"Voy al colegio para mostrar a los demás que con una discapacidad podemos hacer lo mismo que el resto"
- Los niños discapacitados de zonas pobres en África encuentran más obstáculos
- Las ONG tratan de visibilizar el problema y mejorar su inclusión social
- La asistencia a la escuela se convierte en la mejor vía de integración
Malik tenía una cabeza enorme cuando nació. El médico de su aldea dijo que padecía hidrocefalia o exceso de líquido en el cerebro. Los primeros años los pasó tumbado, sentado o a espaldas de su madre. La cabeza le pesaba demasiado para poder caminar, tampoco podía hablar con normalidad.
Cuando la ONG Plan Internacional llegó a Togo convenció a los padres del menor para que le trasladaran a Lomé, la capital, y fuera a la consulta de un neurólogo. El diagnóstico del médico fue claro: Malik podía tener cura. Otra ONG pagó la operación y, en menos de tres meses de rehabilitación, el niño comenzó a andar y a pronunciar sus primeras palabras. Malik ya tiene seis años y este año ha ido por primera vez a la escuela.
"Ahora, su cabeza es más pequeña, es un niño muy inteligente y aprende rápido", asegura su profesor. "El primer día que vino a clase algunos compañeros le discriminaron por la deformidad de su cabeza. Hemos recibido formación para tratar a estos menores y también hemos logrado que los demás alumnos no los excluyan".
Para que niños como Malik no sean "invisibles" ante la sociedad, este jueves se conmemora el Día Internacional de las Personas con Discapacidad bajo el lema ‘La inclusión importa’. Las organizaciones internacionales reivindican sus derechos y la ONU aboga por promover el fortalecimiento de estas personas, "ya que así se crean oportunidades reales, se potencian sus habilidades y se les ayuda a establecer sus prioridades".
El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, ha pedido "hacer de nuestras ciudades lugares más incluyentes, accesibles y sostenibles", en el marco de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Vivienda y el Desarrollo Urbano Sostenible que se celebrará el año que viene.
Entre 95 y 100 millones son niños
Según el último informe mundial sobre discapacidad publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Banco Mundial, más de mil millones de personas viven en el planeta con algún tipo de discapacidad, de los que entre 95 y 100 millones son niños.
El 80% de ellos vive en países desarrollados pero muchos tienen que soportar, a diario, la discriminación, la incomprensión y la soledad de no ser como los "demás". Superar esas barreras en zonas rurales, inaccesibles o muy pobres añade una mayor dificultad.
Los pequeños discapacitados tienen hasta diez veces menos posibilidades de ir al colegio y, por tanto, no tienen garantizada plenamente su inclusión. La mayoría de aulas e instalaciones escolares no están preparadas, no cuentan con accesos ni rampas para minusválidos y los profesores carecen de la formación suficiente para atender adecuadamente las necesidades de estos niños.
"Es fundamental que las organizaciones que velamos por los derechos de la infancia enfaticemos la protección de los niños y niñas con discapacidad. Desde Plan International hacemos un llamamiento a los gobiernos para que incluyan políticas públicas que garanticen los derechos de los niños y niñas con discapacidad y su integración en la sociedad", señala su directora, Concha López.
El colegio como vía de inclusión
Kapri sonríe mientras le hacen fotografías. La polio dejó su pierna derecha más delgada que la otra, necesita una muleta para caminar. Solo tiene 11 años pero ya tiene planes de futuro: "Cuando acabe el colegio quiero ser el presidente de mi país, Sierra Leona, y poder construir edificios y escuelas para niños como yo".
A Philip, de 16 años, le gustaría estudiar medicina y ayudar en el tratamiento de otros discapacitados. También es de Sierra Leona y aunque camina con mucha dificultad, no falta ni un solo día a clase. "Mi hermano mayor me animó a ir al colegio porque así mostraría a los demás que incluso con una discapacidad podemos hacer lo mismo que el resto".
“Al principio no quería ir al colegio porque me quedaba sola, mientras los demás niños salían a jugar“
Memunatu es una joven de 16 años que sufrió polio de pequeña. Ella quiere ser enfermera. "Al principio no quería ir al colegio porque me quedaba sola, mientras los demás niños salían a jugar". Esta chica quiere alzar la voz para que "seamos escuchados y el mundo entienda cómo nos sentimos".
Essohouna nació con una malformación en sus piernas. Sus padres improvisaron unas muletas con dos palos de madera cuando el curandero aseguró que no podía hacer nada por él. "Era muy doloroso para mí caminar, cada poco tenía que pararme".
Con el apoyo de Plan Internacional, consiguió recibir fisioterapia, le dieron un bastón y a los 14 le operaron. Camina solo distancias cortas y se desplaza con una sola muleta para ir a la escuela. "Estoy feliz porque puedo estudiar y he empezado a jugar al futbol con los amigos", celebra Essohouna que ya ha cumplido los 17 años.
Superar la discapacidad para esquivar la pobreza
Esta ONG ha creado junto con otras organizaciones locales los llamados Programas Comunitarios de Rehabilitación en Guatemala, Nicaragua, Mali, Sri Lanka, Vietnam y Sierra Leona, entre otros países. En Togo, por ejemplo, han levantado un centro de rehabilitación al lado de una escuela de primaria. El programa incluye también formación para las familias, los cuidadores y autoridades locales.
El principal objetivo de las organizaciones como Plan Internacional es que estos pequeños tengan acceso a los servicios médicos, a colegios convencionales y que ellos y sus familias alcancen una mejor calidad de vida. Lucha que comparten con padres y con los propios niños discapacitados empeñados en eliminar las barreras físicas y también las sociales para lograr la igualdad de oportunidades y una plena integración en la sociedad.
Las organizaciones internacionales alertan de que en los próximos años aumentará en el número de personas con algún tipo de incapacitación debido a enfermedades crónicas como la diabetes, los problemas cardiovasculares, el cáncer o los trastornos mentales.
Por eso, piden a los gobiernos un mayor esfuerzo para la inclusión de este colectivo expuesto a una peor calidad de vida que el resto de ciudadanos. Su acceso a la educación suele ser menor y, por tanto, tendrá más difícil su inserción al mundo laboral y estarán condenados a vivir en situación de extrema pobreza.