Túnez, solidaridad con Francia sin olvidar el pasado reciente
- Los tunecinos repudian los atentados de París mientras luchan contra la infiltración de combatientes desde la frontera con Libia
- El terrorismo islamista reduce a la mitad la afluencia de turistas a Túnez
- La embajada francesa en Túnez, con la bandera a media asta y bajo fuertes medidas de seguridad
"Quiero expresar mi solidaridad total con Francia, ha sido una gran desgracia”, afirma a RTVE.es Amal, tunecina de 22 años y estudiante de derecho. Lo manifiesta sin sombra de duda. Estamos en el paseo central de la Avenida Bourguiba en la capital del país, y señala: “Aquí fue donde nosotros empezamos nuestra revolución”.
“Es una catástrofe total, un completo desastre”, se lamenta Kamal, taxista. “Estamos con ellos, somos el mismo pueblo, los tunecinos están tristes”, asiente Aimad, camarero de 44 años, y junto a él, Farid, albañil, lo apoya: “Todos tenemos el mismo problema, debemos ser solidarios, pero los franceses podrán resolver esta situación.
Unos cientos de metros más abajo, cerca de la Medina, la bandera tricolor ondea a media asta en la fachada principal de la embajada francesa en Túnez. La diplomacia francesa está de luto tras los atentados, reivindicados por el autodenominado Estado Islámico, que el viernes dejaron en París al menos 129 muertos, dos de ellos españoles.
Un vehículo militar blindado custodia el edificio y un cerco de concertinas erizadas de púas cierra el perímetro de la legación gala. Parapetos de sacos de tierra forman puestos en los que vigilan militares fuertemente armados con fusiles de asalto y chalecos antibalas. Un policía se acerca a comprobar nuestra documentación, “todo está tranquilo, no pasa nada”, dice.
Resistir al terrorismo para salvar la revolución
La masacre en París ha hecho revivir a Túnez las heridas aún abiertas por los atentados que este año golpearon el museo del Bardo y un complejo hotelero del Mediterráneo. Aquellos ataques sembraron el terror entre la población y asestaron un duro revés a la vital industria turística tunecina. Según la ministra de Turismo de Túnez Selma Elloumi, los atentados han provocado la pérdida de más de 500 millones de dólares y dos millones de noches de hotel.
“Nosotros no tenemos petróleo, los atentados en Túnez atacan al turismo”, explica R., de 58 años y dueño de una óptica cerca a la Medina en la capital. Y se lamenta: “Nadie va a decir a los turistas ingleses que no vayan a Francia. Aquí hemos hecho una revolución y hemos salido adelante sin guerra, y mirad lo que nos está pasando. Sin embargo, nadie pondrá en duda que Francia no es peligroso”.
Para el empresario tunecino, los atentados del viernes en París, “se esperaban”. Denuncia la intervención de Estados Unidos en Irak y la destrucción del país “solo por el petróleo, porque todos sabían que no había armas de destrucción masiva”.
“Se veía venir”
Fadoua Braham, abogada y activista defensora de los derechos humanos también es crítica. Ella lamenta el sufrimiento de las personas, pero mira más atrás y reclama la responsabilidad de las potencias occidentales en la situación por la que atraviesa la zona.
“El Estado Islámico es un producto de Estados Unidos, y también de Francia“
“El Estado Islámico es un producto de Estados Unidos, y también de Francia”, opina. “Creo que Francia es uno de los responsables políticos de lo que pasa. Se ha destruido un pueblo entero y deben asumir su responsabilidad”. Y concluye: “Se veía venir, hay 2.000 combatientes con pasaporte francés en Siria”.
De los 20.000 combatientes extranjeros que luchan para el Estado Islámico, unos 3.000 proceden de Europa, según afirmó a la BBC Gilles de Kerchove, coordinador de la lucha contra el terrorismo en la UE.
La inseguridad mata el turismo
Pero el país que más terroristas exporta a Irak y Siria es, precisamente, Túnez. La frontera que comparte con Libia se ha convertido en un inquietante coladero bidireccional, así como la parte occidental del país, colindante con Argelia.
Precisamente este viernes, un pastor de 16 años fue decapitado en las montañas de Sidi Bouzid, lugar donde nació la revolución, por un grupo afín al EI. La sensación de inseguridad resultante es uno de los principales retos de la nación, sobre todo para su sector turístico.
El turismo emplea en Túnez a cerca de un 5% de la población, y representa casi un 7% de su producto interior bruto, dando estabilidad a un tejido social que ha resistido la oleada de guerras civiles en la zona, tras las primaveras árabes.
Ningún país es inmune
Taleb Rifai, secretario general de la organización Mundial del Turismo, afirmó el jueves a RTVE.es que “no hay lugares absolutamente seguros en el mundo, ningún país es inmune”.
Un punto de vista emitido por Rifai, la máxima autoridad del Turismo y compartido por Kamal, un taxista tunecino: “Aún con la seguridad de los franceses, han podido hacerlo. No importan las medidas que se tomen, y puede ocurrir en cualquier país”.
Los ataques en París a un estadio de fútbol, a bares y a cafetería, y a una sala de conciertos subrayan la vulnerabilidad ante actos terroristas.
“Deberían convocar una manifestación aquí en Túnez, por los muertos en París, pero también por el pastor asesinado en Sidi Bouzid”, clama Fadoua Graham. “Allí empezó todo, en ese lugar”, evoca la abogada recordando la inmolación de Mohamed Bouzizi, la chispa que encendió la revolución del jazmín y las primaveras árabes.