La Cumbre del Clima retrasa el acuerdo definitivo hasta el sábado
- La demora es una práctica habitual en este tipo de encuentros
- Hay puntos conflictivos sin definir, como las responsabilidades o la financiación
La Cumbre del Clima (COP21) de París avanza para lograr cerrar un acuerdo global de lucha contra el cambio climático. Laurent Fabius, el ministro francés de Exteriores y presidente del encuentro, ha explicado que el nuevo borrador, presentado este jueves, supone "un progreso" aunque todavía quedan puntos conflictivos por cerrar, como las diferentes responsabilidades que tendrán que asumir los países ricos y pobres y la financiación.
Finalmente, a pesar de que estaba previsto que este viernes se anunciase el proyecto definitivo, Fabius ha indicado que se retrasará hasta el sábado. No es un procedimiento atípico ya que demoras similares son habituales en este tipo de encuentros.
Una de las novedades más controvertidas del texto, que posee 27 páginas y que supuestamente será suscrito por 195 países y la UE, es que desaparece el objetivo de reducción de emisiones para 2050, como pretendía la Unión Europea, y la alusión a lograr la descarbonización de las economías en 2100. Además, el artículo 17, que hace referencia al carácter vinculante del acuerdo también está apartado.
Por primera vez, el documento fija el objetivo de mantener la temperatura del planeta por debajo de 2º respecto a niveles preindustriales y apunta que se debería trabajar para que no aumente más de 1,5º.
Además, en el preámbulo se señala que deben existir "responsabilidades comunes pero diferenciadas" en combatir el cambio climático y que se deben tener en cuenta las necesidades de los estados en desarrollo y de los más vulnerables, que además son menos culpables de haber causado el problema.
La financiación de la lucha contra el calentamiento
En uno de los apartados más delicados, el de la financiación de la lucha contra el cambio climático, se han logrado claros avances, aunque cuestiones fundamentales siguen abiertas, como si se exigirá que los recursos financieros que tendrán que poner los países desarrollados sobre la mesa son "nuevos", "adicionales", "gradualmente al alza" u otras opciones.
Se ha optado por recalcar que los países desarrollados deberán "tomar el liderazgo" a la hora de movilizar y facilitar la financiación climática, a la vez que se subraya que los fondos públicos tendrán un "papel significativo" dentro de los "esfuerzos compartidos por todas las partes". Asimismo, estas naciones deberán movilizar un mínimo de 100.000 millones de dólares anualmente a partir de 2020 para la adaptación al cambio climático de los en desarrollo, y que estos últimos podrán aportar fondos "voluntariamente".
En cuanto a sus objetivos a largo plazo, los países se comprometen a "poner pico a sus emisiones tan pronto como sea posible" y a alcanzar la neutralidad en emisiones de gases de efecto invernadero en la segunda mitad de siglo, o dicho con otras palabras, a no lanzar más gases contaminantes de los que el planeta pueda absorber.
Contribuciones nacionales
Propone asimismo que los países deban presentar contribuciones nacionales de reducción de emisiones cada cinco años y que estas no sean menos ambiciosas que las presentadas en 2015. Además, los estados desarrollados tendrán que comunicar cada dos años información concreta sobre sus esfuerzos en financiación climática.
Por otra parte, se ha reforzado el apartado de transferencia y desarrollo tecnológico y se ha aclarado que los países desarrollados "deben dar apoyo, incluido financiero", a esta cuestión.
El texto también subraya una cuestión importante: la falta de conocimiento científico en alguna área no podrá ser una excusa alegada por los países para no actuar frente al calentamiento.