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Julio Verne: la imaginación sin límites

  • Una exposición recoge los sueños del autor francés que cambiaron el mundo
  • Sus novelas influyeron en generaciones de exploradores, científicos e inventores
  • Verne era, por encima de todo, un enamorado del mar y de la ciencia

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La exposición "Julio Verne. Los límites de la imaginación" muestra la influencia del escritor francés en grandes personajes de la historia.
Imagen de la muestra "Julio Verne. Los límites de la imaginación".

Julio Verne es sinónimo de imaginación desbordante. De balas espaciales, globos aerostáticos, submarinos, volcanes, viajes, naufragios... Ningún otro escritor ha encarnado como él el poder de la literatura fantástica, ni ha influido tan decisivamente en sucesivas generaciones de exploradores, científicos e inventores. Más de un siglo después de su muerte, el universo que creó permanece intacto. El paso de los años no ha hecho sino reafirmar la obra de este novelista universal que en realidad siempre quiso ser marinero.

Los comisarios de la exposición

Los comisarios de la exposición "Julio Verne. Los límites de la imaginación", Miguel Ángel Delgado y María Santoyo. RTVE

La exposición "Julio Verne. Los límites de la imaginación", que puede verse en el Espacio Fundación Telefónica, recoge los sueños del autor francés que cambiaron el mundo. Hay un adjetivo repetido hasta la saciedad que se asocia a su nombre casi de manera obligatoria: "visionario". Pero quienes mejor conocen su vida y su obra se niegan a calificarlo como tal. "No era exactamente un visionario. Era un hombre de su tiempo, perfectamente informado y documentado, muy al corriente de todas las novedades, de todos los avances científicos", opina María Santoyo, una de las comisarias de la muestra. "Supo vivir el tiempo que le tocó vivir y aventurar lo que podía pasar en base sobre todo a reflexiones lógicas".

No era exactamente un visionario. Era un hombre de su tiempo, muy al corriente de todos los avances científicos.

Ese tiempo que le tocó vivir fue una época tan fértil como vertiginosa, que moldeó a fuego un espíritu siempre roído por la curiosidad. Se trata del último tramo del siglo XIX y los albores del siglo XX; la época de la Segunda Revolución Industrial, caracterizada por grandes descubrimientos técnicos, científicos y geográficos. "Él es un hijo del positivismo de su tiempo, de toda la fe en el progreso y del profundo interés que hay por las novedades tecnológicas. Era un hombre que creía por encima de todo en la ciencia", le define Santoyo.

Fascinación por el mundo y la técnica

"Verne pertenece a una generación que nace en un mundo en el que se viajaba en diligencia, donde no existía la penilicilina... Un mundo anclado en costumbres ancestrales. Y cuando él muere, ya ha volado el primer avión. En una sola generación, cambia radicalmente la concepción del mundo -continúa explicando Santoyo-, y ahí se produce una ruptura abismal, que no vuelve a ser tan grande en toda la historia. Eso le influye muchísimo a él y a todos sus contemporáneos, que estaban fascinados con las posibilidades del mundo y de la técnica".

Pero este período de prodigios deslumbrantes finalizó de manera abrupta con la Primera Guerra Mundial. El ser humano volvía a mostrar su lado más oscuro, para poner una vez más la inteligencia al servicio de la fuerza bruta. Coincidió con la época más sombría de un Verne decepcionado. "En la parte final de su carrera y de su vida, esa fe y esa pasión por el progreso desaparecen un tanto. En sus últimas novelas comienzan a aparecer los científicos locos, entendidos en el sentido de malvados", explica Miguel Ángel Delgado, comisario de la exposición junto con María Santoyo.

"En este sentido, la obra de Verne es muy interesante porque refleja la evolución de una sociedad que se dirige a toda velocidad hacia la Primera Guerra Mundial. Es entonces cuando comienzan a quedar en entredicho los sueños de progreso y liberación para la humanidad que supuestamente iba a traer la ciencia", añade.

Submarino Nautilus

Considerado por muchos como el mejor exponente de su obra, el submarino Nautilus se ha convertido en un emblema universal de la investigación oceanográfica. Nadie que ame el mar ha podido escapar al magnetismo de esta maravillosa obra de ingeniería y su enigmático comandante. Desde el inventor del submarino eléctrico, el español Isaac Peral; al icono sagrado de los océanos Jacques Cousteau (cuya comparación con el capitán Nemo es inevitable).

Solo como uno de los cientos de ejemplos que podrían emplearse para mostrar la inspiración que ha ejercido este sumergible ficticio, la Armada de Estados Unidos llamó "Nautilus" al primer submarino nuclear de la historia.

Representación de la época del interior de un paquebote submarino.

Representación de la época de cómo imaginaban que sería el interior de un paquebote submarino en el año 2000. FUNDACIÓN TELEFÓNICA

"En toda su obra, si él anticipa algo muy concreto es el submarino eléctrico. Porque se da cuenta de que lo que va a mover el mundo en el futuro es la electricidad", opina María Santoyo.

En toda su obra, si él anticipa algo muy concreto es el submarino eléctrico.

La exposición dedica un apartado muy importante a la pasión por el mar que sentía Julio Verne y, especialmente, a su obra Veinte mil leguas de viaje submarino. En la muestra se exhibe un ejemplar de la primera edición mundial de esta novela, que se editó en España debido a que Francia estaba sumida por aquel entonces en una guerra con Prusia. También se pueden contemplar las primeras fotografías submarinas realizadas por el biólogo Louis Marie-Auguste Boutan, o extractos de las películas subacuáticas del cineasta científico Jean Painlevé.

La conquista del espacio

Pero si la obra de Verne impresionó a los amantes de los océanos y los fondos marinos, fue entre los apasionados del espacio donde causó verdadero furor. Por eso, otra de las secciones más importantes de la muestra se centra en la fascinación humana por viajar a la Luna y al espacio.

"Julio Verne insuflaba espíritu de aventura en sus lectores; y eso se ve en declaraciones como las de Yuri Gagarin, el primer hombre que viajó al espacio exterior; quien reconoce haber leído sus novelas y que eso fue lo que le impulsó a ser astronauta", comenta Santoyo.

"Influyó poderosamente en todos los pioneros de la astronáutica. Desde los teóricos como Tsiolkovski, Von Braun o Goddard hasta los tripulantes del Apolo 11… Todos se leyeron De la Tierra a la Luna y esta obra les encendió la imaginación", añade Miguel Ángel Delgado.

La fantasía de Julio Verne no encontró límites. Pero siempre tuvo una base científica muy sólida, que brotaba directamente de los tomos de su copiosa biblioteca. En sus cerca de cien obras, recorrió las profundidades del mar y del espacio, las entrañas de la Tierra, las selvas y los desiertos, los polos geográficos. Sus sueños crearon artefactos increíbles, e inspiraron a generaciones de aventureros y científicos que llegan a nuestros días, aunque la literatura fantástica no ha vuelto a dar a un escritor con semejante capacidad de fascinar.

"Necesitaríamos un Verne en la actualidad, porque sus novelas hacían que ser científico fuese algo muy seductor, y te ponían al mismo nivel que el aventurero y el explorador… Yo creo que nos vendría muy bien un Verne actual que pudiera tener esa influencia. Así resolveríamos este problema de crisis de vocaciones científicas que tenemos", finaliza Miguel Ángel Delgado.

La navegación aérea ocupa un lugar muy importante en la obra de Julio Verne.

La navegación aérea ocupa un lugar muy importante en la obra de Julio Verne. FUNDACIÓN TELEFÓNICA