muestra el manuscrito original de El Gatopardo, documentos y objetos personales, además de libros procedentes de su biblioteca personal.
"Leía por su cuenta en varios idiomas. Era un solitario y viajaba a través de la literatura", relata Mercedes Monmany, una de las comisarias de la muestra y especialista en literatura siciliana.
La pulsión por la lectura germinó en la soledad de los palacios donde creció, "por cuyas estancias aprendió la compañía de los libros". Su niñez estuvo marcada por la influyente sombra de una madre que leía a Salgari, ya que en su vida adulta siempre se mantuvo distante de los círculos literarios.
El aristócrata, fue príncipe de Lampedusa y duque de Palma di Montechiaro, solía decir de sí mismo que era un chico al que gustaba más estar con las cosas que con las personas. A pesar de su origen noble, llevó una existencia modesta y marcada en ciertas etapas por la estrechez económica
De lector voraz a escritor
En palabras de la comisaria Monmany, el poso de las múltiples lecturas a través del tiempo cristalizan en El Gatopardo donde las reminiscencias fluctúan de Góngora a su adorado Sthendal, Dickens o entre los contemporáneos, James Joyce. El propio príncipe no siguió un patrón clásico y se atrevió a innovar introduciendo en el relato técnicas del psicoanálisis.
Idolatraba a Shakespeare, al que consideraba el mejor bruñidor de las pasiones que turban el alma humana. También tuvo un hondo conocimiento de la literatura española a la que se acercó a través de su protegido y heredero Gioacchino Lanza Tomasi, cuya madre era española.
"Leyó a Góngora, Cervantes, La Celestina, El Buscón y admiraba a los poetas del siglo de Oro a los que consideraba el antecedente cultural de las grandes literaturas europeas", señala la experta a RTVE.es
Lampedusa estaba firmemente convencido de que leer bien es una buena herramienta para vivir mejor aunque la publicación de su obra cumbre, hija de todas sus lecturas, fue precisamente el triunfo de "una fatalidad", como apunta Mercedes Monmany.
"Nada más salir El Gatopardo bate todos los récords y se convierte en la novela más leída y vendida en Italia en el siglo XX, alcanzando la universalidad. Un éxito que él no vivió", concluye.