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El Reina Sofía recupera los collages expresionistas de Juan Giralt

  • La pinacoteca recoge la primera retrospectiva nacional del autor
  • El pintor madrileño situó sus obras entre el arte figurativo y la abstracción

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'Cuadro de ciervos' (2002) Colección Luis Revuelta
'Cuadro de ciervos' (2002) Colección Luis Revuelta

Los collages de Juan Giralt (Madrid, 1940-2007) beben del expresionismo y de un colorido geometrismo pop que remite a un lenguaje propio con guiños que no esquivan el humor.

“Me gusta la pintura muy machacada, que conserve la vida y la energía acumulada”, refería el pintor en sus notas de trabajo en 2003. Ese “manchar” el arte en elaborados puzzles sobre acrílicos o tablas, que luego trasladaría al gran formato, respondía a la necesidad de que las obras respiraran autenticidad y le “fueran sorprendiendo”.

Sus composiciones son cuadros dentro de un cuadro. Giralt jugó a integrar varios elementos, a menudo contrapuestos, que recogía de almonedas y mercadillos con el objeto de dotarlos de una “segunda vida”.

Así, añade trozos de tela, fotos, estampas, fragmentos de cuadernillos del cuerpo humano o cromos de animales con ciervos y leones. También remite a la realidad introduciendo palabras pintadas-“perineo”,”casa”, “voz”- que capturan la atención del espectador.

Juan Giralt en el Reina Sofía

Juan Giralt en el Reina Sofía

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  • Sin título (1975). Colección Gloria Kirvy.

    Con unos inicios autodidactas en el informalismo de los 50, su trabajo se extendió hasta los primeros años del siglo XXI.
  • 'Lucy' (2006). Coleccion particular.

    La exposición que exhibe ahora el Museo Reina Sofía reúne más de 90 obras que reflejan dos períodos especialmente fecundos.

Una mixtura que viaja a caballo entre el arte figurativo y abstracto, aunque él aborrecía estos términos porque consideraba que constreñían las tendencias. En el camino de esta contradicción transitó a lo largo de una carrera con altibajos, que le ha hecho caer en cierto olvido para el gran público.

En opinión de Manuel Borja-Villel, director del Museo Reina Sofía (Madrid), Juan Giralt es ese tipo de artistas fuera del canon sobre los que el museo "tiene querencia". La pinacoteca madrileña exhibe en 90 obras la primera retrospectiva del autor con la que se pretende recuperar la figura del madrileño relegada a un “papel secundario” pero “esencial”.

Madrid, esplendor y crisis

En el todavía grisáceo Madrid de los 70 el pintor vivió una época muy activa. Trasladó a la capital los conocimientos adquiridos en sus viajes por París, Amsterdam, donde tomó contacto con los expresionistas del CoBrA, y a su vez se embebió de la corriente pop en boga en Inglaterra y Chicago.

Con este bagaje dinamizó la escena cultural madrileña colaborando con la Galería Vandrés (1971), abanderada de las vanguardias, y donde confluyeron una generación de artistas ya consagrados con otros que empezaban a descollar. En este magma cultural Juan Giralt se convirtió en el principal referente de la Nueva Figuración Madrileña.

“Él era el alma de la galería, el que traía a todos los artistas como a Luis Gordillo, etc. Era un Madrid muy lleno de energía, muy mágico. Giralt era un artista de artistas”, recuerda Carmen Giménez amiga personal del pintor y una de las comisarias de la exposición Juan Giralt.

'Lucy' (2006). Coleccion particular.

La muestra, que puede disfrutarse en la pinacoteca madrileña hasta el 29 de febrero de 2016, incluye una introducción pero sobre todo rescata buena parte de las creaciones del pintor desde los años 90 hasta su muerte en 2007. Una etapa que alumbró su obra de mayor calidad y más personal, con originales collages con marcado colorido que evocan a Matisse.

En esta década, Giralt experimentó un resurgir cristalizando su propio lenguaje. Ocurrió tras una crisis espiritual y artística que supuso un paréntesis en su trayectoria. Tuvo lugar en los 80 cuando quedó “sepultado” por la arrolladora Movida madrileña.

“Los 80 fueron brutales para el arte. Parece que no existió nada antes y él se pasó este tiempo casi sumergido aunque nunca dejó de pintar. Vivió la cultura como una vocación y en algunos momentos se sintió poco reconocido”, rememora su hijo, el escritor Marcos Giralt Torrente.

Para esta exposición, el novelista ha ejercido "de facilitador" para localizar e investigar la obra que se encuentra diseminada en colecciones particulares. Giralt Torrente ha recogido en su premiado libro Tiempo de vida (Premio Nacional de Narrativa 2011) los últimos años cuidando de su progenitor durante su enfermedad.

Una crónica de reencuentro, pero también de íntimo ajuste de cuentas con el padre ausente cuya huella se revisita en el Madrid en el que intensamente creó.