Hijos únicos de China, de pequeños emperadores a pilares de la economía
- China reforma la polémica ley del hijo único, después de tres décadas
- Un economista, investigador en Pekín, y dos madres chinas nos dan algunas claves
En China, "todas las parejas" podrán tener hasta dos hijos. El gobierno de Xi Jinping pone fin así a más de tres décadas de imposición de la controvertida ley del "hijo único". Ideada en 1979 para socorrer una economía agonizante, el Partido la ha reformado en 2015 para apoyar al gigante económico, solo superado por EE.UU., en el que se ha convertido el país asiático.
"Un matrimonio de hijos únicos, dos personas productivas, tiene que soportar a sus padres y a sus abuelos. Son cuatro personas a punto de jubilarse y luego ocho jubilados improductivos", explica a RTVE.es desde Pekín Alberto Lebrón Veiga, economista e investigador en la Universidad del Pueblo de Pekín, director de la publicación China Capital.
En los más de 1.400 millones de habitantes de China se reparten las generaciones de tres décadas de hijos únicos, el grueso de la población productiva del país. "Antes de las políticas del hijo único, en los años 40 y 50, la gente aquí en China tenía hermanos. Todas estas personas son ahora una población mayor que los hijos únicos deben sostener sobre sus hombros y eso es insostenible", añade Lebrón.
"La población dependiente, debido a la política del hijo único, acaba creciendo de forma exponencial en comparación con la población productiva, los jóvenes. Por tanto, China necesita rejuvenecer la pirámide poblacional para evitar esa estructura invertida", describe el investigador.
Hao Jia, pekinesa, madre y viceproductora del canal de noticias en español de la cadena CCTV en China, explica a RTVE.es que "en la mente de los chinos, la combinación es perfecta si una pareja tiene un hijo y una hija". Pero, añade, "eso hasta ahora ha sido solo un sueño para la gente común".
Sin embargo, Hao Jia rescata la razón económica como dato a considerar: "Querría tener dos hijos, pero problemas como el coste de la vivienda, el tiempo y gasto dedicado a los niños, la dificultad para acceder a buenos colegios, etc., son una parte del dilema".
Hao Jia cree "que este cambio promoverá la fecundidad en las ciudades pequeñas y zonas rurales. Pero para las parejas en las grandes ciudades necesitan reflexionar detenidamente sobre esto".
Un hijo varón, la supervivencia en las zonas rurales
"Tradicionalmente, en las zonas rurales chinas un niño era una persona que podía trabajar desde los ocho años en el campo, pero una niña era una boca que alimentar. De ahí los abortos y abandonos de niñas. Si puedes tener varios hijos conservas a tus hijas, pero si solo puedes tener uno, te deshaces de la niña", indica Lebrón Veiga, y concluye: "Además del envejecimiento demográfico, el desequilibro de género es una derivada más".
"Esto ha sido así en las zonas rurales que hoy son el 50% de la población, pero en el pasado fue mucho más. Hay 1,2 varones por mujer en China. El menor número de mujeres y la primacía del varón sobre la mujer, sumado a la política del hijo único, genera un problema de reproducción por habitante. La nueva política de dos hijos contribuirá no solo a ensanchar la pirámide poblacional en la base de miembros productivos, sino también a reducir este desequilibrio de género"..
A juicio de HAo Jia, el gobierno chino quiere "reajustar la estructura de la población", especialmente emprenderá la resolución de la "sociedad que envejece".
El "pequeño" problema de los "pequeños emperadores"
Mei Li, abogada china y madre de dos mellizos de 6 años, advierte ventajas e inconvenientes desde su experiencia como nativa del país asiático y como residente en España y Reino Unido: "Es bueno para los niños, para el equilibrio familiar, porque un único hijo se convierte con facilidad en el centro de atención y se malogra su educación", comenta a RTVE.es.
