Star Wars: Disney, Lucas y la fuerza del adolescente global
- Según Lucas, el éxito de Star Wars se debía a la renuncia de Disney al mercado infantil
- Disney busca ahora explotar la veta galáctica hasta que se agote
¿Cuánto vale repetir, aunque sea por dos horas, los sueños perdidos de la infancia y adolescencia? Respuesta: 3.125 millones de euros, la cantidad que Disney apoquinó en 2012 a George Lucas para comprar la marca Star Wars. Fue un negocio natural. Lucas siempre sostuvo que el éxito de Star Wars se debía a que “Disney había abdicado de su reinado sobre el mercado infantil y nada lo había reemplazado”.
Disney ha respondido con lo esperado: marvelizando la saga explotando la veta hasta que se agote. Las películas existentes son un mero prólogo de lo que viene: seis cintas anunciadas para los próximos seis años (Episodios VII, VIII y IX, Rogue One: A Star Wars Story, una película sobre Han Solo sin título confirmado, y otra más en desarrollo).
Una interpretación parabólica de Star Wars, alimentada en parte por Lucas, es la de la lucha del director contra el sistema de estudios, una obsesión para Lucas desde que Warner Bros no le dejase montar su debut, THX 1138.
Luke sería el propio Lucas, un héroe no muy alto, asexual, pero determinado en su lucha contra el Imperio (los estudios). Su amigo carismático Han Solo es Francis Ford Coppola, el colega que estuvo allí para producirle THX 1138 y American Graffiti. Darth Vader sería un gerifalte de los estudios y, tirando más arriba, en busca del origen del mal del sistema, el emperador es Richard Nixon.
Cuando en 1977 Lucas cerraba el acuerdo con Fox para rodar Star Wars incluyó dos cláusulas que el estudio concedió por absurdas: sus derechos para secuelas y para el merchandising. Desde 1977, las películas han recaudado alrededor de 4.000 millones de euros, el merchandasing supone unas ventas de 30.000 millones.
El triunfo de Lucas fue el triunfo del rebelde sobre del sistema. Dejó Los Ángeles y se aisló en un rancho de San Francisco dedicado a los efectos especiales que no producía demasiado. Era, básicamente, un monumento a la independencia.
¿Traicionó Lucas su causa con la venta? En la biografía de Lucas escrita por Dale Pollock, se describe como el cineasta pensaba que Star Wars era un película para “chicos de ocho a nueve años, una película Disney” que enseñara algo de “moral básica” sobre lo que está bien y lo que está mal.
Por tanto, era una alineación, pero también una renuncia total. La compra de la marca incluía el desarrollo de algunas ideas de Lucas, nombrado por Disney como “el guardián” de la franquicia. Presentó sus líneas argumentales para El despertar de la fuerza. Disney las rechazó todas. Delegar su universo (pastizal mediante) también es lógico para Lucas, un director al que no le gusta dirigir y un guionista que sudaba para dialogar (“Tú puedes escribir esta mierda, pero te aseguro que decirla es imposible”, le espetó una vez Harrison Ford).
Star Wars dejó hipnotizado al segundo baby boom tras la II Guerra Mundial. También a sus hijos. Y ahora llega el turno de los hijos de sus hijos. Pero no es un relevo, es una acumulación. El arco potencial de espectadores llega hasta los 60 años: Star Wars es la cumbre de la infantilización de los espectadores.
Si incluimos las exitosas reposiciones en salas de los años 90, cada década ha tenido su momento galáctico. La pregunta es: ¿en qué punto alcanzará el espectador la saturación? ¿Cuándo dejara de ser un evento para transformarse en rutina? Disney está determinado a descubrirlo. El pasado no se puede repetir, decía Scott Fitzgerald, ahora el espectador puede pagar por intentarlo.