'Langosta', la incómoda alegoría sobre las relaciones de pareja
- El cineasta griego Yorgos Lanthimos estrena su primera película en inglés
- Protagonizada por Colin Farrell, Rachel Weisz y Léa Seydoux
- Una onírica y pesimista reflexión sobre individualismo y conformismo
Comedia onírica, sátira macabra o distopía absurda. Todos son calificativos recibidos por Langosta, la nueva película del cineasta griego Yorgos Lanthimos, desde que se estrenase en el último Festival de Cannes (donde obtuvo el Premio del Jurado). Lathimos (Canino, Alps) continúa su cruzada para azotar al ser humano aplicando esta vez su mirada, un punto misántropa, a las relaciones de pareja y a la tensión entre individualismo y conformismo.
Langosta es una alegoría de argumento sencillo dentro de su originalidad: Un hotel acoge a solteros que están obligados a encontrar pareja entre el resto de huéspedes. Si no lo logran en el plazo establecido, se convierten en el animal que elijan. Para ganar tiempo extra, se realizan cacerías en un bosque habitado por solteros que viven en castidad. Por soltero cazado, un día extra.
A partir de ahí, como en toda alegoría hay que descodificar los símbolos mientras la narración avanza. Todos los personajes tienen un punto narcotizado, carente de sentimientos, y cierto infantilismo. La sofisticada estética termina de marcar la distancia que Lanthimos desea entre la historia y espectador.
La primera película rodada en inglés por Lanthimos es lo que, con tono despectivo, se suele llamar Europudding. Una coproducción de Grecia, Reino Unido, Irlanda, Países Bajos y Francia con un reparto que incluye a Colin Farrell, Rachel Weisz, Olivia Colman, Léa Seydoux y John C. Reilly.
En Cannes, Lanthimos jugaba al despiste afirmando que no hay mensajes en Langosta, sino una exploración de un tema para plantear preguntas, aunque la película está cargada de afirmaciones. ¿Cuáles?
La pareja es una tiranía
En el universo de Langosta, la pareja son dos vasos comunicantes. Las diferencias individuales tienen que limarse para alcanzar un punto estabilidad porque la sociedad enseña que las parejas tienen que basarse en las similitudes y no en opuestos.
Por supuesto, ese principio lleva al fingimiento. Urgidos para seducir, los candidatos deben renunciar a su personalidad para acoplarse a la del otro.
La soltería es opresiva
Los solteros (liderados por un marcial Léa Seydoux) están organizados como una resistencia que habita un inhóspito bosque obedecen a un código todavía más estricto que el del hotel. No pueden tener relaciones sexuales, ni siquiera flirtear. Deben bailar solos, dormir solos, comer solos. La presión del grupo para no emparejarse es aún mayor.
El amor es un sacrificio
Colin Farrell y Rachel Weisz, aislándose de la sociedad, viven un amor que se basa en lo indecible y logran la intimidad. Pero cuando llegan los sacrificios, vienen las vacilaciones. Y ese es tema de Langosta: una pesimista e irónica visión sobre la imposibilidad de escuchar y seguir a nuestra débil voz interior.