Philippe Petit, el propietario del vacío que separaba las Torres Gemelas
- En 1974 se paseó por un cable tendido en el World Trade Center
- Robert Zemeckis estrena en España El desafío, con Joseph Gordon-Lewitt como Petit
- RTVE.es entrevista al célebre funambulista francés
Los 42 metros que separaban las azoteas de las Torres Gemelas de Nueva York solo le pertenecieron a él. Philippe Petit tendió un cable en esa línea de su imaginación y paseó sin ningún amarre en el amanecer del 7 de agosto de 1974. Ocho veces de torre a torre y sin pedir permiso. Fue una gamberrada mayúscula y también un acto de pura belleza.
Los años de preparación obsesiva para colarse por la noche junto a sus cómplices y armar la compleja infraestructura están detallados en su libro Alcanzar las nubes y en el documental ganador de un Oscar en 2009 Man on Wire. Ahora se convierte en ficción gracias al gran Robert Zemeckis (Regreso al fututo, Forrest Gump)) director de El desafío, una fiel versión que explota el vértigo del 3D con Joseph Gordon-Levitt como Petit y que se estrena en España el 25 de diciembre.
Petit, el real, visita Madrid para promocionar la película en la azotea de la Torre Picasso (del mismo arquitecto del World Trade Center, Minoru Yamasaki). Con 66 años, el funambulista-poeta se mueve eléctrico como un niño travieso. No le gusta hablar de la destrucción de las torres. Quizá porque tenga razón y ambos edificios fueron construidos para que él usara el vacío como escenario de lo que llama le coup (el golpe).
PREGUNTA.: ¿Con que compararías la sensación de reinar en el vacío?
RESPUESTA.: Lo comparo con un torero. El cable no está muerto. Es un animal, es viviente, se mueve. Hay que entenderle para ponerse encima. Y ponerse como una fiera no va a funcionar, hay que comunicarse y ser humilde. No es mi fuerte ser humilde, pero hay que probar. Después, cuando se entiende la respiración del cable, sabes que va a ser muy bonito caminar.
P.: ¿Te sientes todavía 'propietario' de los 42 metros que separaban las Torres Gemelas?
R.: Propietario, me gusta esta palabra... Sí, es lo que siento. Suena un poco orgulloso, pero hay que sentir que eres el rey del aire si quieres andar con majestuosidad. No se puede ser tímido, hay que ser orgulloso de alguna manera. Como un buen torero que sabe andar como nadie por la arena y se aproxima al toro sin mostrar que se aproxima. Hay que deslizar cada pie, pero hay que ser majestuoso porque, si no, no va a inspirar a la gente que vea el espectáculo.
P.: ¿Todavía sueñas con las torres?
R: No. ¡Es extraño! Nunca desde 1974 he soñado con las torres. Y nunca en mi vida he soñado que camino. A veces he soñado que estoy en una pequeña colina y vuelo. Pero nunca en el cable.
P.: ¿Por qué crees que es un acto tan inspirador para tanta gente?
R: La vida normalmente está anclada y miramos al suelo. Es extraño mirar al vacío porque aparentemente es la nada. Pero es al contrario. El vacío está lleno de maravillas y de milagros. Y lo sé porque mi mundo es el aire. Cuando algo sucede en el aire es muy inspirador para la gente, ya sea un pájaro o un hombre caminado por un cable. ¿De qué modo? Después de una actuación la gente me dice que quieren mover montañas, volar. Soy muy feliz viviendo como mitad hombre y mitad pájaro. Es una vida extraordinaria.
P.: No pudiste filmar tu paseo en 1974. ¿Lo lamentas?
R. Quería filmarlo y alquilé una cámara 16 mm que tenía uno de mis amigos. Pero la policía llegó antes de poder filmar y tuvo que esconderla. Me sentía el más infeliz del mundo porque no tenía nada tangible que mostrar, no había película. Con los años pienso que lo mejor que pudo pasar es que no haya película porque vivimos en un mundo en el que todo lo que ocurre está grabado. Está muy bien que de algo maravilloso no haya un solo segundo de película y se quedé solo en el recuerdo. Es mucho mejor.
P.: ¿Y qué sentiste al ver la película?
R.: Más o menos fui feliz. Porque podría haber tenido muchas cosas que no me gustasen. Y hay alguna cosita, pero no importa porque son detalles que solo yo en el mundo puedo ver. Lo importante es que el sentido, el alma de esta aventura, es más o menos el de la real.