Y señala: "La gente los llama 'el pequeño emperador' de la familia, y es difícil que aprendan a compartir. Sin embargo, con la aparición de un hermano, el primer niño aprenderá a cuidar del pequeño. Esta es una forma natural de enseñarles a ser generosos y no egoístas".
No obstante, Mei Li también apunta inconvenientes, de nuevo en la dirección del bolsillo: "Esto puede causar dificultades económicas a la familia. Para una familia rica, un niño o dos no supone gran diferencia desde el punto de vista económico, pero para aquellos con un nivel de ingresos medio, podría suponer un reto difícil".
El dragón dormido ha despertado, y quiere un hermanito
A medida que el PIB del viejo imperio renacido crece, China ha dejado de ser el país paupérrimo al que sobraban bocas que alimentar, bocas que fueron atajadas con la imposición de la política del hijo único en 1979.
"Ya no existe el problema de la escasez de recursos sobre población porque se produce mucho y China se puede permitir tener más habitantes, más hijos por pareja y evitar tensiones de población dependiente sobre población productiva", reflexiona Lebrón.
La población productiva tendrá que pagar más impuestos para mantener un sistema de pensiones y asistencia sanitaria. Y para el economista, un dato sencillo y práctico, como prácticos son los chinos: "Mantener a padres y abuelos... Es mejor hacerlo con hermanos que solos".
Tradición profunda y un gran sentido práctico de la vida
La regulación legal de aspectos relativos a la estructura familiar y su inserción en las instituciones civiles y administrativas ha influido notablemente en el desarrollo de la sociedad china.
Normativas como la relacionada con el censo o "hukou", una ley que impide acceder a servicios públicos como la educación o la sanidad si no se vive en la localidad donde se está empadronado, han dejado sin padres a millones de niños cuyos progenitores debían migrar a otras ciudades para trabajar. Migrantes privados del acceso a estos servicios, y sus niños del colegio, si finalmente viajaban con ellos.
La obligación de mantener las cifras de natalidad llevó con frecuencia a situaciones criticadas por la opinión pública, sobre todo por el impacto en las redes sociales, muy en auge en China. Un ejemplo es la práctica de abortos forzados a instancias de organismos públicos. Fotografías difundidas en internet, como un caso en el que se mostró a una madre junto a su feto muerto en un evanzado estado de gestación, agitaron las conciencias y llevaron al pronunciamiento del ejecutivo hacia las reformas.
Siglos de cultura confuciana han cimentado en China una percepción conservadora de los valores tradicionales, fundamentalmente la familia, la jerarquía asociada a la edad, y el valor intrínseco de una prole de hijos, y de hijos varones. Principios que quedaron en la sombra legal pero muy vivos en la vida real.
Finalmente, en noviembre de 2013, el Partido Comunista Chino relajó la tenaza: A partir de ese momento las parejas podrían tener dos descendientes siempre y cuando alguno de los padres fuera hijo único.
La política del hijo único no solo llevó a la eliminación y abandono de muchas niñas para insistir hasta el ansiado hijo varón. También influyó en el llamado fenómeno de los "niños emperadores", pequeños hijos únicos convertidos en el mayor tesoro de sus padres y objeto de una permisiva educación con todos los caprichos; algo que choca con la austeridad y disciplina educativa que promueve el sistema confuciano.
También acentuó el abismo entre las clases pobres y las pudientes, que, o bien emigrando fuera del país o bien pagando la correspondiente multa, podían aspirar a la preciada familia numerosa. Es el caso del famoso cineasta Yang Zhimou, que admitió haber violado la ley del hijo único.
Pero en China, el peso de las tradiciones va unido a un enorme sentido práctico. Con una población en torno a mil cuatrocientos millones de habitantes, la segunda economía mundial refuerza sus pilares. La temida desaceleración, cuyos parámetros financieros cuentan con la intervención estatal, convive con la pujanza de una población que, tres décadas después de las consignas en forma de consejos de Deng Xiaoping, apuesta por una vida mejor, y ha expresado su deseo de una familia más numerosa.